El demonio del mediod¨ªa
LL?MASE "DEMONIO del mediod¨ªa" a la crisis de personalidad que muchos varones experimentan al cumplir los cincuenta a?os. Les nace un deseo, que cre¨ªan ya sepultado desde la mocedad, de algo nuevo, que les devuelva la ilusi¨®n por vivir. Durante demasiado tiempo, discurren, han cumplido con puntualidad y sin emoci¨®n todos los deberes profesionales y familiares que se les hab¨ªan amontonado encima de los hombros, y se les hace evidente ahora que ha llegado el momento de ocuparse del deber hacia uno mismo. Quieren sentir la vida, que empieza a declinar, antes de que les abandone del todo. Con frecuencia, el achaque lo desencadena un nuevo o antiguo amor; otras veces, una necesidad irreprimible de cambiar de trabajo. A Alonso Quijano el demonio del mediod¨ªa le tent¨® con ambas cosas. "Frisaba la edad de nuestro hidalgo con los cincuenta a?os", registra con exactitud el primer cap¨ªtulo del Quijote, cuando se inicia la primera salida. Atr¨¢s una existencia anterior de hidalgo pobre y desmedrado; vengan aventuras, amores, lances y correr el mundo. La novela, en resumen, narra la vita nuova de un cincuent¨®n en crisis. A esa edad, hartos de seguir el patr¨®n social impuesto por un dictador an¨®nimo e impersonal, queremos hacer algo distinto, original. Y ?qu¨¦ solemos hacer cuando anhelamos la originalidad? Parad¨®jicamente, tendemos a imitar, imitamos a otros que han sido originales antes. No pensemos que es un recurso exclusivo de los individuos, tambi¨¦n lo encontramos en la historia de la cultura. ?Qu¨¦ es el Renacimiento sino un re-nacimiento, esto es, un programa de regeneraci¨®n y transmutaci¨®n total de la civilizaci¨®n hasta entonces vigente mediante el resorte de la imitaci¨®n de los Antiguos?
El Renacimiento es una s¨ªntesis provisional entre el mundo cl¨¢sico-medieval y los nuevos postulados del sujeto moderno. Conviven en el pecho renacentista dos almas: una cl¨¢sica, c¨®smico-musical, imitativa, conservadora, y otra moderna, cient¨ªfica, antropol¨®gica, progresista. Durante el Renacimiento la imitaci¨®n alcanza su c¨¦nit, m¨¢s a¨²n, el Renacimiento es imitaci¨®n hecha ¨¦poca. Ahora bien, para los humanistas, el estudio y cultivo amoroso de los cl¨¢sicos greco-latinos no responde a una curiosidad arqueol¨®gica o a la nostalgia de tiempos mejores, sino que sirvi¨® para emanciparse de una Edad Media percibida como anacr¨®nica y est¨¦ril: he aqu¨ª la imitaci¨®n -la reiteraci¨®n, la repetici¨®n- como motor de progreso y superaci¨®n. No se trata de una imitaci¨®n naturalista o realista, a la manera de novelistas y pintores positivistas del XIX, que describen emp¨ªricamente una Naturaleza desencantada y hu¨¦rfana de simbolismo, mera extensi¨®n ca¨®tica de materia f¨ªsica y social susceptible de an¨¢lisis cient¨ªfico. Por el contrario, la imitaci¨®n en sentido estricto es siempre idealista porque presupone el car¨¢cter normativo, t¨ªpico y ejemplar del orden de la Naturaleza, la cual es perfecta, acabada y completa antes de que el hombre la contemple o la transforme. De ah¨ª que, en esa mentalidad, quien quiera aspirar al bien o a la belleza, no debe pretender crear algo nuevo -?para qu¨¦, si el orbe ya est¨¢ ordenado y en armon¨ªa?-, sino imitar la perfecci¨®n ya redonda y cerrada del cosmos que se le ofrece al ingenio humano en todo su esplendor con s¨®lo abrir los ojos. Arist¨®teles dio a esta metaf¨ªsica su fundamento est¨¦tico al establecer la conocida distinci¨®n contenida en su Po¨¦tica entre Poes¨ªa imitativa, que expresa el deber-ser universal y ejemplar, y la Historia, que narra lo meramente particular.
Alonso Quijano deja su casa, cambia de vestuario y de profesi¨®n, y decide imitar un ejemplo ideal de virtud y humanidad para alcanzar una perfecci¨®n que habr¨¢ de elevarle por cima de la oscuridad y median¨ªa de su existencia anterior. "Amad¨ªs fue el norte, el lucero, el sol de los valientes y enamorados caballeros, a quien debemos imitar todos aquellos que debajo de la bandera de amor y de la caballer¨ªa militamos. Siendo, pues, esto ans¨ª, como lo es, hallo yo, Sancho amigo, que el caballero andante que m¨¢s le imitare est¨¢ m¨¢s cerca de alcanzar la perfecci¨®n de la caballer¨ªa". Al referir esto a su escudero (I, XXV), don Quijote se revela, en consecuencia, como el Gran Imitador, pero todos los lances y aventuras de la novela demuestran la profunda imposibilidad -plenamente moderna- de una tal imitaci¨®n as¨ª como de la mera existencia de ese ideal en una realidad moderna desencantada. Quiere imitar pero no puede porque la realidad le contradice, y en esa impotencia el imitador se convierte en ¨²nico, en individuo... inimitable. Esa imposibilidad, esa impotencia de realizaci¨®n del ideal, es el parto que alumbra la nueva individualidad, sin modelos y sin disc¨ªpulos, simplemente existente. ?se es el sentido de la locura quijotesca, el signo de una personalidad extravagante, irrepetible, nada ejemplar y resistente a la generalizaci¨®n, como el propio sujeto moderno. Conviven en el hidalgo las dos almas renacentistas, la emulaci¨®n cl¨¢sica del dechado ideal y el embri¨®n de la nueva autoconciencia, si bien, en la balanza, acaba pesando m¨¢s este segundo platillo, como lo prueba el hecho, algunas veces notado, de que la novela sobre ese gran imitador que es don Quijote puede leerse y disfrutarse sin necesidad de conocer el modelo que imita, las novelas de caballer¨ªa, que se tornan irrelevantes y carentes de significado ante la sorprendente densidad de su copia. Cervantes, que toda su vida quiso componer una gran obra de imitaci¨®n, una tragedia cl¨¢sica, un poema narrativo, un idilio pastoril, universal y ejemplar con arreglo a la preceptiva aristot¨¦lica, encontr¨® su genio cuando, prescindiendo de todo esto, escribi¨® acerca de c¨®mo son las cosas y no acerca de c¨®mo deben ser y se decidi¨® a narrar lo particular en cuanto particular. Su acierto fue hacer Poes¨ªa como Arist¨®teles dec¨ªa que hab¨ªa que escribir la Historia.
Y esa doble alma renacentista ?no es, a la postre, la de todo ser humano? Su demonio del mediod¨ªa ?no es el nuestro? Somos, como el hidalgo, copias sin modelo, nost¨¢lgicos de una perfecci¨®n que nunca tuvimos. Y en ese desajuste que es el de todos, hay algo que es exclusivo de ¨¦l: esa bonhom¨ªa, ese conocimiento de que el hombre es poco pero merece dignidad pese a cuanto lo desmiente, que vivir es una locura pero no miserable, y esa misericordia realista, esa benevolencia en la experiencia, esa espada usada para la paz, ese socorro a los indefensos, ese homenaje a la belleza.
Javier Gom¨¢ Lanz¨®n es premio Nacional de Ensayo 2004 por su libro Imitaci¨®n y experiencia (Pre-Textos).
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.