Ratzinger, el candidato secreto
Al otro lado del T¨ªber, en los palacios apost¨®licos, al abrigo de las murallas leoninas, soplan aires de bonanza. No se cambia, no se proyecta, no se propone. Cada vez que se abre la ventana del estudio del Papa, la multitud reunida en la plaza de San Pedro asiste al espect¨¢culo desgarrador de un hombre que busca, luchando, aliento para las palabras. Un luchador prisionero de su cuerpo, que conf¨ªa en Dios e ignora lo que le tienen reservado las estaciones venideras.
Hay desorientaci¨®n en el gran cuerpo de la Iglesia universal. Incertidumbre sobre el futuro, inquietud por el inmenso vac¨ªo que habr¨¢ que llenar. ?l, el papa Wojtyla, ya ha desvelado el misterio. "Alg¨²n d¨ªa", escribi¨® en su poema Tr¨ªptico romano, "volver¨¢ a reunirse en la Sixtina la estirpe a la que se ha confiado la custodia del legado de las llaves... cuando se presente la necesidad, despu¨¦s de mi muerte".
Los papados de transici¨®n han tenido a menudo, en la historia de la Iglesia, una funci¨®n esencial para abrir el camino a otras perspectivas
Ratzinger en el trono de Pedro. Es una perspectiva que fascina y asusta, seg¨²n la ideolog¨ªa de cada prelado
En la Curia, la contrase?a es que todo siga como siempre. "Trabajamos como si fuera el primer d¨ªa del pontificado", me conf¨ªa el patriarca de Lisboa
A Ratzinger le aburre la burocracia. Esencializar es su lema, dilucidar "lo que constituyen los pilares de nuestra fe", concentrarse en las cuestiones fundamentales
Joseph Ratzinger, el purpurado de 77 a?os que preside el colegio cardenalicio, nos ha confiado con emoci¨®n c¨®mo era el ambiente del c¨®nclave de 1978, del que surgi¨® el nombre del pont¨ªfice polaco: "En las horas de la gran decisi¨®n est¨¢bamos expuestos a las im¨¢genes de Miguel ?ngel, insinuaban en nuestro alma la grandeza de la responsabilidad".
Ahora es ¨¦l, susurra la vox p¨®puli de la otra orilla del T¨ªber, el que est¨¢ en liza por el trono m¨¢s antiguo del mundo. De peque?o, cuando todos so?¨¢bamos con ser jardineros, bomberos o pilotos, ¨¦l se imaginaba el futuro como pintor de brocha gorda. En cambio, luego apareci¨® la vocaci¨®n sacerdotal, se convirti¨® en te¨®logo conciliar en las filas de los reformistas m¨¢s rebeldes, pero inmediatamente despu¨¦s dio un giro hacia los alarmistas refrenados y fue nombrado por Pablo VI arzobispo de M¨²nich, hasta que con Karol Wojtyla lleg¨® a la cabeza de la Congregaci¨®n para la Doctrina de la Fe, el ex Santo Oficio. A?o del Se?or de 1981: desde entonces ha permanecido siempre al tim¨®n, velando por la "doctrina de la fe", inspeccionando y condenando, repartiendo vetos e instrucciones. Brazo derecho de total confianza de Juan Pablo II.
En el Vaticano y en el mundo, su figura ya es familiar. El guardi¨¢n del dogma tiene unos ojos azules de los que emana una mirada t¨ªmida, una sonrisa apenas acentuada, un mech¨®n blanco bajo el solideo rojo, una pronunciaci¨®n mesurada que revela una voluntad inflexible. Ha procesado a la flor y nata de los te¨®logos cr¨ªticos y ha combatido la teolog¨ªa de la liberaci¨®n, ha dicho no al sacerdocio femenino, ha condenado irrevocablemente la homosexualidad, ha negado el car¨¢cter pleno de Iglesia a las confesiones protestantes, ha prohibido la comuni¨®n a los divorciados que se han vuelto a casar y ha rechazado un papel activo de los laicos en la gu¨ªa de la comunidad de fieles.
Y sin embargo, rechaza la imagen hosca. "Yo no soy el Gran Inquisidor y tampoco me siento una Casandra cuando examino los factores negativos en la Iglesia", gusta decir de s¨ª mismo. Si acaso, insiste, se siente cercano a una religiosidad "colorista, barroca, mozartiana" como la de su Baviera natal. Pero admite que a veces monta en c¨®lera debido a las cosas que no funcionan (sucede entre murallas bien protegidas).
Listas trastocadas
"S¨ª, ahora est¨¢ en la lista de papables", confirman algunos prelados notoriamente prudentes, mientras que hace pocos a?os era impensable, al ser el s¨ªmbolo de una polarizaci¨®n excesivamente conservadora (igual que se descartaba al cardenal Martini por demasiado liberal). Esto ocurre porque el papa Wojtyla est¨¢ reinando durante tanto tiempo que trastoca todas las listas. Algunos candidatos han sido incluso superados, como el purpurado brasile?o Lucio Moreira Neves. Otros nombres est¨¢n detenidos en la larga marcha: Tettramanzi de Mil¨¢n, o su hermano vien¨¦s Schoenborn, o el "candidato de ?frica" Arinze. Entre los nuevos ingresos, el patriarca de Venecia, Scola, mientras que resiste entre los eminent¨ªsimos latinoamericanos Hummes, de S?o Paulo, y se perfila en silencio un hijo de India, Ivan Dias, de Bombay.
En la Curia, la contrase?a es que todo siga como siempre. "Trabajamos como si fuera el primer d¨ªa del pontificado", me conf¨ªa el patriarca de Lisboa, Da Cruz Policarpo. Concentrarse en los compromisos presentes es la mejor forma de preparar el advenimiento. Pero produce desaliento pensar en el ma?ana y est¨¢ extendido el temor a una elecci¨®n que de improviso entorpezca a la Iglesia con reformas (como ocurri¨® con el imprevisible Juan XXIII) o que bloquee todo en la temerosa defensa de la identidad. Surge en este clima la aspiraci¨®n a un papado de transici¨®n. Pero un papado de peso, que no haga a?orar la autoridad mundial de Wojtyla. Porque todos est¨¢n convencidos de que el papado es fundamental en el escenario de la globalizaci¨®n, especialmente frente a la dispersi¨®n de los protestantes y la fragmentaci¨®n de los ortodoxos.
El asunto de Irak, que ha mostrado la superpotencia espiritual cat¨®lica frente al gigante militar de Estados Unidos, ha sido una prueba. "Juan Pablo II", explica el cardenal Achille Silvestrini, "ha surgido como el gu¨ªa moral de la cristiandad. Lo han reconocido tambi¨¦n las iglesias no cat¨®licas... El Papa ha interpretado la conciencia cristiana del mundo".
Un liderazgo tan preciado no debe perderse. Los papados de transici¨®n (y un candidato de casi 80 a?os garantiza un pontificado decididamente m¨¢s breve que el de Wojtyla) han tenido a menudo, en la historia de la Iglesia, una funci¨®n esencial para abrir el camino a otras perspectivas. Giulio Andreotti, como historiador, est¨¢ convencido de que incluso los brev¨ªsimos (como el papa Luciani) son providenciales como "pasos obligados hacia grandes innovaciones".
Joseph Ratzinger parece ofrecer algunas bazas, ahorrando traumas entre la era Wojtyla y los cambios que se produzcan en el siglo XXI. Si el nudo no resuelto del catolicismo es la excesiva centralizaci¨®n del poder en el Vaticano, el cardenal b¨¢varo ha hecho saber que se puede pensar en "foros suprarregionales (en el ¨¢mbito continental) que se hagan cargo tambi¨¦n de funciones hasta ahora desempe?adas por Roma". Me dijo a¨²n m¨¢s durante nuestra conversaci¨®n en la Sala Roja del Santo Oficio: "Cada vez m¨¢s se observa que una Iglesia de dimensi¨®n mundial, y en la situaci¨®n en que se encuentra el mundo, no puede ser gobernada de forma mon¨¢rquica, y con el tiempo tambi¨¦n se encontrar¨¢ la forma de crear realmente una profunda colaboraci¨®n entre los obispos y el Papa. Porque s¨®lo as¨ª podemos responder a los desaf¨ªos de este mundo".
?Aceptaba la idea del cardenal Martini, le pregunt¨¦, de otro concilio sobre los nudos de la Iglesia? La r¨¦plica fue sorprendente, una contrapropuesta: una "reuni¨®n no demasiado institucionalizada" para empezar. "Habr¨ªa que intentar localizar", sostiene, "una representaci¨®n de todos los principales sujetos eclesi¨¢sticos. Pero sin crear estructuras jur¨ªdicas. Yo sugerir¨ªa que se empezara as¨ª...".
?Un momento de reflexi¨®n extraordinaria? "No tengo una idea precisa. Quiz¨¢ podr¨ªa prepararse en el ¨¢mbito continental o en el de las conferencias episcopales. Iniciativas de este tipo deben madurar. Quiz¨¢ ser¨ªa ¨²til empezar por un grupo no demasiado grande para despu¨¦s ampliar la iniciativa. Hace falta un intercambio realmente fructuoso, pero es necesario que se produzca en un clima espiritual y no como en un parlamento".
Un intercambio de ideas sobre el futuro de la Iglesia. Una carta que sus partidarios podr¨¢n jugar en el futuro c¨®nclave. Igualmente innovadora ser¨ªa la reforma de las anulaciones de los matrimonios religiosos, que podr¨ªan liberar de la angustia a miles de cat¨®licos divorciados y vueltos a casar. "En el futuro", es su propuesta, "se podr¨ªa llegar a una constataci¨®n extrajudicial de la nulidad del primer matrimonio". Decidir¨ªa "el que tenga la responsabilidad pastoral en el lugar". Es decir, los obispos en sus di¨®cesis. Borr¨®n y cuenta nueva sobre los enrevesados procesos de la Sacra Rota.
Porque a Ratzinger le aburre la burocracia. Esencializar es su lema, dilucidar "lo que constituyen los pilares de nuestra fe", concentrarse en las cuestiones fundamentales. "Desde luego, la Iglesia todav¨ªa no ha realizado a fondo el salto al presente", ha admitido con su interlocutor de confianza, el escritor alem¨¢n Peter Saewald. "Debemos tomar nota de que nuestras filas van menguando", le ha confiado, entender que la Iglesia de misas est¨¢ llegando al ocaso, admitir la disminuci¨®n del porcentaje de cristianos bautizados en la Europa de hoy... Los datos estad¨ªsticos muestran tendencias irrefutables... Se deduce de ello la posibilidad de identificaci¨®n entre el pueblo y la Iglesia en determinadas ¨¢reas culturales". A quienes se hacen ilusiones replica: "En Magdeburgo, el porcentaje de cristianos de todas las confesiones no es m¨¢s que el 8%". Si Toynbee afirma que el destino de la sociedad se ha confiado a las minor¨ªas creativas, "los cristianos deben considerarse una de estas minor¨ªas". Por eso son importantes los movimientos. Incluso una Iglesia peque?a debe estar abierta: "No podemos aceptar tranquilamente el hecho de que la humanidad se precipite en el paganismo".
El trono de Pedro
Ratzinger en el trono de Pedro. Es una perspectiva que fascina y asusta, seg¨²n la ideolog¨ªa de cada prelado. Ser¨ªa el primer pont¨ªfice alem¨¢n desde la Edad Media, un papa llegado del coraz¨®n de la historia europea. Poco indulgente con el unilateralismo estadounidense y no por pacifismo a ultranza: "Para impedir que la fuerza del derecho se transforme en arbitrariedad, ¨¦sta debe someterse a criterios r¨ªgidos, reconocidos por todos", record¨® en el aniversario de la Segunda Guerra Mundial. Partidario de una econom¨ªa social de mercado de ¨¢mbito mundial: "La ca¨ªda del comunismo no ha confirmado la bondad del capitalismo en todas sus formas". Feliz por la Brecha de Porta Pia [el 20 de septiembre de 1847, las tropas italianas abrieron una brecha en las murallas de Roma y consiguieron tomar la ciudad y terminar con el poder de los papas]: "El Estado Pontificio, desde luego, comport¨® muchas mezclas insanas... Gracias a Dios, cay¨® en 1870".
Pero tambi¨¦n inflexible en su defensa de la idea de una verdad ¨²nica ostentada por la Iglesia cat¨®lica y la concepci¨®n de Jesucristo como "Salvador ¨²nico". Sobre este asunto sigue siendo un cardenal de hierro: "Una especie de anarquismo moral e intelectual", gusta de repetir, "lleva a no aceptar una verdad ¨²nica". Y eso no puede ser. As¨ª, el di¨¢logo interreligioso no debe convertirse nunca en "movimiento en el vac¨ªo" y no hay que animar la deriva de muchos occidentales hacia el budismo, marcado por el autoerotismo espiritual. "Ir a contracorriente y resistir a los ¨ªdolos de la sociedad contempor¨¢nea forma parte de la misi¨®n de la Iglesia".
Si se le pregunta cu¨¢l es su deseo, la respuesta es retirarse pronto en Frascati, debido tambi¨¦n a su fr¨¢gil salud. Si se le pregunta qu¨¦ tipo de papa se imagina, responde: "Un hombre de fe y que ame a Dios y, por tanto, a los hombres".
La partida ha empezado. Todos le reconocen una gran personalidad. "Clarividente y coherente... y mucho menos r¨ªgido de lo que parece", comenta el cardenal Echegaray. ?l tambi¨¦n est¨¢ excluido de entre los papables.
Marco Politi es periodista italiano y uno de los m¨¢ximos especialista en el Vaticano ? ]]>La Repubblica. ]]> Traducci¨®n de News Clips.
Los prelados que tambi¨¦n suenan
Excepto Ocean¨ªa, todos los continentes est¨¢n representados en las figuras de los que, 'a priori', pueden ser llamados a ser el futuro papa de la Iglesia cat¨®lica. Aunque, eso s¨ª, Europa, y fundamentalmente Italia, es la mejor representada en esta aparente terna.
Dionigi Tettramanzi
Arzobispo de G¨¦nova y despu¨¦s de Mil¨¢n, es especialista en moral y se ocupa de los problemas de la paz y la globalizaci¨®n. En el trabajo pastoral siempre ha preferido la relaci¨®n humana con los fieles. Tiene 69 a?os.
Angelo Scola
Es el patriarca de Venecia, despu¨¦s de haber ocupado el cargo de rector de la Universidad Laterana. Procede de Comuni¨®n y Liberaci¨®n. Ha colaborado en algunas enc¨ªclicas del Papa. Ha cumplido 61 a?os.
Cristoph Schoenborn
Arzobispo de Viena, es un refinado te¨®logo, h¨¢bil en la gesti¨®n del enfrentamiento con la cultura de hoy. En Austria ha mostrado una gran capacidad de trato con los cristianos de base. Tiene 58 a?os.
Angelo Sodano
Secretario de Estado desde 1990, ha sido y sigue siendo el m¨¢s estrecho colaborador de Juan Pablo II en la ¨¦poca de la ca¨ªda del muro de Berl¨ªn. Dice que la Iglesia est¨¢ siempre abierta a las reformas. Tiene 75 a?os.
Francis Arinze
En su calidad de presidente del Consejo para el di¨¢logo interreligioso, ha tenido la posibilidad de desarrollar todas las relaciones con el islam y con las otras confesiones del mundo. Es nigeriano y tiene 70 a?os.
Ivano Dias
Si la Iglesia quiere abrir una brecha en el enfrentamiento con los pueblos nuevos de las naciones asi¨¢ticas, ¨¦l es el hombre adecuado. Arzobispo de Bombay, ha servido durante a?os en la Secretar¨ªa de Estado. Tiene 85 a?os.
Claudio Hummes
Arzobispo de S?o Paulo, en Brasil es un franciscano especialista en filosof¨ªa y muy sensible a los problemas de la justicia social y los de la renovaci¨®n de la Iglesia. En agosto cumplir¨¢ 70 a?os.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.