?Y ahora qu¨¦?, ?de qu¨¦?
S¨ª, de qu¨¦, porque no hay quien se aclare. D¨ªas antes de la Comparecencia por antonomasia, el lehendakari dirigi¨® la artiller¨ªa pesada contra quienes ni le iban a dejar debatir su plan ni le iban a permitir el derecho a r¨¦plica. Bien, tuvo lo uno y tuvo lo otro, pero -"?Qu¨¦ putada, mi brigada, los ca?ones sin agujero!"- el ¨²nico que no habl¨® del plan fue ¨¦l. Nada, ni una palabra. Si no dir¨ªa nada, que tampoco entr¨® al trapo durante su turno de r¨¦plica para rebatir las cr¨ªticas a los diferentes art¨ªculos de su muy articulado y torticero plan. Y no lo hizo porque fue al Congreso para otra cosa. En realidad, utiliz¨® la C¨¢mara como una Pasarela Gaud¨ª o una Pasarela Cibeles donde exhibir la moda del oto?o que viene: un no con mucha sisa y un top negociaci¨®n en brocados antiguos y pasamaner¨ªa de triles. De no haberle retenido su natural modestia, nos habr¨ªa cantado el coro de los esclavos de Nabucco, porque voz no le falta y razones tampoco. ?Habr¨¢se visto c¨®mo le escupieron en la mano que tendi¨®, por no hablar del portazo que le soltaron en los morros! San Ibarretxe fue al Congreso de los Diputados para renacer como h¨¦roe de los vascos y m¨¢rtir de la opresiva Espa?a.
Pero, ?necesitan los vascos un santo, un h¨¦roe, un m¨¢rtir y un santo? S¨ª, porque de lo contrario no ser¨ªan vascos, no al menos seg¨²n el c¨¢non nacionalista. En vez de encerrarse en la defensa numantina, con perd¨®n, del plan public¨¢ndolo por ejemplo en el Bolet¨ªn Oficial de Euskadi para que entre en vigor y de ese modo hacer pi?a a su alrededor hasta las ¨²ltimas consecuencias (Garaikoetxea ya avis¨® que puede llegar un momento en que sea necesaria la resistencia civil), lo ha metido en el congelador a la espera de tiempos mejores. ?Cu¨¢les? Los que podr¨ªa depararle una victoria en las urnas, circunstancia que de cara a los brutales pasos que requiere el plan no supondr¨ªa m¨¢s que la ventaja psicol¨®gica que representar¨ªa el... haber vuelto a ganar, quiz¨¢ con m¨¢s votos. Antes de renacer de sus cenizas el Ave lehendakari F¨¦nix, las ha cogido y se las ha echado a los ojos a sus condicionales para que le voten, haciendo caso omiso de los graves problemas que plantear¨ªa la aplicaci¨®n del plan: divisi¨®n entre vascos de verdad y residentes de segunda, enfrentamientos institucionales y quiz¨¢ ciudadanos, zozobra y pobreza.
Porque mucho es de temer que los nacionalistas van a volver a ganar. De hecho, y debido a la redistribuci¨®n de los esca?os, lograr¨¢n la mayor¨ªa absoluta porque no se presenta Batasuna. Parece que Batasuna no podr¨¢ presentarse, pero resulta ilustrativo ver c¨®mo el Gobierno vasco escenifica la ficci¨®n de que los quieren con ellos. La maniobra para ganarse el voto batasuno es tan burda que hasta los batasunos se han quejado. Pero quedan las palabras, vamos que el lehendakari puede seguir presumiendo de tender la mano incluso a los d¨ªscolos, con lo que refuerza su papel de Se?or de los Anillos (?se han fijado en ese negro que lleva?), digo, de los vascos aumentando sus posibilidades de ganar. Las elecciones son para eso y resulta loable que la oposici¨®n crea que puede desbancar al nacionalismo, pero no parece realista. Tampoco lo parece que Zapatero clame contra la existencia de bloques, porque el nacionalismo ya forma uno inamovible. Adem¨¢s, la teor¨ªa presidencial de la ensaladilla rusa no es viable porque en cuanto el PSOE tienda a coaligarse con una de las otras dos partes, la tercera se desmarcar¨¢.
El ¨²nico factor que podr¨ªa alterar el resultado electoral previsible es ETA. O bien -ojal¨¢- porque abandona definitivamente las armas o bien -ya es desgracia- porque vuelve a matar. A menos que de cara a esas elecciones adelantadas (Bego?a Errazti ha dicho, en exponente perfecto de la manera de pensar nacionalista -o sea, al rev¨¦s-, que el adelanto de las elecciones no es un adelanto de las elecciones), mediten mejor su voto quienes ven en Ibarretxe al Sastrecillo Valiente y deber¨ªan ver en ¨¦l al Txistulari de Hamel¨ªn conduciendo ni?os al abismo.
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