Simone Veil: "No quer¨ªan escucharnos"
En abril de 1945, Simone Veil y su hermana fueron liberadas de Bergen-Belsen. Se reencontraron con la libertad, con Francia... y tambi¨¦n con la incomprensi¨®n de un pa¨ªs indiferente al drama de los jud¨ªos.
Pregunta. Durante mucho tiempo, los jud¨ªos que volvieron de los campos de exterminio no fueron escuchados. ?Por qu¨¦?
Respuesta. Esta indiferencia, al menos aparente, empez¨® antes incluso de mi regreso. En abril de 1945, los ingleses liberaron Bergen-Belsen, al que hab¨ªamos llegado al final de las "marchas de la muerte", procedentes de Auschwitz, pero permanecimos all¨ª varias semanas. El campo fue incendiado con lanzallamas por los brit¨¢nicos por razones sanitarias y fuimos trasladadas a un antiguo campamento de las SS. Tras la liberaci¨®n del campo, muchas de nuestro grupo murieron de tifus, o a causa de una alimentaci¨®n insuficiente o por falta de cuidados. Pienso que muchas habr¨ªan podido ser salvadas, pero no era una prioridad. Afortunadamente, unos franceses llegados de un stalag
"Los jud¨ªos hab¨ªan sido deportados por la ¨²nica raz¨®n de que hab¨ªan nacido jud¨ªos. Esta actitud hacia ellos dur¨® mucho tiempo"
"Nunca m¨¢s' es lo que dec¨ªan los deportados. Ten¨ªamos mucho miedo de que no quedase ning¨²n superviviente para contar esta tragedia"
[campamento de prisioneros de guerra] pr¨®ximo, entre los cuales hab¨ªa un m¨¦dico, al enterarse de que hab¨ªa unas francesas entre los deportados, nos prestaron ayuda. Por su parte, las autoridades francesas no decidieron repatriarnos hasta un mes m¨¢s tarde. ?Quer¨ªan repatriar prioritariamente a los prisioneros de guerra que estaban internados desde hac¨ªa cinco a?os? ?Se trataba de una forma de cuarentena, debido al tifus? No lo s¨¦. Lo que si s¨¦ es que si mi hermana no muri¨® all¨ª es porque me ten¨ªa a m¨ª. Los prisioneros de guerra entraron directamente; tardamos cinco d¨ªas en llegar a Francia, apretujadas en unos camiones. La indiferencia de las autoridades era ya totalmente extraordinaria.
Luego llegamos a Francia. Lo que hab¨ªan sufrido los jud¨ªos, el exterminio de la mayor¨ªa de ellos, no despertaba ning¨²n inter¨¦s. En cambio, mi otra hermana, deportada a Ravensbr¨¹ck como miembro de la Resistencia, fue ensalzada a su regreso. Era una hero¨ªna -lo cual es innegable-, la gente se interesaba por ella, le hac¨ªan preguntas sobre la Resistencia, sobre lo que hab¨ªa pasado en el campo. Para la gente tal vez era una forma de apropiarse de la Resistencia. ?Nosotras? Ni siquiera merec¨ªa la pena que trat¨¢semos de hablar de ello: ?nos cortaban la palabra! La gente cambiaba de tema. Algunos, cuando ve¨ªan el tatuaje que sigo teniendo en el brazo, dec¨ªan: "Ah, entonces, ?sigue habiendo jud¨ªos? Cre¨ªamos que todos hab¨ªan muerto...". Y para nuestros seres queridos era demasiado doloroso hablar de todo ello. Cont¨¢bamos cosas espantosas, ve¨ªan en qu¨¦ estado hab¨ªamos vuelto; para ellos era algo insoportable. Y sigue si¨¦ndolo, 60 a?os m¨¢s tarde. Una de mis cu?adas fue deportada, y, cuando queremos hablar de ello, nos vemos a solas.
P. ?Hubo dos tipos de deportaci¨®n, una valiente, la de los miembros de la Resistencia, y otra casi vergonzosa, la de los jud¨ªos?
R. Es cierto que era muy diferente. Los de la Resistencia hab¨ªan luchado contra los nazis. Hab¨ªan corrido grandes riesgos. A menudo hab¨ªan sido torturados. Los jud¨ªos hab¨ªan sido deportados por la ¨²nica raz¨®n de que hab¨ªan nacido jud¨ªos. Esta actitud hacia ellos dur¨® mucho tiempo. En los a?os setenta particip¨¦ en un coloquio en la Sorbona sobre la existencia de las c¨¢maras de gas, para responder a aquellos que lo negaban. Me pidieron que tomase la palabra. El historiador encargado del coloquio se mostr¨® reticente, pero la se?ora Ahrweiler, que tuvo la iniciativa para el acto, insisti¨® en que interviniese. Cuando se redactaron las actas del coloquio, el historiador me hizo saber que mi discurso s¨®lo figurar¨ªa en un anexo. Estupefacta ante tal desprecio, me negu¨¦. En la misma ¨¦poca hab¨ªa un inter¨¦s por los testimonios y los archivos de los verdugos, los SS. Pero hab¨ªa un rechazo a interesarse por los de las v¨ªctimas, que no eran considerados cre¨ªbles.
P. Los tiempos han cambiado...
R. S¨ª. Pero a veces el recuerdo es muy tard¨ªo... Rumania y Albania acaban de reconocer el genocidio. Los eslovenos han pedido al Museo de Auschwitz que coloque una placa conmemorativa en su idioma. Desde la ca¨ªda del muro de Berl¨ªn y el desmembramiento de la URSS, en todos estos pa¨ªses del Este de donde proced¨ªan la mayor¨ªa de las v¨ªctimas del Holocausto, los jud¨ªos recuperan una identidad que hab¨ªa quedado ahogada. Y la memoria del Holocausto ahora ya forma parte de esta identidad.
P. ?Para qu¨¦ sirve este recuerdo? Y, ?qu¨¦ quiere decir "deber de memoria"?
R. No me gusta mucho esta expresi¨®n. En este tema, la noci¨®n de obligaci¨®n no ha lugar. Cada cual reacciona seg¨²n sus sentimientos. La memoria est¨¢ ah¨ª, se impone por s¨ª misma, o no. Existe -si no es ocultada- una memoria espont¨¢nea: la de las familias. Hace algunos a?os, cuando era ministra de Sanidad, conoc¨ª los trabajos de investigaci¨®n sobre la tasa de natalidad muy baja en algunos pa¨ªses de ?frica. La ¨²nica explicaci¨®n era que las mujeres, que llevaban en s¨ª el recuerdo de la esclavitud, limitaban espont¨¢neamente el n¨²mero de nacimientos. Eso tambi¨¦n es la memoria. Otra cosa es el deber de ense?ar, de transmitir. Ah¨ª s¨ª existe un deber.
P. ?Qu¨¦ quiere decir para usted "nunca m¨¢s"?
R. "Nunca m¨¢s" es lo que dec¨ªan los deportados. Ten¨ªamos mucho miedo de que no quedase ning¨²n superviviente para contar esta tragedia. Era necesario que algunos sobrevivieran para poder decir lo que hab¨ªa pasado y que nunca m¨¢s volviese a producirse una cat¨¢strofe semejante. Hoy se proclama "nunca m¨¢s", a bote pronto y sin ning¨²n discernimiento. M¨¢s que la teor¨ªa de la negaci¨®n, el peligro es compararlo con situaciones que no tienen nada que ver. Es decir, la banalizaci¨®n.
P. ?Puede la memoria impedir que se reproduzca este crimen?
R. Realmente, no. La experiencia as¨ª lo ha demostrado en Camboya y en Ruanda. Hay que seguir hablando de lo que es espec¨ªfico del Holocausto: me refiero al exterminio sistem¨¢tico, cient¨ªfico, de todos aquellos que, nada m¨¢s llegar al campo, deb¨ªan desaparecer, porque eran demasiado j¨®venes, demasiado ancianos o simplemente porque la ideolog¨ªa nazi hab¨ªa decidido que todos los jud¨ªos deb¨ªan ser eliminados. S¨ª, esto debe saberse. Todav¨ªa hay mucha gente que no lo sabe. Y es muy dif¨ªcil concebir que haya podido suceder en pleno siglo XX, en un pa¨ªs tan orgulloso de su cultura.
Simone Veil es presidenta de la Fundaci¨®n para la Memoria del Holocausto. Traducci¨®n de News Clips. ? Le Nouvel Observateur
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