Pesticidas en la dieta
Diversos estudios hallan restos de plaguicidas en m¨¢s de un tercio de las frutas y verduras
Los pesticidas no son s¨®lo perjudiciales para las plagas agr¨ªcolas. Hay muchas evidencias de sus efectos nocivos sobre la salud humana. Mayoritariamente se incorporan a nuestro organismo a trav¨¦s de la dieta, ya que una proporci¨®n de los alimentos que consumimos presentan residuos de plaguicidas. El uso de los productos m¨¢s da?inos se ha ido prohibiendo en la agricultura, y ahora empiezan a cosecharse los resultados positivos. Un estudio que acaba de realizarse en Barcelona revela que los pesticidas organoclorados, los m¨¢s persistentes, parecen haber desaparecido completamente de algunos alimentos, como es el caso de la fruta.
?sta es la buena noticia. La mala es que el estudio, realizado por la Agencia de Salud P¨²blica de Barcelona y publicado recientemente en Gaceta Sanitaria, sigue detectando rastros de compuestos organoclorados en otros productos, como algunas hortalizas y la leche, aunque su presencia se ha detectado s¨®lo en el 1,5% de las 1.109 muestras de alimentos analizadas. Otro tipo de pesticidas, menos persistentes pero tambi¨¦n t¨®xicos, los compuestos organofosforados, siguen apareciendo en el 14,8% de los productos. Eso s¨ª, en concentraciones generalmente muy bajas. La presencia de plaguicidas var¨ªa seg¨²n el tipo de alimentos, desde el 37,5% de los c¨ªtricos al 3,2% de los frutos secos.
En el caso de la fruta, basta quitarle la piel para eliminar la mayor parte de restos t¨®xicos
Los organofosforados siguen apareciendo en el 14,8% de los alimentos analizados
Al ser sustancias que se acumulan, los l¨ªmites legales no aseguran la protecci¨®n de la salud
Estos resultados est¨¢n en sinton¨ªa con diversos informes realizados por la Comisi¨®n Europea. Seg¨²n datos del a?o 2001, el 59% de frutas y verduras que se consumen en Europa no contiene pesticidas. El 37% presenta restos de plaguicidas por debajo de los l¨ªmites m¨¢ximos tolerables. Y en el 3,9% de los casos se superan estos l¨ªmites. Esto significa que de cada 100 verduras que podemos ingerir, unas 60 est¨¢n completamente limpias. Pero tambi¨¦n significa que cuatro van a contener niveles de pesticidas m¨¢s altos de lo legalmente permitido.
El gran interrogante es valorar de qu¨¦ forma esta ingesta continuada de contaminantes a niveles muy bajos afecta a la salud humana. Un reciente estudio del Instituto Sindical de Trabajo, Ambiente y Salud (ISTAS) del sindicato Comisiones Obreras ha analizado la situaci¨®n ambiental de la agricultura en Almer¨ªa. Y ha llegado a la siguiente conclusi¨®n: "Los productos agrarios cultivados y listos para su comercializaci¨®n presentan contaminaci¨®n por restos de plaguicidas. En la mayor¨ªa de los casos esta contaminaci¨®n est¨¢ dentro de los valores permitidos por la normativa. Sin embargo, al tratarse en gran medida de sustancias disruptoras endocrinas, persistentes y bioacumulativas, estos l¨ªmites legales no garantizan la protecci¨®n de la salud p¨²blica".
El doctor Miquel Porta est¨¢ completamente de acuerdo. Para este epidemi¨®logo del Instituto Municipal de Investigaciones M¨¦dicas de Barcelona, la llamada "hip¨®tesis de las dosis bajas" gana terreno: "Sospechamos que en algunos casos una exposici¨®n cr¨®nica a dosis bajas puede acabar siendo peor que una exposici¨®n puntual a dosis altas". Por ejemplo, se han descrito alteraciones neurol¨®gicas en los cuidadores de ovejas ingleses que han utilizado organofosforados durante a?os para desinsectar a los animales, seg¨²n se public¨® en la revista The Lancet.
Pero, adem¨¢s, seg¨²n la composici¨®n de la dieta total, algunas personas "podr¨ªan alcanzar niveles de ingesta superiores a los deseables" de frutas, verduras o derivados de los cereales, afirma Joan Ramon Villalb¨ª coautor del estudio mencionado de la Agencia de Salud P¨²blica de Barcelona.
Esto plantea una paradoja entre paradojas: la ingesta de vegetales podr¨ªa ser desaconsejable por efecto de los plaguicidas. ?No representaban la fruta y la verdura el paradigma de la dieta saludable? En la ¨¦poca de la agricultura industrial, el consumo de estos alimentos no est¨¢ exento de riesgos. Aunque, en el caso de la fruta, los expertos dicen que basta con sacarle la piel para eliminar pr¨¢cticamente todo el pesticida. La otra posibilidad es lavarla, con lo que se puede disminuir entre un 30% y un 70% del contaminante.
Para saber el origen del problema hay que preguntarse qu¨¦ sucede en las huertas y los campos de cultivo. En el mencionado informe del ISTAS sobre la situaci¨®n en Almer¨ªa, dirigido por Ana M. Garc¨ªa, de la Universidad de Valencia, y Rafael Gadea, se presenta un panorama inquietante: los plaguicidas m¨¢s utilizados en Almer¨ªa son con frecuencia (42%) sustancias persistentes y/o con efectos como disruptores endocrinos. Seg¨²n datos del 2003, un 27% de los plaguicidas utilizados, o bien hab¨ªan sido retirados del mercado o estaban en proceso de retirada por su peligrosidad. Los autores afirman que "contin¨²an muy extendidas las malas pr¨¢cticas como el uso, al menos ocasional, de productos prohibidos, falta de protecci¨®n en la manipulaci¨®n y aplicaci¨®n, falta de formaci¨®n e informaci¨®n sobre los riesgos de exposici¨®n a estos productos qu¨ªmicos...".
La falta de control de lo que sucede en Almer¨ªa llega al extremo de que, seg¨²n reza el informe del ISTAS, "las enfermedades profesionales apenas se registran. En el a?o 2002, el Sistema de Vigilancia Epidemiol¨®gica de Andaluc¨ªa registr¨® 98 intoxicaciones que no quedaron registradas en las estad¨ªsticas oficiales".
Otro motivo de preocupaci¨®n son los residuos vegetales de los cultivos de invernadero, que "presentan concentraciones elevadas de sustancias peligrosas, en muchos casos por encima de los niveles permitidos. El posible uso de estos residuos para alimentaci¨®n del ganado es una v¨ªa de entrada en la cadena alimentaria humana que representa un riesgo para la salud p¨²blica".
Lo que los agricultores echan en el campo lo acaban encontrando los m¨¦dicos en el cuerpo humano. En un trabajo publicado en Environmental Research el a?o pasado, el grupo de investigadores dirigido por Nicol¨¢s Olea, de la Universidad de Granada, ha encontrado compuestos tan t¨®xicos como el endosulfan en el 78% de un grupo de 200 mujeres analizadas, o lindando en el 55%. El estudio cita literalmente que "la frecuencia de DDT en las muestras de serum (77%) sugiere una exposici¨®n actual a este compuesto en el sur de Espa?a, a pesar de que esta fuente es desconocida". Desconocida e ilegal, dada la prohibici¨®n absoluta del uso del DDT desde hace muchos a?os.
En las zonas pr¨®ximas a la Albufera de Valencia se ha detectado la presencia de compuestos organofosforados en la sangre de los habitantes de la zona como resultado de las numerosas fumigaciones a¨¦reas realizadas, relata Ana Garc¨ªa. Aunque no se ha podido detectar ninguna alteraci¨®n en la salud, Garc¨ªa destaca que "los riesgos a largo plazo de esta exposici¨®n mantenida son desconocidos".
Los compuestos organofosforados pueden afectar sobre todo al sistema nervioso. Seg¨²n Ana M. Garc¨ªa, del Departamento de Salud P¨²blica de la Universidad de Valencia, "se han descrito enfermedades cr¨®nicas neurol¨®gicas debidas a la exposici¨®n mantenida a estos plaguicidas y tambi¨¦n secuelas a largo plazo despu¨¦s de una intoxicaci¨®n aguda". Algunos de los compuestos organofosforados tambi¨¦n act¨²an como cancer¨ªgenos, terat¨®genos (producen malformaciones o defectos cong¨¦nitos) y disruptores hormonales (alteran el funcionamiento de las hormonas humanas), aunque "los conocimientos sobre sus efectos cr¨®nicos en las personas son todav¨ªa limitados", destaca Garc¨ªa.
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En busca de alternativas
Ante los problemas que el uso de pesticidas puede provocar a largo plazo para la salud, comienzan a desarrollarse diversas alternativas. Por ejemplo, investigadores de la Universidad de Lleida y del Instituto de Investigaci¨®n y Tecnolog¨ªa Agroalimentarias (IRTA) han identificado una levadura, denominada Candida sake, que inhibe el crecimiento de hongos pat¨®genos de la fruta. La utilizaci¨®n de la levadura permite prescindir de los fungicidas qu¨ªmicos en las c¨¢maras frigor¨ªficas, asegura la investigadora Inmaculada Vi?as.
El uso de feromonas es otro ejemplo de arma biol¨®gica contra las plagas. Angel Guerrero, profesor del CSIC en Barcelona, intervino en la s¨ªntesis de la feromona de la procesionaria del pino.
Actualmente se tratan 200.000 hect¨¢reas de bosque con feromonas e inhibidores de cut¨ªcula para combatir esta plaga. Es un ejemplo de las posibilidades del denominado Control Integral de Plagas, una combinaci¨®n de t¨¦cnicas "muy espec¨ªficas y poco contaminantes", seg¨²n Guerrero.
Las alternativas al uso masivo de pesticidas existen. Pero falta mucha informaci¨®n, formaci¨®n y apoyo para encarar el problema, que, seg¨²n los especialistas en salud p¨²blica, no puede ignorarse por m¨¢s tiempo.
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