Pol¨ªtica de Carnaval
En Tiempos, la poeta cubana Soleida R¨ªos escribe: "Para bajar al fondo de las cosas el presente se compra un antifaz". Estamos en pleno Carnaval, fiesta que escenifica como ninguna la estrecha relaci¨®n que existe entre deseo y cambio. Para llegar al fondo de s¨ª mismo, el deseo busca (a veces compra) la apariencia de lo distinto. Los seres humanos solemos representar la libertad con la met¨¢fora del viaje, con la posibilidad de desplazarnos, de situarnos en otro lado. Fuera de los l¨ªmites de la identidad reconocida, de la indumentaria marcada, de la sexualidad ritual, de los sentimientos y pensamientos tuteados (que de tan tuteados se han perdido de la emoci¨®n dial¨¦ctica). El Carnaval existe por deseo de que la identidad no tenga un solo plano, de que la vida no proponga un solo plan.
Euskadi es en muchos aspectos una especie de mundo al rev¨¦s. Ese enrevesamiento tiene rasgos tan desoladores como la confusi¨®n (m¨¢s o menos explicitada) entre v¨ªctimas y verdugos, perseguidos y perseguidores; hay discursos en circulaci¨®n que identifican amenazado con liberticida. Mundo al rev¨¦s tambi¨¦n porque siendo una comunidad rica, permanece anclada en el pedir, varada en un discurso p¨²blico que incita a la insatisfacci¨®n, al descontento perpetuo. Basta un minuto de telediario al d¨ªa para comprender la estruendosa magnitud de nuestros privilegios, y, sin embargo, la imagen de la botella medio vac¨ªa sigue siendo una de nuestras constantes vitales, hoy que la globalizaci¨®n obliga a sustituir las botellas estancas por cauces y canalizaciones abiertos.
Pero ese enrevesamiento tiene tambi¨¦n una dimensi¨®n pol¨ªtico-carnavalesca. Mientras que en casi todas partes la fiesta de las m¨¢scaras dura del Jueves Flaco al Martes de Sardina, en Euskadi los bailes de disfraces se celebran cualquier d¨ªa. Para empezar, la realidad est¨¢ disfrazada con la ropa mucho m¨¢s estrecha de la actualidad y ¨¦sta, con un traje oficial monotem¨¢tico: conflicto negro de dos piezas, camisa de limpio corte, y corbata (como soga) al cuello de la mitad de la ciudadan¨ªa. Y si nos acercamos a los discursos m¨¢s frecuentes -como el del caudal y afluentes del Plan- vemos que el nacionalismo gobernante trasviste al pueblo de sociedad, y viceversa, a una velocidad de v¨¦rtigo, como los transformistas antiguos, y seg¨²n conviene. Y disfraza la pol¨ªtica con los ropajes (retocados) de la Historia; es decir, disfraza al presente de pasado. Y la verdad es que da pena vernos fijos en ese retrato cuarteado y obsoleto, mientras el mundo real corre por las conexiones mestizas y las comunicaciones de banda ancha. Da grima imaginar, a estas alturas, que la careta de Napole¨®n es la base del rostro social vasco del futuro. Escalofr¨ªa pensarse as¨ª, eternamente vestidos de tamborreros, con la cantidad de dise?os de moda que propone y exige la nueva identidad del mundo.
"Para bajar al fondo de las cosas el presente se compra un antifaz"; Soleida R¨ªos ha elegido perfectamente el verbo. En el fondo est¨¢ la econom¨ªa. Es econ¨®mico el eje de la pol¨ªtica vasca de carnaval, del juego nacionalista de los disfraces. Las razones, los fundamentos de nuestro desarrollo econ¨®mico se maquillan a conciencia, y se visten s¨®lo con ropa de ¨²ltima generaci¨®n. Para no abordar directamente que la riqueza de Euskadi no es un fruto espont¨¢neo y eterno (como una manzana del Ed¨¦n), sino el resultado del esfuerzo de muchos, de la contribuci¨®n mestiza y transversal de trabajadores venidos de toda Espa?a, que han concentrado aqu¨ª su energ¨ªa, (invertido aqu¨ª su plusval¨ªa, se?or Madrazo), vaciando, es decir, hipotecando el potencial de crecimiento de sus comunidades de origen. A estas alturas del carnaval pol¨ªtico, despu¨¦s de tanto peluc¨®n y tapujo, me quedo con la desnudez, con dise?os de cambio, justos de l¨ªneas, estructurados en torno a lo esencial: Espa?a como una malla, como una red de conexiones solidarias. Entendida la solidaridad no como concesi¨®n graciosa, sino como equitativo reparto de dividendos entre los due?os de la misma sociedad.
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