Supervivencia del 'botiguer'

No ser¨¢n 12, ni 20 o m¨¢s los d¨ªas festivos que en 2005 puedan abrir las superficies comerciales en la Comunidad Valenciana. El Consell, y m¨¢s decididamente su presidente, Francisco Camps, ha optado por que sean ocho. David, pues, el peque?o comercio, le ha ganado por ahora la partida al Goliat constituido por las grandes empresas de distribuci¨®n (Anged) -que pide m¨¢s jornadas de puertas abiertas- y la mayor¨ªa de los consumidores, proclive ¨¦sta a la libertad de horarios y aperturas, como revelan las encuestas divulgadas. Una victoria que, como delata la relaci¨®n de fuerzas, es muy precaria. Tanto m¨¢s cuando los colosos comerciales han anunciado su prop¨®sito de recurrir legalmente y, por supuesto, seguir luchando para ampliar la cuota de festivos con la vista puesta en los 365 d¨ªas del a?o y las 24 horas el d¨ªa.

Como dec¨ªa un viejo profesor, va de suyo que el pez grande se zampa al peque?o y la gallina de arriba defeca en la de abajo. En otros tiempos y circunstancias dir¨ªamos que para impedir esa depredaci¨®n o abuso est¨¢n los gobiernos, los colectivos c¨ªvicos m¨¢s sensibilizados y hasta la misma conveniencia general de que no se acabe consumando esta deforestaci¨®n del peque?o comercio que ya se viene produciendo. Pero nos tememos que el desmadre consumista y el imperio de la desregularizaci¨®n o bronco liberalismo han neutralizado, o llevan camino de hacerlo, esos remedios equilibradores que garantizan la coexistencia de cachalotes y peque?ines. A lo peor, as¨ª dicho, suena a fatalidad, pero dicho de otra manera suena a enga?o. No hay m¨¢s que constatar c¨®mo los grandes aumentan su cuota de mercado y cu¨¢n felices son los consumidores alien¨¢ndose en las grandes superficies.

Tal como vemos las cosas -nos referimos a la confrontaci¨®n de intereses que glosamos-, entendemos que el molt honorable ha sido muy valeroso al echarle una mano a la mir¨ªada de comerciantes resistentes. Todav¨ªa son mayor¨ªa, pero tambi¨¦n los m¨¢s d¨¦biles y s¨®lo es cuesti¨®n de -poco- tiempo que la gran distribuci¨®n vaya ganando bazas porque, a fin de cuentas, demostrar¨¢ que mueve m¨¢s riqueza, crea m¨¢s puestos de trabajo, se beneficia de la querencia mayoritaria del vecindario y su presi¨®n no hay Administraci¨®n P¨²blica que la resista. Esto es tan evidente que sobra, por risible, el argumento de que el gran comercio, como alegan sus abogados, sufrir¨¢ cuantiosas p¨¦rdidas si no se le conceden m¨¢s festivos. La codicia tambi¨¦n obnubila a menudo el sentido del rid¨ªculo.

Sin embargo, y mientras nos abocamos a ese infausto futuro valenciano en el que todo el territorio ser¨¢ una urbanizaci¨®n con retazos de c¨¦sped artificial -agua, la justa para beber- y muchos jubilados tomando el sol como lagartos, el gobierno auton¨®mico podr¨ªa trabar o retrasar el proceso de concentraci¨®n comercial en las grandes superficies mediante el mimo y el cuido del fenicio superviviente que late en los ind¨ªgenas. El botiguer es una especie en extinci¨®n, como el paisaje litoral, que podr¨ªa representar un contrapunto folcl¨®rico al oligopolio que se nos viene encima. Ya se ha clareado mucho su censo, pero tambi¨¦n ha resurgido aqu¨ª y acull¨¢ con iniciativas audaces e imaginativas. Con ayudas, o sea, con respiraci¨®n asistida, podr¨ªa prolongarse unos decenios. Ser¨ªa un prodigio tanto como una singularidad tur¨ªstica. El president est¨¢ por la labor.