Jos¨¦ Antonio Aguirre, y su paso por Berl¨ªn
La afirmaci¨®n del Sr. Leopoldo Barreda de los R¨ªos sobre unas supuestas proclividades filonazis del primer lehendakari de Euskadi Jos¨¦ Antonio Aguirre -afirmaci¨®n apoyada adem¨¢s en la lectura de uno de sus escritos durante el reciente pleno del Parlamento Vasco sobre la propuesta de Nuevo Estatuto Pol¨ªtico para Euskadi- ha causado sorpresa y revuelo. Es decir exactamente el efecto que persigue toda provocaci¨®n de este tipo.
Es la raz¨®n por la que parece necesario -sin exagerar por ello la importancia de un incidente nimio en relaci¨®n al fondo del debate pol¨ªtico actual- intentar poner las cosas en su sitio y de paso contestar al Sr. Barreda, puesto que aludi¨® en el programa de Radio Euskadi El Parlamento de las ondas del s¨¢bado 15 de enero de 2005 al hecho que la familia de Jos¨¦ Antonio Aguirre no ha desmentido su afirmaci¨®n.
Las frases sacadas de contexto y manipuladas, pueden dar lugar a tergiversaciones m¨¢s o menos esperp¨¦nticas
Lo que le interesaba era determinar las fuerzas y flaquezas del totalitarismo contra el que luch¨® junto a muchos antifascistas
El texto le¨ªdo por Leopoldo Barreda en el Parlamento vasco est¨¢ extractado de una edici¨®n espuria de unos diarios ¨ªntimos no destinados a la publicaci¨®n, ileg¨ªtimamente editada en 1998 por la Editorial Txalaparta (Tafalla) sin el conocimiento ni la autorizaci¨®n de los Herederos de Jos¨¦ Antonio Aguirre. Versi¨®n por tanto sujeta -como lo denunciamos p¨²blicamente en su momento- a m¨²ltiples errores de transcripci¨®n de unos manuscritos cuyos originales est¨¢n en posesi¨®n de la familia. Entre el manuscrito original y la versi¨®n citada por Barreda existen variantes significativas que, adem¨¢s de la necesaria contextualizaci¨®n hist¨®rica, aclaran el sentido de lo escrito en un momento muy determinado por Aguirre.
Cuando Aguirre escribe sus reflexiones ¨ªntimas, no destinadas a la publicaci¨®n, sobre supuestos logros o desaciertos del r¨¦gimen nazi ¨¦l mismo se encuentra en Berl¨ªn, capital del Tercer Reich, en situaci¨®n de proscrito (?porqu¨¦ si era, seg¨²n Barreda, filonazi?), disfrazado con bigotes y gafas y provisto de una falsa identidad, a la espera de una salida de la Europa nazificada. Durante esos largos meses su situaci¨®n se asemeja a la de un observador o, m¨¢s exactamente, de un esp¨ªa. Lo que se espera realmente de un esp¨ªa no es precisamente la justificaci¨®n de lo que se quiere escuchar (como sucede hoy demasiado a menudo) sino una informaci¨®n lo m¨¢s veraz y objetiva posible sobre lo que el esp¨ªa ve o cree entender. Y no hay en el mundo r¨¦gimen pol¨ªtico, por malo que sea, que no tenga por alg¨²n lado algo menos malo. Cuando Aguirre percibe algo positivo en Alemania no lo es en el nazismo en s¨ª sino, a su entender, en algunos aspectos de la pol¨ªtica social del r¨¦gimen hitleriano, observaci¨®n que anota literalmente en sus agendas personales, por si logra salir con vida de su aventura, para que no se lleven a enga?o sobre la ambigua naturaleza del r¨¦gimen nazi las democracias burguesas en guerra contra Hitler.
Reproduzcamos el texto original (restableciendo lo omitido por la versi¨®n de la Editorial Txalaparta en negrita): "21 de febrero de 1941 (...) A las siete y media a casa de nuevo. Hoy le toca el turno a La Alemania de Hitler!
[falta el muy significativo punto de exclamaci¨®n en la transcripci¨®n de la edici¨®n Txalaparta]. En el campo social se ha realizado una gran obra. Parecen en muchos detalles una copia de lo quisieron y un d¨ªa lo har¨¢n mis compatriotas. Todav¨ªa es corta la obra al lado de lo que mis compatriotas ten¨ªan y tienen preparado. Casa troncal
[desaparece inexplicablemente la troncalidad, de honda ra¨ªz foral vasca, en la edici¨®n Txalaparta], salario familiar, etc. Como se equivocan los que juzgan burguesamente [desaparece, mucho m¨¢s inexplicablemente aun, esta calificaci¨®n pol¨ªtico-sociol¨®gica decisiva, en la edici¨®n Txalaparta] la obra de Hitler. Pero de esto hablaremos abundantemente si Dios me da salud y visados, que casi hacen perder la salud y por supuesto la paciencia".
Como su nombre indica el nazismo de Hitler ten¨ªa dos caras (como supuestamente la Falange Espa?ola fundada por Jos¨¦ Antonio Primo de Rivera): una imperialista y otra social. Eran tiempos de movimientos revolucionarios de todo signo. Ahora bien, sobre lo que meditaba Aguirre, con los zapatos rotos, en sus solitarias y melanc¨®licas lecturas de clandestino en Berl¨ªn no era precisamente sobre la vertiente imperialista y racista del nacional-socialismo (nazismo) que ¨¦l mismo hab¨ªa padecido como tantos otros en Europa, sino sobre algunos logros sociales del r¨¦gimen hitleriano. Las autopistas construidas estaban a la vista del mundo y pronto el Wolkswagen, el "coche del pueblo", al alcance del bolsillo del proletario.
Lo que le interesaba era sobre todo determinar las fuerzas y las flaquezas de un tipo de totalitarismo contra el que luch¨® junto a muchos antifascistas desde la sublevaci¨®n militar espa?ola del 18 de julio 1936 contra la Rep¨²blica y el bombardeo de Gernika el 26 de abril de 1937, experiencias que culminaron en la orden escrita que dio, en el inicio de la Segunda Guerra Mundial, a todos los vascos dem¨®cratas y antifascistas de luchar junto a las democracias contra el fascismo hasta el final. Ello no le impidi¨® denunciar, en su fuero interno, la hipocres¨ªa burguesa de los que entend¨ªan denunciar -desde la a?eja vieja Europa liberal y chauvinista- el horror del nazismo no precisamente por imperialista y racista sino, sobre todo, por "socialista" o, como se dec¨ªa entonces, por "revolucionario".
En un esfuerzo de objetividad vertida en reflexiones ¨ªntimas, no de pol¨ªtico, sino m¨¢s bien de observador atento al futuro de una Europa sumida entonces en una guerra pronto mundial que interpretaba en t¨¦rminos esencialmente ideol¨®gicos pero tambi¨¦n sociales, intentaba identificar los errores del pasado y detectar, incluso en el r¨¦gimen m¨¢s odiado, alguna aportaci¨®n positiva (como lo har¨ªa, en otros de sus escritos, con el sovietismo y su lucha por la igualdad social y la promoci¨®n del proletariado). So?aba en realidad Aguirre en el ¨¢mbito social -como el escrito original refleja claramente- no tanto con algunas medidas en el terreno social (casa y salario familiar) acertadas, a su parecer, del r¨¦gimen hitleriano sino con algo muy debatido entonces dentro del nacionalismo vasco de inspiraci¨®n sabiniana, actualizado por su propia generaci¨®n y que consideraba, como su texto afirma, m¨¢s revolucionario aun: una combinaci¨®n de lo tradicional (la troncalidad foral de la propiedad) y de lo moderno (el salario familiar para el obrero, conforme a la doctrina social de la Iglesia Cat¨®lica). Utop¨ªas ancestrales o progresistas que volaban sueltas entre las muchas propagandas del tiempo. Nada de todo esto implicaba en Aguirre la m¨¢s m¨ªnima identificaci¨®n personal con la ideolog¨ªa nazi -como es obvio dada su trayectoria pol¨ªtica- como tampoco implicaba su reiterado reconocimiento de los logros sociales del r¨¦gimen sovi¨¦tico la menor adhesi¨®n personal al comunismo.
?Necesita el Sr. Barreda una comprobaci¨®n a contrario de la inadecuaci¨®n de su m¨¦todo interpretativo descontextualizador? En las mismas peque?as agendas de bolsillo en las que Aguirre anotaba sus pensamientos m¨¢s ¨ªntimos, encontramos lo siguiente: "1 de marzo de 1941: (...) Hoy me he enterado de la muerte de Alfonso XIII. Que Dios le tenga en su gloria. He rezado una oraci¨®n por su alma (...)". Aplicando a esta sencilla anotaci¨®n la metodolog¨ªa interpretativa del Sr. Barreda no deber¨ªa quedar la menor duda, no de los caritativos sentimientos cristianos que embargaban al buen primer lehendakari, sino de sus claros sentimientos filomon¨¢rquicos. Como en cualquier texto se podr¨ªan multiplicar al infinito frases que, oportunamente sacadas de su contexto y manipuladas, podr¨ªan dar lugar a tergiversaciones m¨¢s o menos esperp¨¦nticas.
Pero no es la intenci¨®n de esta rectificaci¨®n soliviantar m¨¢s al Sr. Barreda en sus aficiones historiogr¨¢ficas. Si no fuera para recomendarle vivamente la atenta lectura de la reciente reedici¨®n en el 2004 con motivo del centenario del nacimiento del primer lehendakari por las editoriales FOCA (en castellano) y EREIN (en euskara), de De Guernica a Nueva York pasando por Berlin, obra escrita por Jos¨¦ Antonio Aguirre en plena Segunda Guerra Mundial que quiz¨¢s pueda aclararle algunas de sus dudas interpretativas.
I?aki Aguirre Zabala es Catedr¨¢tico de Relaciones Internacionales en la UPV.
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