Risa
?sta es la historia de un tipo muy divertido que perdi¨® la risa el a?o pasado y no la encuentra por ninguna parte. A veces le dan ganas de llorar, pero tampoco le salen las l¨¢grimas; resuelve el problema picando cebollas compulsivamente; eso le sirve de consuelo. Mas no encuentra remedio para paliar la ausencia de una humilde sonrisa en su existencia. Cuando lo intenta, le sale una carcajada de hiena que asusta a los ni?os y a los perros, o esgrime una pat¨¦tica risa de conejo al borde del deg¨¹ello que inquieta a sus allegados. Para colmo de males, la esposa de Vicent¨ªn, que as¨ª se llama el cuitado, luce perenne expresi¨®n de Mona Lisa, detalle provocativo a todas luces.
Pero como Madrid es una ciudad muy solidaria, la gente del barrio se vuelca para conseguir que el pobre hombre vuelva a re¨ªr y ser el que era. Todo el mundo le cuenta chistes y chascarrillos, y los colegiales colocan c¨¢scaras de pl¨¢tano en la acera para que la jocosidad del desventurado explote al contemplar c¨®mo caen las se?oras. Todo en vano, porque ah¨ª sigue Vicent¨ªn, impasible como Buster Keaton. Preocupados sus amigos, gente con posibles, por la misantrop¨ªa galopante del desdichado, el viernes contrataron a Chiquito de la Calzada y se lo llevaron a visitar al triste en su propia casa. Chiquito estuvo espl¨¦ndido y se desternillaban hasta los retratos colgados por las paredes. Pero Vicent¨ªn se mantuvo en todo momento taciturno e imp¨¢vido como el Caballero de la Mano en el Pecho.
Ayer, finalmente, estaba Vicent¨ªn en la barra de un bar de Chamber¨ª. A su lado, unos se?ores comentaban las ¨²ltimas declaraciones y desmentidos de la Conferencia Episcopal acerca del preservativo. Y dijo uno: "La Iglesia tiene obsesi¨®n con el sexo, y parece que anda a todas horas vigilando la cama de la gente y diciendo lo que hay que hacer en la coyunda. Eso es meterse en camisa de once varas". Otro coment¨®: "Es como si los peces se ponen a dar lecciones de alpinismo". A Vicent¨ªn le dio un ataque de risa y hubo que avisar al Samur.
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