Di¨¢logo social y negociaci¨®n colectiva
El autor apuesta por la renovaci¨®n del Acuerdo
La Declaraci¨®n del 8 de julio del pasado a?o inici¨® una nueva etapa de di¨¢logo social con el triple objetivo de mejorar la competitividad, el empleo estable y la cohesi¨®n social. Los d¨¦ficit de competitividad y empleo que presenta nuestro pa¨ªs hacen necesaria la aplicaci¨®n de pol¨ªticas que persigan el aumento de la productividad, fomentando la estabilidad del empleo e incrementando la inversi¨®n f¨ªsica en capital humano, tecnolog¨ªa y formaci¨®n. En definitiva, se precisa un cambio de modelo de crecimiento que fortalezca las ventajas competitivas en aspectos distintos de los costes laborales, v¨ªa que est¨¢ agotada tras la ampliaci¨®n de la Uni¨®n Europea a los pa¨ªses del este, con costes laborales inferiores en un 30% a los nuestros.
Las cl¨¢usulas de revisi¨®n incluidas en los convenios son un mecanismo estrictamente defensivo
Si bien se trata de un reto estrat¨¦gico a medio plazo, el momento actual es crucial, puesto que debe iniciarse sin demora la negociaci¨®n colectiva para 2005, ¨¢mbito que incide de forma determinante en el proceso productivo, y que debe constituirse en una pieza esencial que colabore al logro de los objetivos antes mencionados.
UGT ha apostado por que la negociaci¨®n en 2005 se desarrolle bajo los criterios de un nuevo Acuerdo Interconfederal para la Negociaci¨®n Colectiva (ANC), como los firmados en 2002 y 2003 (prorrogado para 2004) conjuntamente con CC OO, CEOE y CEPYME, porque consideramos que la situaci¨®n econ¨®mica requiere de un marco estable, que haga expl¨ªcita una visi¨®n compartida entre sindicatos y patronal del tipo de competitividad y de empleo que nuestro pa¨ªs precisa, y que recoja un modelo de determinaci¨®n salarial consensuado, que en los a?os de vigencia de los anteriores ANC ha mostrado sobradamente su eficiencia. Este modelo propone incrementos salariales por encima de la previsi¨®n de inflaci¨®n, sin agotar los m¨¢rgenes de productividad, e incluyendo siempre cl¨¢usulas de revisi¨®n para el caso de que la inflaci¨®n real supere la prevista. En realidad, es el modelo defendido desde hace a?os por UGT, en l¨ªnea con las recomendaciones de la Confederaci¨®n Europea de Sindicatos (CES), y plasma una pol¨ªtica de moderado crecimiento de los salarios, cuyos resultados han compatibilizado la obtenci¨®n de ganancias de poder adquisitivo para los salarios y el aumento de los beneficios empresariales, a la vez que ha favorecido el logro de los objetivos de crecimiento econ¨®mico, empleo e inflaci¨®n.
En el periodo 1999-2003 los salarios han crecido por encima de los precios, ganando cuatro d¨¦cimas de poder adquisitivo al a?o de media, pero sin agotar los aumentos agregados de la productividad en ese periodo, a pesar de que ¨¦stos han sido muy reducidos, en torno a medio punto porcentual cada a?o. Por ello, los costes laborales por unidad de producto vienen creciendo permanentemente por debajo de los precios (medidos por el deflactor del PIB), con lo que se liberan m¨¢rgenes extraordinarios que permiten a las empresas elevar la inversi¨®n, el empleo y los beneficios. Sin embargo, y pese a este abaratamiento relativo del factor trabajo, las empresas est¨¢n aumentando los precios aprovechando situaciones de fuerte demanda y escasa competencia en sus mercados. Estos aumentos excesivos de los m¨¢rgenes empresariales (constantemente superiores al deflactor del PIB) son la causa fundamental de la inflaci¨®n de fondo de nuestro pa¨ªs, y pone de manifiesto problemas en la estructura de nuestro tejido productivo y un escaso compromiso con la moderaci¨®n de la inflaci¨®n de buena parte del empresariado espa?ol y de las administraciones p¨²blicas.
Estas tensiones inflacionistas persistentes derivan en el desbordamiento de la previsi¨®n de inflaci¨®n y la activaci¨®n de las cl¨¢usulas de revisi¨®n incluidas en los convenios, que son un mecanismo estrictamente defensivo: si no se supera la previsi¨®n de inflaci¨®n, no act¨²an. En contra de las criticas que desde algunos sectores se vierten sobre las mismas, las cl¨¢usulas son garant¨ªa de la moderaci¨®n salarial practicada, puesto que sin ellas no es posible utilizar como referencia de precios en la negociaci¨®n la previsi¨®n de inflaci¨®n. Hay que tener en cuenta que desde 1999 la inflaci¨®n real ha superado siempre a la prevista (los precios reales han crecido desde entonces un 8,6% m¨¢s que las previsiones) y que las cl¨¢usulas en ning¨²n caso implican ganancias de poder adquisitivo adicionales sobre las pactadas, sino que s¨®lo sirven para garantizar el cumplimiento de lo acordado libremente entre las partes. Los asalariados son, en consecuencia, los primeros interesados en que las cl¨¢usulas no lleguen a activarse.
Adem¨¢s, los efectos conjuntos de los convenios que a¨²n no incluyen cl¨¢usula (que afectan al 20% del total de los asalariados) y de la existencia de cl¨¢usulas cuyos efectos no son plenos, han provocado que la recuperaci¨®n de la desviaci¨®n de inflaci¨®n producida en el periodo 1999-2003 haya sido tan s¨®lo ligeramente superior al 30% del total, con lo que los salarios han dejado de ganar en ese periodo 4,4 puntos de poder adquisitivo, que se hab¨ªan pactado inicialmente con la referencia de la previsi¨®n de inflaci¨®n, pero que fueron absorbidos por el efecto indeseado de las desviaciones producidas. Las cl¨¢usulas son, pues, una parte consustancial del actual modelo de determinaci¨®n de los salarios, sin la cual queda invalidado globalmente.
La evidencia de los positivos resultados obtenidos con este modelo de determinaci¨®n salarial incluido en el ANC supone su mejor aval, y ha suscitado el reconocimiento generalizado de que los aumentos salariales en los ¨²ltimos a?os han sido moderados y acordes con las necesidades de empresas, trabajadores y econom¨ªa general, colaborando decisivamente para que nuestra econom¨ªa haya soportado mejor la reciente situaci¨®n de estancamiento econ¨®mico que ha afectado a la mayor¨ªa de nuestros socios de la zona euro. Y los resultados salariales en 2004 no pueden sino reforzar esta valoraci¨®n, puesto que el aumento salarial pactado, antes del efecto de las cl¨¢usulas, ha sido medio punto inferior al del a?o anterior (3% frente a 3,5%), mientras que el IPC en diciembre ha sido 6 d¨¦cimas superior (3,2% frente a 2,6%).
Por eso resultan poco comprensibles las reticencias mostradas hasta ahora por la patronal (y amplificadas tras su rechazo al acuerdo alcanzado sobre el SMI) a reeditar para 2005 un ANC que incluya ese modelo de fijaci¨®n salarial que tan positivos resultados ha tenido para todas las partes, y que adem¨¢s hay que recordar que no se trata de un acuerdo de contenido estrictamente salarial, sino que aborda tambi¨¦n el tratamiento de otras cuestiones esenciales para las relaciones laborales, como los aspectos relacionados con la estabilidad, seguridad e igualdad en el empleo y la negociaci¨®n de la flexibilidad interna de las empresas (formaci¨®n, organizaci¨®n del trabajo), para potenciar realmente estos instrumentos frente a la utilizaci¨®n de la llamada flexibilidad externa (despidos, contrataci¨®n precaria, externalizaci¨®n de actividades, reestructuraciones y deslocalizaciones).
En definitiva, si lo que se pretende es mantener una pol¨ªtica salarial que permita compatibilizar ganancias para trabajadores y empresas, que elimine tensiones e incertidumbres en la actividad empresarial, y que otorgue confianza en las decisiones de inversi¨®n y gasto de los agentes, la UGT reitera su apuesta por la renovaci¨®n del ANC para 2005 sin m¨¢s dilaci¨®n, puesto que est¨¢ pendiente la negociaci¨®n o revisi¨®n de m¨¢s de 4.000 convenios que regulan las relaciones laborales de 7,5 millones de trabajadores en m¨¢s de 900.000 empresas. Pero si se trata de promover pol¨ªticas que impliquen recortes en la capacidad de compra de los asalariados, los sindicatos nos opondremos frontalmente, con la convicci¨®n de que no s¨®lo supondr¨ªa una actuaci¨®n injustificable, sino que insistir¨ªa en una agotada v¨ªa competitiva basada en bajos salarios y condiciones de trabajo precarias, y perjudicar¨ªa el paso a un nuevo modelo de crecimiento sustentado por el aumento de la productividad.
Toni Ferrer es secretario de Acci¨®n Sindical de UGT.
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