Manuel cerezales gonz¨¢lez, periodista, cr¨ªtico y editor
Manuel Cerezales Gonz¨¢lez lleg¨® a Madrid al terminar la Guerra Civil, en la que hab¨ªa sido combatiente, envuelto a¨²n en la capa blanca del requet¨¦ -la capa blanca de Cabrera-; manten¨ªa una posici¨®n de catolicismo militante pero abierto, tolerante, y la sostuvo en sus art¨ªculos que, si bien apelaban a la tradici¨®n de la que proced¨ªa, eran un descanso en los tiempos de los mazacotes militantes de la ¨¦poca.
Era un cr¨ªtico literario sagaz. El carlismo de entonces, que ten¨ªa como pretendiente al trono de Espa?a a Carlos Hugo de Borb¨®n Parma -pretendiente tambi¨¦n al trono de Francia, y figura muy querida en Par¨ªs por su actuaci¨®n valiente en la resistencia contra los ocupantes alemanes, por los que fue torturado-, lleg¨® a organizar una peque?a expedici¨®n de intelectuales a rendirle pleites¨ªa, aprovechando un Congreso de Periodistas Cat¨®licos.
Hab¨ªa nacido en Orense (Villadeciervos) el a?o 1909; precisamente el lunes recibi¨® el homenaje que la Asociaci¨®n de la Prensa de Madrid tributa a sus asociados nonagenarios, que son 22 en Madrid: a pesar de que el periodismo est¨¢ considerado como una de las profesiones m¨¢s peligrosas del mundo, parece que tambi¨¦n ayuda a conservar la vida. Su vocaci¨®n era literaria, y fue cr¨ªtico y editor de considerable influencia en la posguerra.
Por aquel prestigio fue un d¨ªa visitado por una joven escritora reci¨¦n llegada de Canarias, Carmen Laforet, que le someti¨® el manuscrito de su primera novela: Nada. Cerezales encontr¨® todos los valores de la obra, pero no consider¨® posible la publicaci¨®n en la editorial que dirig¨ªa, Novelas y Cuentos; inclin¨® a Carmen a que la presentara al premio Nadal que se convocaba por primera vez, y lo gan¨® (1946); suya fue la primera cr¨ªtica. No es necesario insistir en la calidad de la obra y en el ¨¦xito mundial que tuvo: a¨²n se hacen ediciones.
No fue, sin embargo, est¨¦ril aquella primera entrevista: surgi¨® entre los dos un afecto que se convirti¨® en amor, se casaron y tuvieron cinco hijos, dos de los cuales se han significado literariamente -Agust¨ªn, Cristina- pero se separaron en los a?os setenta. Hab¨ªan vivido juntos una interesante aventura en T¨¢nger, donde Manuel fue como director del diario Espa?a, peri¨®dico raro y audaz para lo que era la prensa espa?ola en aquel momento de gran censura. Ten¨ªa una gran experiencia como subdirector durante cinco a?os del diario Informaciones de Madrid, donde mantuvo una cierta lucha con el poder, y sobre todo con el famoso director general de prensa Juan Aparicio, de origen falangista, y con el ministro Arias Salgado, que no quer¨ªan tolerar la forma carlista de pensamiento que parec¨ªa surgir de aquel peri¨®dico, que por tantas l¨ªneas fue atravesando.
De T¨¢nger pas¨® a dirigir el diario Faro de Vigo: su temperamento aperturista, a¨²n dentro del humanismo cat¨®lico y del pensamiento tradicionalista, se?al¨® una etapa muy diferente a lo que aquel peri¨®dico hab¨ªa sido hasta entonces. Fue tambi¨¦n subdirector del madrile?o diario El Alc¨¢zar hasta que lo recuper¨® la Hermandad de Excombatientes y le dio un car¨¢cter mucho m¨¢s duro ante una Espa?a en la que ve¨ªan fracasar poco a poco sus ideales.
Los art¨ªculos cr¨ªticos de Manuel Cerezales mantienen siempre esa misma l¨ªnea donde no parece haber contradicci¨®n en el humanismo cristiano y el catolicismo militante enfrentado con el Opus Dei y una admisi¨®n de pensamientos libres. Si para ¨¦l Men¨¦ndez Pelayo era el patriarca mayor de las letras espa?olas, sab¨ªa respetar tambi¨¦n alg¨²n nihilismo como el que apareci¨® en la primera etapa de los Premios Nadal y en la joven literatura para la que Carmen Laforet hab¨ªa sido la singular rotura de una superficie del hielo franquista.
Hac¨ªa ya a?os que viv¨ªa solo, en una residencia, aunque en buen estado mental y f¨ªsico: nada parec¨ªa indicar en los ¨²ltimos d¨ªas que la muerte estaba ya sobre sus pasos. La lectura que le acompa?¨® toda su vida le compensaba de una sordera profunda que tambi¨¦n hab¨ªa contribuido a su aislamiento. Deja un gran recuerdo entre quienes le conocieron.-
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