Vigilancia, c¨¢maras y bases de datos
UNOS TRES MILLONES DE C?MARAS de vigilancia est¨¢n instaladas en Estados Unidos, seg¨²n indican las estimaciones m¨¢s recientes. Se sabe, por otra parte, que para convencer a los 168 millones de electores estadounidenses, ambos partidos tienen varios centenares de elementos de informaci¨®n sobre cada uno de ellos. Estamos entrando en un mundo en el que se puede saber en cualquier momento lo que hacemos y compararlo con lo que hemos hecho a lo largo de nuestra vida.
En el centro de cualquier urbe los pasos de un ciudadano son capturados decenas de veces. No s¨®lo en Estados Unidos. Gran Breta?a tiene proporcionalmente m¨¢s c¨¢maras de vigilancia. En M¨¦xico, una de esas c¨¢maras captur¨® im¨¢genes de quienes abandonaron hace d¨ªas el cuerpo sin vida de Enrique Salinas de Gortari, hermano de un ex presidente.
El ciudadano de hoy no s¨®lo est¨¢ vigilado por las c¨¢maras. Cada uno de sus pasos y de sus transacciones se almacena en grandes bases de datos.
Estamos entrando en un mundo en el que se puede saber en cualquier momento lo que hacemos, y compararlo con lo que hemos hecho a lo largo de nuestra vida.Vigilancia, c¨¢maras y bases de datos
En Estados Unidos, las informaciones recopiladas sobre los votantes van desde tel¨¦fono, la direcci¨®n, el nivel de ingresos, hasta el peri¨®dico que leen o el ordenador que utilizan y varias decenas de datos m¨¢s.
Muchas de las historias, discursos o conversaciones que giran alrededor de esos temas utilizan un n¨²mero limitado de met¨¢foras que pueden resultar oscuras para muchos de nosotros y, sin embargo, contribuyen a moldear nuestras reacciones.
La m¨¢s conocida es la de Big Brother, el todopoderoso gobierno concebido por George Orwell en su novela 1984. Nos observa y sabe todo, hasta lo que pensamos, gracias a la polic¨ªa del pensamiento. Instaladas en casas y lugares p¨²blicos sus telepantallas est¨¢n siempre prendidas sin que un ciudadano pueda saber si est¨¢ siendo vigilado en cualquier momento en particular.
La multiplicaci¨®n de las c¨¢maras contribuye al uso de una segunda met¨¢fora, la del Panoptic¨®n, una prisi¨®n concebida por Jeremy Bentham en 1791. Se trataba de una construcci¨®n circular en la que cada prisionero se encontraba en una celda aislada en los muros exteriores mientras un n¨²mero reducido de guardias los vigilaban desde el centro. Los presos ten¨ªan una luz tras ellos mientras los guardias no eran visibles, lo cual creaba, seg¨²n el propio Bentham, un sentimiento de "omnisciencia invisible". Esta "sencilla idea arquitectural" pod¨ªa ser aplicada a instituciones de salud, de educaci¨®n o hasta de producci¨®n industrial.
El fil¨®sofo Michel Foucault la toma como met¨¢fora esencial de la modernidad en su libro Vigilar y castigar. El hecho de que uno se pueda creer vigilado aun cuando no lo est¨¦, independientemente de qui¨¦n est¨¢ (o pudiera estar) vigilando, hace que "los detenidos est¨¦n involucrados en una situaci¨®n de poder a la cual ellos mismos contribuyen". Asumimos la vigilancia posible y nos controlamos.
El ciudadano de hoy no solamente est¨¢ vigilado por c¨¢maras omnipresentes. Cada uno de sus pasos y de sus transacciones (tarjeta de cr¨¦dito, Internet en particular) se queda almacenado en gigantescas bases de datos. Tratan dichos datos de manera cada vez m¨¢s avanzada tecnol¨®gicamente (data mining) y sacan sorprendentes conclusiones de nuestras inclinaciones.
El profesor Daniel Solove, de la Universidad de Yale, prefiere referirse al libro de Kafka El proceso. En esa novela, frente a una burocracia indiferente, los individuos no tienen capacidad de ejercer el m¨¢s m¨ªnimo control sobre lo que pasa. "El proceso captura el sentido de impotencia, frustraci¨®n y vulnerabilidad que uno siente cuando una gran organizaci¨®n burocr¨¢tica controla un largo expediente de detalles sobre su vida", explica Solove.
Big Brother, el Panoptic¨®n y El proceso, nos hablan de ciudadanos aislados confrontados a poderes centralizados. Sin embargo, el mundo de hoy se va descentralizando, lo cual nos lleva en dos direcciones aparentemente contradictorias.
Por una parte, no basta con temer al Estado, hay que cuidarse de lo que saben ciertas empresas e instituciones poderosas. Por otra, la comunicaci¨®n horizontal (ya la gente no est¨¢ aislada en sus celdas) permite alterar la l¨®gica de qui¨¦n vigila a qui¨¦n. El Panoptic¨®n se invierte y todos podemos participar en ¨¦l.
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