"Trabajo con lo que me sucede en la vida"
Gabriel Orozco (Xalapa, M¨¦xico, 1962) dice ri¨¦ndose que tiene la mejor colecci¨®n de balones "usados" de M¨¦xico. ?l mismo se ha representado como una bola enorme de plastilina negra, que pesa igual que el artista y que rueda por el mundo impregnada de huellas y rastros. Las pelotas, los c¨ªrculos y las ruedas est¨¢n muy presentes en su obra. Ir¨®nico y conceptual, habla de movimiento, velocidad, y cuerpo humano. A caballo entre Am¨¦rica y Europa, alguna vez ha dicho: "N¨®mada es una expresi¨®n demasiado glamourosa. S¨®lo soy un inmigrante".
Para su exposici¨®n en el Museo Nacional Reina Sof¨ªa de Madrid, que se inaugura el pr¨®ximo martes en el Palacio de Cristal del Retiro, Orozco se ha inventado un cat¨¢logo-¨¢lbum de cromos. Para mirar y jugar.
"En mi trabajo hay una tensi¨®n entre vida y muerte. Entre movimiento y estatismo"
"Los juegos, como los deportes, son representaciones culturales de concepciones del universo"
Pregunta. ?Ha condicionado el espacio la selecci¨®n de las obras?
Respuesta. Totalmente. El Palacio de Cristal es un lugar que quiero mucho. Un lugar ¨²nico. Al elegir las piezas he tenido muy presente la naturaleza, la idea de objetos que viven en la intemperie.
P. ?Qu¨¦ objetos son?
R.
La sombra entre aros de aire es la pieza central y principal, la present¨¦ hace dos a?os en la Bienal de Venecia, y es la primera vez que viaja fuera. Es de madera, desmontable. Luego est¨¢ la mesa de billar Oval con p¨¦ndulo, y la Mesa de ping-pong con estanque, ambas concebidas para jugar. ?stos, y los objetos m¨¢s peque?os que los rodean, son ideales para un espacio abierto como ¨¦ste. Muestran la relaci¨®n entre naturaleza y artificio, entre materiales industriales y org¨¢nicos, entre geometr¨ªa y crecimiento. Un di¨¢logo entre obra y entorno que permite que el proyecto sea muy espec¨ªfico.
P. ?Qu¨¦ importancia tiene el juego en estas instalaciones?
R. El juego es una manera de conocimiento y percepci¨®n. De la realidad, del paisaje. Los juegos, como los deportes, son representaciones culturales de concepciones del universo y del paisaje, de la mentalidad de una ¨¦poca.
P. ?Usted juega?
R. S¨ª, mucho, pero sin apostar. Desde ni?o juego al ajedrez. Recuerdo que cuando viv¨ª en Madrid me apunt¨¦ al C¨ªrculo de Bellas Artes s¨®lo por su magn¨ªfica sala de billar. Las clases no me interesaban. Era la sala.
P. Y los visitantes, ?deben jugar?
R. Por supuesto. Y el museo est¨¢ comprometido a incitar a que la gente juegue. La gente est¨¢ demasiado acostumbrada al no tocar y de alg¨²n modo hay que animarles. Nunca hubiera hecho una mesa de billar s¨®lo para mirar. Piedra que cede, la bola de plastilina con mi peso, est¨¢ ah¨ª tambi¨¦n para poner la mano.
P. En 1993 logr¨® convencer a los vecinos del MOMA para que colocaran naranjas en sus ventanas.
R. Bueno, eso es lo que considero una acci¨®n ligera. Las acciones ligeras son como juegos, ni se hacen por dinero ni sirven para matar [se r¨ªe] a alguien. Son eso, ligeras. El MOMA envi¨® cartas muy formales a todos los vecinos de enfrente y les proporcionaba una caja de naranjas cada semana. El portero las repart¨ªa. Fue un trato muy profesional. Casi todos aceptaron. Colocaban las naranjas en vasos. Ellos eran conscientes de que eran vistos desde el museo y desde el museo era extra?o porque no siempre se ve¨ªan bien. A veces estaba nublado, pero cuando el tiempo se despejaba se empezaba a ver una naranja, y luego otra, y luego otra m¨¢s... En algunos sentidos era muy espectacular.
P. Usted habla de actuaciones en el paisaje urbano.
R. Como las latas de comida de gato encima de sand¨ªas en el supermercado, o el reflejo de la bicicleta en el asfalto. De hecho, mucha gente en el supermercado, cuando deja fuera de lugar cosas que ya no quiere, hace este tipo de acciones sin darse cuenta. De todas formas, es una manipulaci¨®n de la realidad que no siempre es un juego. Ten¨ªa una exposici¨®n en Alemania y la due?a de la galer¨ªa siempre aparcaba en segunda fila. Me ca¨ªa muy gorda. Era muy mal educada y me daba mucha verg¨¹enza. Decid¨ª abrir la galer¨ªa y convertirla en aparcamiento. Pusimos un estacionamiento p¨²blico y fue un ¨¦xito.
P. Fue precisamente en Madrid donde realiz¨® sus primeras acciones.
R. Viv¨ªa en la ronda de Atocha y caminaba mucho. Me empec¨¦ a aburrir de la burbuja del estudio, donde hay demasiado ensimismamiento. Estaba demasiado aislado. As¨ª que decid¨ª salir a la calle a buscar cosas. Cosas tiradas, situaciones concretas, el clima que afecta al entorno. En Madrid empez¨® el gran laboratorio que es la calle.
P. Escultor le parece una palabra limitada.
R. S¨ª, porque yo no esculpo, yo no trabajo con cincel y piedra. Soy escultor, por llamarlo de alg¨²n modo, pero hago de todo. Hago instalaciones ef¨ªmeras, trabajo con papel mach¨¦, carpinter¨ªa, construcci¨®n, malla met¨¢lica. Utilizo una gran variedad de t¨¦cnicas. Lo que me interesa es generar objetos tridimensionales e independientes. Muchas veces tengo que usar la fotograf¨ªa porque no es f¨¢cil mostrar o transportar eso que veo y creo en la calle.
P. Para usted la fotograf¨ªa es un mero instrumento...
R. Es un documento. No quiero hacer pintura con fotograf¨ªa. La fotograf¨ªa es para m¨ª algo tradicional y sencillo. En mi fotograf¨ªa hay una reflexi¨®n sobre un objeto, org¨¢nico o inorg¨¢nico, manipulado por m¨ª o no manipulado, encontrado o inventado. La reflexi¨®n importante est¨¢ en la percepci¨®n de este objeto. La gravedad, el volumen... uso la fotograf¨ªa, pero voy por otro lado.
P. Tiene una fotograf¨ªa-objeto de un perro durmiendo. Parece muerto.
R. Es que hay una tensi¨®n entre vida y muerte en todo mi trabajo. Entre movimiento y estatismo. Entre el polvo y la luz. Entre el paisaje y el objeto que lo habita. El perro estaba entre las rocas dormido, estaba casi vertical entre las rocas. S¨ª, parece muerto.
P. Dice que el deber del artista es no perder nunca el contacto con la realidad. ?Qu¨¦ hace usted para no perder ese contacto?
R. Yo estoy fuera del estudio y mi material de trabajo es la vida, lo que me sucede. Eso genera una disciplina de apertura y aceptaci¨®n de la realidad.
P. ?D¨®nde vive ahora?
R. Entre Par¨ªs, Nueva York y M¨¦xico.
P. ?Y c¨®mo lo reparte?
R. Me gusta el invierno en M¨¦xico. La primavera en Europa. En verano regreso a M¨¦xico, y el oto?o, en Nueva York. Este a?o pas¨¦ el invierno en Par¨ªs porque hace dos meses tuve un hijo y decidimos que naciera en Par¨ªs.
P. ?Y con M¨¦xico cu¨¢l es su relaci¨®n?
R. Bueno, es el pa¨ªs donde crec¨ª. Es mi pa¨ªs.
P. ?El peso de una cultura tan fuerte como la mexicana es determinante?
R. Igual que la de cualquier pa¨ªs. Por eso los pa¨ªses son pa¨ªses. Es una comunidad con una identidad y eso determina a todos los individuos que pertenecen a ella.
P. Pero esa realidad que busca, ?en qu¨¦ pa¨ªs la encuentra mejor?
R. En los tres. Son pa¨ªses muy distintos, pero con muchas cosas en com¨²n. Es un mito exotizar M¨¦xico como algo extra?o. Es un mito que adem¨¢s es autoconstruido. Al centralismo europeo y al americano le interesa crear esa distancia con las llamadas culturas perif¨¦ricas, pero hablamos de culturas que est¨¢n en contacto permanente. Los ni?os mexicanos crecen con una informaci¨®n relativamente parecida a un ni?o ingl¨¦s o a uno espa?ol. Uno puede dividir el mundo por muchas cosas: clases sociales, razas, religi¨®n, mancos, altos y bajos. La divisi¨®n por pa¨ªses s¨®lo es una m¨¢s. Y la realidad m¨¢s fuerte depende del momento que est¨¦ viviendo. La vida cambia. No s¨¦...
Babelia
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