El azul se ense?orea del Guggenheim con la retrospectiva de Yves Klein
Klein cambi¨® los pinceles por el cuerpo humano para sus antropometr¨ªas y experiment¨® con elementos naturales
Una inmensa piscina rectangular de color azul se ha instalado en el suelo de la planta baja del Guggenheim. Est¨¢ cubierta con el pigmento International Klein Blue (IKB), el azul Klein internacional, un penetrante azul ultramar que se convirti¨® en se?a de identidad del artista franc¨¦s Yves Klein (1928-1962) y domina la retrospectiva que ayer se inaugur¨® en el museo bilba¨ªno. La exposici¨®n, que permanecer¨¢ abierta hasta el 2 de mayo, muestra m¨¢s de un centenar de piezas, entre las que se pueden ver pinturas monocromas, antropometr¨ªas, esculturas y relieves realizados con esponjas y las obras que surgieron del trabajo con fuego. "El color era para Yves Klein la sensibilidad materializada", record¨® el comisario de la muestra, Olivier Berggruen, conservador adjunto de la Schirn Kunsthalle, de Francfort. "El azul, la verdad", dijo.
Toda la producci¨®n art¨ªstica de Klein es el resultado de tan s¨®lo siete a?os de trabajo. Su primera obra, diez folios que formaban un folleto sobre los que peg¨® papeles de diferentes colores, fue realizada entre 1953 y 1954. En junio de 1962, fallec¨ªa a los 34 a?os a causa de un tercer ataque de coraz¨®n. En menos de una d¨¦cada, Klein, un autodidacto, de personalidad polifac¨¦tica, a quien le gustaba practicar judo y escribir sobre su forma de entender el arte, cre¨® una obra de dif¨ªcil clasificaci¨®n. "Klein tiene algo de pop art, de minimalismo, de performance, de instalaciones y de arte conceptual", a?adi¨® Berggruen
.El punto de partida cronol¨®gico de la exposici¨®n de Klein son los folios sobre los que adhiri¨® en 1954 rectangulos de colores de diferentes tama?os. Son 10 planchas de colores que, en opini¨®n del comisario de la retrospectiva, se acercan a lo que fue posteriormente el arte conceptual. Supuso el primer paso del artista antes de entrar de lleno en las monocrom¨ªas, que le pemitieron, subray¨® Berggren, "focalizar su mente". Klein era un "artista que pensaba en t¨¦rminos de color".
En 1955, la primera presentaci¨®n p¨²blica de un monocromo se sald¨® con un fracaso. Klein quiso exponer Expresi¨®n del universo color naranja plomo en Par¨ªs, pero el jurado del certamen rechaz¨® el cuadro con el argumento de que un ¨²nico color no era suficiente para ser considerado una pintura. El monocromo naranja forma parte de la exposici¨®n, junto a otras pinturas de un solo color (blanco, negro, rosa, rojo, verde) de esa ¨¦poca inicial. "Klein utilizaba un rodillo, en lugar de pinceles, para evitar la huella de la mano del artista en sus pinturas", dijo el comisario.
Klein se volc¨® pronto en la creaci¨®n con el color azul, su caracter¨ªstico azul ultramar, resultado de una larga b¨²squeda de pigmentos y procesos t¨¦cnicos que mantuvieran la luminosidad original. "El azul es lo invisible torn¨¢ndose visible", escribi¨®. La exposici¨®n recoge numerosos cuadros monocromos en azul, pero tambi¨¦n esculturas y relieves que realizo en el mismo color con esponjas naturales, y otras piezas como biombos o un tapiz. "Es la revoluci¨®n del azul", se?al¨® el comisario.
En paralelo a la utilizaci¨®n del azul, Klein experimento en menor medida con una tonalidad de rosa que hall¨® en una visita a Italia y tambi¨¦n con el dorado.
A principios de los 60, Klein empez¨® a realizar antropometr¨ªas, cuadros en los que cuerpos femeninos desnudos impregnados de pintura se estampaban contra el lienzo. En ocasiones, las pinturas es lo que queda de las performances que el artista organizaba. En la exposici¨®n tambi¨¦n se puede ver el autorretrato que con el mismo sistema pint¨® Klein, impregnando de pintura su cuerpo en el mismo lienzo que refleja la figura de su mujer, Rotraut.
En los ¨²ltimos a?os de su vida Klein comenz¨® a experimentar con el fuego, con el que dejaba huellas sobre los lienzos, mezcladas con color. Entonces cre¨® tambi¨¦n la Fuente de fuego instalada en el estanque del Guggenheim, en la que las llamas que surgen de los quemadores de gas se elevan varios metros sobre el agua. No fue su ¨²nico juego con las fuerzas naturales. La exposici¨®n recoge obras en las que la lluvia o el viento dejaron su rastro sobre la pintura.
El Guggenheim ha dedicado una sala completa de la exposici¨®n a presentar con detalle la biograf¨ªa de Yves Klein, un artista en el que la vida y el trabajo est¨¢n interrelacionados, explic¨® Berggruen. En ese espacio se presentan los dise?os que el autor realiz¨® en colaboraci¨®n con el arquitecto alem¨¢n Werner Ruhnau y los monumentales relieves que realizo para el vest¨ªbulo del teatro de Gelsenkirchen, en Alemania.
Hijo de pintores, estuvo vinculado a los ambientes art¨ªsticos desde su nacimiento, pero antes de volcarse en la pintura se dedic¨® a muy diversas actividades, desde pianista a judoca profesional.
La pr¨¢ctica del judo le llev¨® a entrar en contacto con la filosof¨ªa zen. "Fue un buen judoca", se?al¨® el comisario. "El judo le dio una sensaci¨®n de logro espiritual, fue el mecanismo que le permiti¨® desarrollar una estructura y conseguir la paz necesaria para canalizar toda la energ¨ªa creativa. Empez¨® con poca disciplina y muchas ideas; el judo le dio un ritual". Su espiritualidad, su inter¨¦s por los conceptos de la inmaterialidad y el vac¨ªo, no s¨®lo bebieron de la filosof¨ªa oriental. Tambi¨¦n se interes¨® por la m¨ªstica cristiana. Como si fuera un epitafio a su carrera, Klein dej¨® escrito que sus pinturas eran las cenizas de su arte.
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