Las orejas del lobo
En nuestro beat¨ªfico contexto de "grandes esperanzas" dickensianas y buen rollito generalizado, ?ser¨¢ asumible o al menos m¨ªnimamente digna de consideraci¨®n una intempestiva nota de alarma? A mi juicio, la dieron el pasado s¨¢bado los desaforados intolerantes que cargaron contra el ministro Jos¨¦ Bono y la europarlamentaria socialista Rosa D¨ªez en la manifestaci¨®n de Madrid convocada por la Asociaci¨®n de V¨ªctimas del Terrorismo. Est¨¢ meridianamente claro que el radicalismo obtuso de ese grupo, fuera m¨¢s o menos numeroso, no expresaba ninguna santa c¨®lera, sino s¨®lo el pataleo intransigente de quienes siempre est¨¢n deseando rebasar y pervertir los cauces de expresi¨®n democr¨¢ticos en nombre de las supuestas urgencias incontenibles del pueblo ultrajado. Su proceder hubiera sido inadmisible en cualquier caso, contra cualquier representante democr¨¢ticamente elegido, pero fue a¨²n m¨¢s disparatado por dirigirse contra personalidades del partido gobernante que siempre se han destacado inequ¨ªvocamente -y a menudo padeciendo serias incomodidades con unos y otros a causa de ello- por su apoyo sin regateos a las v¨ªctimas del terrorismo y por la firmeza inequ¨ªvoca de su respuesta contra ¨¦ste.
No se trata de un acontecimiento ins¨®lito o in¨¦dito, por desgracia. Algunos miembros de ?Basta Ya! lo experimentamos en nuestra propia carne cuando quisimos participar hace un par de a?os en la manifestaci¨®n contra ETA convocada en Bilbao por el Gobierno vasco (en la que se agredi¨® como a "asesinos" a v¨ªctimas del terrorismo etarra y tambi¨¦n a Joseba Pagaza, que ser¨ªa asesinado dos meses despu¨¦s) y se ha visto m¨¢s recientemente en las infaustas jornadas que siguieron al atentado islamista del 11-M, tanto en los ataques a miembros del Gobierno como en el acoso a las sedes del partido entonces mayoritario. Hubo en todos esos casos intransigentes oportunistas o simples mentecatos que prefirieron desviar la protesta de los aut¨¦nticos criminales hacia un ajuste de cuentas sectario con adversarios democr¨¢ticos, utilizando procedimientos que a todas luces iban m¨¢s all¨¢ de la leg¨ªtima exigencia de responsabilidades pol¨ªticas mejor o peor fundadas.
No cabe sino condenar los sucesos del s¨¢bado, como han hecho con firmeza los convocantes de la manifestaci¨®n y numerosas personalidades p¨²blicas presentes en ella. Pero, una vez formulada esta condena, es preciso examinar los posibles malentendidos o errores que han servido de coartada a esos injustificables alborotadores. Es posible que elementos "ultras" se hayan aprovechado de la convocatoria para dar rienda suelta a su agresividad. Pero es evidente que estos descerebrados son sumamente minoritarios y s¨®lo pueden llegar a formar masa cr¨ªtica aprovechando el descontento de gente decente que poco o nada tiene que ver realmente con sus planteamientos. Y aqu¨ª viene el interrogante que debe interesarnos: ?c¨®mo se ha llegado a la situaci¨®n de que muchas v¨ªctimas del terrorismo y muchas personas preocupadas por ¨¦l, as¨ª como por los fervores separatistas que real o supuestamente amenazan nuestro Estado de derecho, puedan llegar a ver en el Gobierno de la naci¨®n y en el partido socialista insensibilidad ante su causa o manipulaci¨®n culpable de ella? Habr¨¢ entre esa gente votantes del PP, convencidos de que su opci¨®n pol¨ªtica gestionar¨ªa mejor el problema, pero ello por s¨ª solo no justifica la exasperada hostilidad que han llegado a acumular contra los representantes del centroizquierda en el Gobierno, en los medios de comunicaci¨®n, contra los cineastas, etc¨¦tera. Sin duda, habr¨¢ quien les azuce desde tribunas pol¨ªticas o period¨ªsticas, pero algo debe estar haci¨¦ndose mal en otras ¨¢reas para que se presten o¨ªdos a las peores soflamas.
Veamos, como ejemplo, lo que pudo vivir un donostiarra cualquiera la semana pasada. Digamos que la persona en cuesti¨®n es un se?or o una se?ora que ha sufrido personalmente los efectos de la intimidaci¨®n terrorista y, por tanto, busca amparo en las opciones pol¨ªticas constitucionalistas. En la v¨ªspera de la fiesta del patr¨®n de la ciudad, el Tambor de Oro le fue concedido al cocinero Mart¨ªn Berasategui, que sin duda ha de merecerlo: en la entrega apareci¨® el mism¨ªsimo lehendakari Ibarretxe, que coment¨® cu¨¢nto deb¨ªa haber sufrido el galardonado al ser interrogado por el juez sobre unos supuestos pagos a ETA. El interesado coment¨® que a ¨¦l y a otros de su gremio -todos presentes en la ocasi¨®n- se les envidia, probablemente porque hacen las cosas bien. Sin duda hay cosas que hacen de rechupete, pens¨® el se?or o se?ora del que hablo, aunque quiz¨¢ no todas en campos alejados de la gastronom¨ªa. Pero, en fin, suspiro y adelante... Hasta que le den un Tambor de Oro a Cristina Cuesta, por ejemplo, habr¨¢ a¨²n que esperar un poco. Esa noche, el donostiarra o la donostiarra de mi cuento se resigna a ver la izada de la bandera que inicia las fiestas patronales por televisi¨®n. Le gustar¨ªa asistir en persona, pero no soporta tener que compartir la plaza de la Constituci¨®n con carteles a favor de ETA, pancartas pidiendo amnist¨ªa para los presos, y este a?o una especialmente grande reivindicando al conocido serial-killer De Juana Chaos, que sufre mucho porque no le dejan salir de la c¨¢rcel para cometer nuevas travesuras. El o la protagonista de mi historia ya sabe que es in¨²til protestar por tales apolog¨ªas del terrorismo: no se puede, por lo visto, m¨¢s que mirar hacia otro lado y tener la fiesta en paz.
El s¨¢bado por la ma?ana, ella o ¨¦l acude al acto que en el Kursaal se celebra en recuerdo de Gregorio Ord¨®?ez, teniente de alcalde donostiarra asesinado hace 10 a?os. La sala est¨¢ atiborrada de gente, muchos se quedan fuera: asiste el n¨²cleo duro del constitucionalismo guipuzcoano, los que no han desfallecido en los tiempos peores. Como es natural, la mayor¨ªa de los oradores son del PP, al que tambi¨¦n pertenec¨ªa Gregorio (aunque en sus intervenciones siempre hablan de los dos partidos constitucionales y sus v¨ªctimas). Lo que ya no es natural es que, fuera de Maite Pagazaurtundua y de tres o cuatro concejales m¨¢s, no haya dirigentes socialistas en el acto. No est¨¢ el alcalde Od¨®n Elorza, que aparece en el excelente cortometraje de Antx¨®n Urrusolo llevando el f¨¦retro de Ord¨®?ez, pero que 10 a?os despu¨¦s...; y tampoco est¨¢ el delegado del Gobierno, Paulino Luesma, ni por supuesto Patxi L¨®pez, Egiguren, etc¨¦tera. Es curioso, piensa nuestro ¨¦l o nuestra ella: en la sala hay muchos votantes socialistas, pero no est¨¢n aquellos a quienes votan, es decir, que s¨®lo hay votantes socialistas hu¨¦rfanos. Con cierta sensaci¨®n de abandono (quiz¨¢ estas ausencias sectarias se deban a c¨¢lculos electorales, pero hay un tipo de ganado que no se vende en ninguna feria), nuestro vasco o vasca -como dice el Jefe- decide irse al cine para despejarse un poco.En el que tiene m¨¢s cerca de su casa ponen una pel¨ªcula espa?ola protagonizada por un joven actor militante, que estuvo en el Pa¨ªs Vasco hace unos meses interpretando una obra teatral sobre la boda de la hija de Aznar (el tema m¨¢s urgente y peligroso de tratar en Euskadi, ya se sabe). Aprovech¨® la visita para hacer unas declaraciones a Gara comentando lo intolerable del comportamiento de PP y PSOE en la lucha antiterrorista, la ilegalizaci¨®n de Batasuna, cierre de Egunkaria, etc¨¦tera. Aunque el tenor de sus reflexiones demostraba un encefalograma m¨¢s bien plano, que pod¨ªa mover a la caridad ben¨¦vola, ¨¦l o ella le han cogido tirria y no quieren ver ya su pel¨ªcula. Prefiere irse a casa, donde pone la televisi¨®n y se encuentra con las im¨¢genes de la manifestaci¨®n de Madrid, las agresiones a Bono, etc¨¦tera.
"Mal asunto", piensa mi donostiarra. Y alarmante. Recuerda que el otro d¨ªa dos b¨¢rbaros dieron una paliza en una calle de San Sebasti¨¢n a un militante de la izquierda abertzale y el movimiento gay. Ahora, lo de Rosa D¨ªez y Bono. En fin, los que consideran indiscriminadamente fachas a la mitad de la poblaci¨®n que no piensa como ellos deber¨ªan empezar a rezar porque aqu¨ª no aparezca un Le Pen o un Haider que aglutine a los m¨¢s brutos de la clase con temas como la reforma de los estatutos auton¨®micos (la canci¨®n de las autonom¨ªas el d¨ªa de ma?ana: "Antes muertas que sencillas, digo que sencillamente espa?olas"), las v¨ªctimas de ETA, la inmigraci¨®n y yo que s¨¦ m¨¢s. Empezamos a verle las orejas al lobo. Es decir, se las ven casi todos menos quienes gritan sin cesar "?al lobo, al lobo!". En ese momento, las reflexiones de ¨¦l o de ella se interrumpen, porque aparece Llamazares en la pantalla explicando que las v¨ªctimas llevan dos legislaturas manipuladas. Y ella o ¨¦l apagan el televisor, porque a un cristiano o cristiana se le puede exigir todo menos que aguante al l¨ªder de Izquierda Unida hablando de progresismo...
Fernando Savater es catedr¨¢tico de Filosof¨ªa de la Universidad Complutense de Madrid.
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