Ecoescepticismo
Las organizaciones no gubernamentales que trabajan en favor del medio ambiente est¨¢n observando el avance de una figura creciente en la sociedad: el ecoesc¨¦ptico, un ciudadano que recela del discurso ecologista, que duda que su actitud particular pueda contribuir a resolver los conflictos medioambientales y que, en consecuencia, no secunda ninguna iniciativa al respecto y hace caso omiso de las propuestas para avanzar en t¨¦rminos de sostenibilidad.
Pocos en el sector parecen admitirlo, pero lo cierto es que existe un creciente n¨²mero de ciudadanos que, comprometidos con otros ¨¢mbitos de la solidaridad, ejerciendo con responsabilidad su ciudadan¨ªa, recelan del ecologismo y su vertiente social, por no hablar de las falsas expectativas abiertas en nuestro pa¨ªs por los partidos verdes.
En opini¨®n de Paco Valero, director de la revista Integral, decana de la prensa ambiental espa?ola, la situaci¨®n es consecuencia del contexto social en el que nos hallamos. Seg¨²n el, "hoy en d¨ªa los valores en alza tienen que ver con la satisfacci¨®n inmediata. En ese sentido la solidaridad con los semejantes, adem¨¢s de comportar sacrificios menores, reconforta interiormente, mientras que la adopci¨®n de pautas ecol¨®gicas implica cambios de comportamiento en lo personal y no genera beneficios emocionales sino a largo plazo". "La paradoja", a?ade Valero, "est¨¢ en que la mejor manera de contribuir al beneficio de todo y para todos ser¨ªa adoptar una postura a favor del medio ambiente m¨¢s activa y responsable".
Ese razonamiento, entre muchos otros, ayudar¨ªa a entender por qu¨¦ mientras que las organizaciones de ayuda humanitaria crecen y se desarrollan en todo el mundo y las campa?as de solidaridad con pueblos afectados por cat¨¢strofes naturales prosperan cada vez m¨¢s, el nivel de participaci¨®n en las ONG ecologistas o en las campa?as a favor del medio ambiente est¨¦ incluso retrocediendo respecto a ¨¦pocas anteriores. La propia Greenpeace ha visto reducida su lista de socios hasta el punto de tener que cerrar algunas de sus oficinas, por ejemplo en Estados Unidos.
El ecoesc¨¦ptico no atiende al esp¨ªritu filantr¨®pico con el que act¨²an estas organizaciones, a sus propuestas para alcanzar una mejora de la calidad de vida a partir de la mejora del entorno. Cree que las f¨®rmulas en favor de un desarrollo sostenible suponen un retroceso de la sociedad del bienestar y no alcanza a entender que defendiendo la parte (las ballenas) se est¨¢ luchando en realidad por salvaguardar el todo (los oc¨¦anos).
Por ello somos muchos los que opinamos que si el ecoescepticismo sigue avanzando, si su cadencia se convierte en opci¨®n mayoritaria, perderemos opciones de futuro. Porque si algo propugna el discurso ecologista, si una idea resume el contenido de sus propuestas, es la de avanzar, saneando el medio ambiente, hacia una sociedad m¨¢s saludable y en equilibrio con la naturaleza. Una tarea que exige observar los conflictos ambientales, analizarlos en su conjunto y realizar propuestas globales que, a partir de acciones locales y particulares, permitan su soluci¨®n efectiva. A ello dedican los mejores a?os de su vida los miles de voluntarios que trabajan en las diversas organizaciones ecologistas de todo el mundo. Esos a los que el ecoesc¨¦ptico niega el pan y la sal.
Jos¨¦ Luis Gallego es periodista
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