Sra. jueza:
Tengo el gusto de conocerla nada m¨¢s que por haberla visto y escuchado en televisi¨®n, identificada como Montserrat Navarro, jueza decana de Alicante. Usted, en su funci¨®n de vigilancia penitenciaria, le ha negado a una mujer maltratada el permiso para casarse con su agresor, un reincidente que cumple condena y que probablemente le ha dado mil palabras de sincero arrepentimiento, ofrecido un mill¨®n de disculpas y derramado mares de l¨¢grimas suplicando el perd¨®n.
Pero usted, se?ora jueza, ha recordado muy justamente que la violencia de g¨¦nero ya no es un asunto privado, sino un delito p¨²blico, y que si ella no es capaz de protegerse a s¨ª misma habr¨¢ que tomar medidas para alejarla del peligro.
Casos similares son m¨¢s que frecuentes cuando no ha mediado un tratamiento psicol¨®gico que permita a la mujer soltar lastre. Cierto estudio realizado en Zaragoza indica que la mitad de los casos no acaba en sentencia condenatoria sino en absoluci¨®n por falta de pruebas, dado que las v¨ªctimas no acuden al juicio. Y no lo hacen por haber sido amenazadas por el acusado, por presiones familiares ...o simplemente por exceso de empat¨ªa : "me necesita y no puedo dejarle". La abogada especialista Mar¨ªa Jos¨¦ Varela cuenta que est¨¢ harta de o¨ªrlas decir en su bufete "es que no le quiero perjudicar". Es tan agudo el S¨ªndrome de Estocolmo que padecen muchas maltratadas (dependientes no s¨®lo econ¨®micamente, sino tambi¨¦n social, emocional y sexualmente) que les tejen a sus verdugos chaquetas para la c¨¢rcel y les llevan comida casera. Tambi¨¦n solicitan a los juzgados que retiren la orden de alejamiento porque "se han reconciliado". Precisamente la existencia de esa orden es la que refuerza m¨¢s a¨²n su decisi¨®n, se?ora Navarro. Y ya es curioso que la "novia" le haya explicado que quiere casarse "porque tiene cuatro hijos". Otra que se ha debido tragar que el sagrado sacramento puede redimir el "pecado" de mujeres que durante generaciones han sido vitalmente estafadas por una educaci¨®n asc¨¦tica en el camino de la servidumbre. Menos mal que ya hay juezas como usted.
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