Fermin Muguruza se desquita en Madrid: ¡°Ser¨¢ un aquelarre antifascista¡±
El fundador de Kortatu y Negu Gorriak act¨²a en el Movistar Arena como parte de una gira multitudinaria tras cuatro d¨¦cadas de mestizaje musical, activismo e intentos de cancelaci¨®n


Cuenta Patxi L¨®pez, el hoy portavoz del PSOE en el Congreso y quien fue el ¨²nico lehendakari no nacionalista, que ¨¦l y sus amigos tambi¨¦n bailaban Sarri, Sarri. La canci¨®n de Kortatu, un ska festivo y pegadizo, narraba la fuga del preso etarra Joseba Sarrionandia de la c¨¢rcel de Martutene (San Sebasti¨¢n) en 1985, junto a I?aki Pikabea, escondidos ambos en los bafles del cantautor Imanol. Despu¨¦s de aquello, Sarri vivi¨® d¨¦cadas huido en Cuba hasta su regreso en 2011, se alej¨® de ETA y fue un reconocido escritor en euskera. Y la canci¨®n del grupo guipuzcoano (una versi¨®n del Chatty Chatty de los jamaicanos Toots and the Maytals) no sonaba demasiado en las radios comerciales, pero se bailaba en muchos locales, como los que recuerda Patxi L¨®pez en su juventud en Barakaldo; tambi¨¦n en algunos de Madrid (La Trainera, en los bajos de Arg¨¹elles) y otras ciudades.
Cuatro d¨¦cadas despu¨¦s de que se incluyera Sarri, Sarri en el disco de debut de la banda, Kortatu, el m¨²sico vasco Fermin Muguruza asume que su p¨²blico es m¨¢s diverso de lo que cab¨ªa esperar, que no todos compartir¨¢n cada una de las muchas militancias (independentista vasco, revolucionario, internacionalista, por la autogesti¨®n, por Palestina, por los migrantes...) que son indisociables de su m¨²sica. ¡°Pero sobre todo estar¨¢n de acuerdo en que quieren que se me deje actuar, en esa defensa de la libertad de expresi¨®n¡±, dice por videoconferencia. ¡°Claro, yo tengo un mont¨®n de amigos de distintas ideolog¨ªas... aunque ninguno rayando ni la derecha ni la extrema derecha¡±.
Muguruza (Irun, 61 a?os) act¨²a este s¨¢bado en el Movistar Arena de Madrid (antes WiZink Center, de siempre el Palacio de los Deportes) en el marco de una gira, 40 aniversario, que empez¨® en Biarritz en diciembre, que ya ha llenado pabellones de Bilbao y Barcelona y que continuar¨¢ en distintas ciudades de Europa, Am¨¦rica Latina y hasta Tokio. Est¨¢ abarrotando grandes recintos a una escala que no vivi¨® ni al frente de Kortatu, en los a?os ochenta, ni con Negu Gorriak, en los noventa, ni tampoco en su carrera en solitario en el nuevo siglo, que ha compatibilizado con la producci¨®n de pel¨ªculas de animaci¨®n y documentales. Todo lo que ha hecho Muguruza representa como pocos nombres m¨¢s en la escena musical la corriente que naci¨® a mediados de los setenta, cuando los sonidos de los jamaicanos (ska, reggae, dub, dancehall, jungle) se cruzaron en Londres con el punk ingl¨¦s, con derivadas como el sonido Two-Tone. A esa base ¨¦l ha ido a?adiendo capas: algo de folclore vasco, algo de rap, algo de soul, algo de electr¨®nica. El resultado: ritmos muy bailables y mensajes muy combativos.
Muguruza va a quitarse una espina, la que ten¨ªa clavada en Madrid. ¡°Seg¨²n las estad¨ªsticas de Spotify es la ciudad donde m¨¢s se escucha mi m¨²sica, seguida de M¨¦xico y Barcelona¡±, dice. Pero a lo largo de su carrera se top¨® una y otra vez con el veto de las autoridades, las madrile?as y las de otras instituciones gobernadas por la derecha. La ¨²ltima vez que actu¨® ante miles de personas en la capital, en Vistalegre, fue como invitado en la gira de Manu Chao en 2003. Despu¨¦s ha hecho alg¨²n bolo en la periferia (Getafe) y, de forma casi clandestina, en centros sociales okupas como El Laboratorio o Patio Maravillas. Esta vez el m¨²sico se vio sorprendido cuando los directivos del Movistar Arena le dieron todas las facilidades para que este s¨¢bado vaya a congregar a m¨¢s de 12.000 personas, y agradece su ¡°firmeza¡±. ¡°Esa obsesi¨®n de intentar que no cante, que no act¨²e, resulta que tiene el efecto contrario. Porque cada vez cada vez tengo m¨¢s seguidores, m¨¢s gente que quiere que vaya, y la prueba es esto que va a ocurrir ahora en Madrid¡±.

Eso no significa que no siga vi¨¦ndose cancelado en otros lugares: lamenta, por ejemplo, no haber podido parar en el festival Pirineos Sur, en Huesca, o no haber encontrado d¨®nde actuar en la Comunidad Valenciana. Ah¨ª vivi¨® el a?o pasado un pleito que saborea como una victoria. Un juez de Gand¨ªa cerr¨® en mayo una denuncia contra un mural del artista Toni Espinar dedicado a ¨¦l en un instituto de Bellreguard: el auto de archivo establece que no hay ¡°indicio alguno de que se haya cometido un delito de enaltecimiento del terrorismo¡± como sosten¨ªan los denunciantes, una asociaci¨®n pr¨®xima a Vox. Y le doli¨® que ese partido ultra montara una campa?a contra su participaci¨®n en los premios Goya de 2023 en Sevilla, como autor del nominado filme de animaci¨®n Black is Beltza II: Ainhoa. ¡°Yo era una especie de hombre de paja para atacar al Ayuntamiento de Sevilla, que era socialista, de esos gobiernos del cambio¡±. Pero en la calles de Sevilla se sinti¨® querido en aquella ocasi¨®n: ¡°No me dejaron pagar ni una ca?a ni un pincho¡±, cuenta.
Su m¨²sica y su mensaje antisistema fueron se?alados por muchos como la banda sonora de la kale borroka de los a?os ochenta. Muguruza se desmarc¨® de ETA expresamente en 1997, cuando public¨® una columna en Egin reclamando el fin de la violencia. Y empez¨® a hacer algo poco habitual entonces en el mundo abertzale: publicar comunicados en sus redes de repudio a los atentados. Eso s¨ª, Muguruza no deja de lado el activismo. Promete que en Madrid se vivir¨¢ un ¡°aquelarre antifascista¡±, algo que ve necesario en un momento como este: ¡°Europa est¨¢ completamente adormilada y miedosa ante el repentino auge que est¨¢ teniendo el fascismo descarado que vemos, por ejemplo, en un Elon Musk¡±. Est¨¢ espantado por los planes de Donald Trump sobre Gaza, cuya situaci¨®n no duda en calificar de ¡°genocidio¡±, una denuncia que est¨¢ presente en sus conciertos. Y se ha movilizado por los migrantes que se juegan la vida en su tierra natal cruzando el Bidasoa hacia Francia, que ha puesto controles en la frontera ¡°solo para los racializados¡±, un asunto que trat¨® en su ¨²ltimo documental, Bidasoa 2018-2023.
Se considera un hijo art¨ªstico de The Clash desde que acudi¨® a su concierto en San Sebasti¨¢n en 1981, apenas unos meses despu¨¦s del intento de golpe de Estado de Tejero. La banda brit¨¢nica abri¨® con un aurresku antes de que sonara London Calling. ¡°Fue una revelaci¨®n¡±, recuerda. De esa huella naci¨® Kortatu, el primero de los proyectos que comparti¨® con su hermano I?igo, fallecido en 2019 en lo que fue un duro golpe para ¨¦l. Cita otras influencias, de The Jam a Public Enemy pasando por The Specials, y recuerda que aquel movimiento se posicion¨® contra el racismo y el fascismo. De ah¨ª vienen un tipo de letras que, admite, en sus inicios eran m¨¢s ¡°gamberras¡±, en la l¨ªnea provocadora de aquel punk, inspiradas tambi¨¦n en el c¨®mic underground.
Despu¨¦s de Kortatu, donde empez¨® cantando en castellano m¨¢s que en euskera, Muguruza eligi¨® una v¨ªa minoritaria al pasar a utilizar solo la lengua vasca, que aprendi¨® de adulto. Le enorgullece ser uno de los artistas en euskera con m¨¢s proyecci¨®n internacional.
En los ¨²ltimos a?os, estuvo m¨¢s dedicado al cine y al teatro (Guerra, con Albert Pla y Refree). Su gira internacional de 2013 (No More Tour) jugaba con la idea de que fuera la ¨²ltima. Y su ¨²ltimo proyecto sonoro es de 2017, en colaboraci¨®n con el d¨²o catal¨¢n de electr¨®nica The Suicide of Western Culture. En todo este tiempo de par¨®n, con una pandemia en medio, el irundarra rechaz¨® invitaciones para volver a reunir a Kortatu para una serie de actuaciones: ni era posible sin I?igo ni lo consideraba adecuado. ¡°Son cinco a?os de mis 40 de carrera. Que yo de repente agarrara un cap¨ªtulo de mi vida para representarlo ser¨ªa una especie de teatro. Estar¨ªa fuera de contexto¡±, se?ala.
Esta gira que repasa toda su trayectoria tuvo un nacimiento improvisado: ¨¦l solo pretend¨ªa hacer un concierto homenaje a su hermano en Bilbao cerca del d¨ªa de su cumplea?os. El ritmo al que se vendieron las entradas lo convenci¨® de reservar una segunda noche, y vista la expectaci¨®n se abri¨® a escuchar propuestas dentro y fuera de Euskadi. Quer¨ªa evitar el ¡°efecto sold out¡±, que su gente se peleara por cada entrada. As¨ª que ha terminado en la que ser¨¢ ¡°la madre de todas las giras¡±. Est¨¢ muy excitado con la idea de llenar Anoeta, ahora Reale Arena (14 de junio), su primera vez en un gran estadio de f¨²tbol, para colmo el del equipo de su provincia, la Real Sociedad.
Muguruza admite que ya no escribe las mismas letras que en los a?os ochenta, en las que hab¨ªa mucho de ¡°cachondeo¡±, pero no tiene reparo en volverlas a cantar. Entre ellas Nicaragua sandinista, uno de sus himnos. ?Qu¨¦ le hace pensar que aquella revoluci¨®n haya acabado convertida en la dictadura personalista del matrimonio Ortega? ¡°Yo estoy reivindicando esa revoluci¨®n, una de las m¨¢s interesantes que haya vivido la humanidad. Ese momento ¨¦pico en el que las cosas cambian hay que celebrarlo, aunque luego el devenir haya sido de otra manera¡±.
El internacionalismo de Muguruza le ha llevado en su carrera a escenarios poco habituales (Diyarbakir, en el Kurdist¨¢n turco; Ramala, en Palestina) apoyando sus causas. Pero los viajes que m¨¢s le marcaron ten¨ªan un sentido musical: Jamaica y Nueva Orleans. En los dos casos trabaj¨® la fusi¨®n con m¨²sicos locales y grab¨® sendos discos y documentales (disponibles en Filmin). El primero, Bass-Que Culture: Euskal Herria Jamaica Clash, de 2006, lo muestra en los estudios Tuff Gong, donde trabajaba Bob Marley, recibiendo la bendici¨®n de su viuda, Rita Marley, y colaborando con grandes nombres de la isla, como U-Roy, Luciano, Toots o Marcia Griffiths. En Nola? Irun Meets New Orleans, de 2015, el m¨²sico vasco visita la Luisiana devastada por el Katrina una d¨¦cada despu¨¦s y combina la m¨²sica con la denuncia del abandono de los afectados. Le fascin¨® encontrar puntos en com¨²n entre los ritmos de Cuba, Jamaica y Nueva Orleans como resultado del viejo tr¨¢fico de buques en el Caribe y el golfo de M¨¦xico. Hasta los sonidos de los indios americanos permeaban aquello. ¡°?Al final resulta que el rhythm and blues est¨¢ mezclado con la clave cubana!¡±, indica.
?l ha dedicado su carrera a trabajar ese mestizaje musical. Y tras esta gira, que le ocupar¨¢ hasta octubre por lo menos (con final el d¨ªa 4 en Pamplona), ?qu¨¦ viene? Reconoce que piensa en otro ¨¢lbum, pero no tiene prisa. ¡°Me encantar¨ªa, de aqu¨ª a dos a?os, o cuando fuera, preparar un disco de estudio. Pero tengo que ser sincero: solo pensar el trabajo de promoci¨®n que me va a suponer despu¨¦s, me da como v¨¦rtigo¡±. Menciona el caso de Manu Chao, que acaba de publicar un disco sin dar ninguna entrevista a los medios. Pero entonces da un largo rodeo para concluir: ¡°Luego soy una persona que disfruta las entrevistas¡±. Muguruza no es como su amigo Chao, el escurridizo: a ¨¦l le gusta hablar. Tiene mucho que decir.
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