Mantas y edredones
Deslucida tarde de toros. Y no s¨®lo por el fr¨ªo -que fue mucho- y que se hubiera podido soportar con algo de diversi¨®n. La casta la pusieron los habitantes de Valdemorillo, que conocedores del aire traicionero que viene de la sierra madrile?a, se echaron encima las mantas y los edredones que ten¨ªan a mano. Y as¨ª cualquiera. Con el ¨¢nimo caliente no pusieron freno al triunfalismo y concedieron demasiados trofeos con escasa justicia. Ser¨ªa para animar a los toreros, aunque el resto del p¨²blico -que estaba a unos grados por debajo del cero- lo que vio es que los matadores se bastaban solos para jalearse.
La serenidad vino de la mano de Seraf¨ªn Mar¨ªn. Inici¨® una faena con estatuarios a un anovillado inv¨¢lido. Despegado y dando distancia al animal para que tomara aire, realiz¨® tandas basadas en derechazos ligados. Lo hizo con ganas y un poco de teatralidad. Cuando cambi¨® de mano, el noble novillo ya no pod¨ªa m¨¢s. Se adorn¨® bien con unas manoletinas de primeros auxilios. Recibi¨® un aviso, mat¨® defectuoso y le dieron una oreja. Sin embargo, el trofeo se lo ten¨ªan que haber dado en la ¨²ltima faena de la tarde. No por el desarrollo de las suertes, sino porque abrevi¨® la muerte de un borrego sin paliativos y la congelaci¨®n sin remisi¨®n de los all¨ª presentes.
Osborne / Ferrera, Saavedra, Mar¨ªn
Toros de Hdos J. L. Osborne, desiguales de presentaci¨®n, flojos, 3? anovillado, inv¨¢lidos 1? y 2?, sospechosos de pitones. 2? devuelto. Sobrero de Antonio San Rom¨¢n, bravo, noble. Antonio Ferrera: bajonazo, 1 descablello; pinchazo, estocada ca¨ªda, descabello (oreja). Julio Pedro Saavedra: estocada desprendida (aplausos); bajonazo, volvi¨® a matar, estocada ca¨ªda (oreja). Seraf¨ªn Mar¨ªn: estocada ca¨ªda -aviso - (oreja); estocada ca¨ªda. Valdemorillo, 5 de febrero. 2? de feria. Tres cuartos de entrada.
Saavedra lleg¨® decidio a dejar bien claro que quiere ser un torero de c¨¢nones. Con poca fortuna y no tan cerca de la ortodoxia en su primer toro, un sobrero que result¨® ser bravo, y al que ten¨ªan que mandar. Se dej¨® llevar en su segundo toro. Demasiado rentable, porque le regalaron una oreja despu¨¦s de muchos enganchones, de sacar naturales al filo del pit¨®n y de olvidarse que precisamente por este pit¨®n el toro transmit¨ªa. Dej¨® un bajonazo escandaloso que hasta el mismo matador se debi¨® sentir avergonzado porque entr¨® de nuevo a matar.
Antonio Ferrera se mostr¨® muy entregado toda la tarde. Puso banderillas con m¨¢s tes¨®n que acierto. Dej¨® algunos trincherazos de m¨¦rito en su primera faena y los t¨ªmpanos destrozados a los toros y a muchos de los espectadores que inundaban el callej¨®n. Banderille¨® con muchos aspavientos a su segundo animal, que result¨® ser soso y flojo, todo en uno, y si destac¨® fue porque sac¨® algo de tan descastada materia.
Un encierro que hace desmerecer la fama que hasta ahora ten¨ªa este peque?o pueblo de gran y buen coraz¨®n taurino.
Babelia
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