"El bombazo fue bajo mi despacho"
El estallido sorprendi¨® a los 150 trabajadores de Bull empezando su jornada
Manuel Armenteros no se cre¨ªa ayer su suerte. Su triple suerte. El coche bomba estall¨® bajo la ventana de su despacho, sito en la primera planta del edificio de oficinas de Bull, y pegado a su peque?o veh¨ªculo MG, que lo hab¨ªa dejado en doble fila en la avenida de la Ribera del Sena, muy cerca del coche bomba. "No, a m¨ª no me ha pasado nada, s¨®lo esto del dedo (lo ense?a con un peque?o ap¨®sito), ni al coche, que cuando me lo compr¨¦ todos se re¨ªan de ¨¦l". Se acuerda bien de lo ocurrido. "Yo estaba en mi despacho, que est¨¢ en la primera planta, y cuando estaba a punto de darle al bot¨®n para encender el ordenador se produjo el bombazo", rememora Armenteros, responsable de Comunicaci¨®n de Bull Espa?a. ?Les avis¨® la polic¨ªa? "No, para nada".
Un empleado pens¨® que el coche era de un compa?ero que le hab¨ªa quitado su sitio habitual
El coche bomba hab¨ªa sido aparcado muy de ma?ana bajo la ¨²nica zona lisa del edificio de Bull, ya que la fachada que da a la Ribera del Sena (con magn¨ªficas vistas) tiene tres m¨®dulos: uno es una esfera de cristal, otro es liso y mixto de ladrillo y cristal y, el tercero, es un cilindro de cristal coronado por una c¨²pula. All¨ª trabajan unas 150 personas. "Mi despacho est¨¢ en la primera planta. Cuando explot¨®, la onda me tir¨® al suelo. Al levantarme, me asom¨¦ a la ventana y vi el coche, el de la bomba creo, destrozado y en pegado a la mediana... Mi despacho ha quedado destrozado", comentaba Armenteros, de traje gris, en la calle, junto al edificio gemelo de la aseguradora G¨¦nesis, con su tel¨¦fono m¨®vil en la mano sin parar de sonar.
"A mi no me ha dado tiempo ni a coger la chaqueta... Ni a nada. La bomba me ha tirado al suelo y han empezado a caer cristales, papeles, de todo... No, no me gustar¨ªa decirle mi nombre", explicaba un trabajador de Bull, que se cubr¨ªa con una manta color arena en la que se le¨ªa claramente Protecci¨®n Civil. A¨²n llevaba la cara manchada de desinfectante cl¨ªnico yodado.
Los trabajadores fueron un¨¢nimes. No ten¨ªan ni la menor idea de que bajo su ventana hab¨ªa una bomba. "No, nos avisaron, pero cuando vimos a la polic¨ªa tampoco nos extra?¨®, porque aqu¨ª hay eventos y viene gente importante cada dos por tres. La semana pasada estuvieron aqu¨ª los del Comit¨¦ Ol¨ªmpico Internacional (COI), porque aqu¨ª est¨¢n previstas cosas del Madrid 2012", a?ad¨ªa otro trabajador de la empresa de servicios inform¨¢ticos. "No tenemos ni idea de por qu¨¦ no nos dijeron nada", agreg¨® Armenteros.
Los trabajadores de la firma Prisacom (del grupo PRISA, editor de EL PA?S), cuyas oficinas est¨¢n en el edificio Apot, casi contiguo al de Bull, tampoco fueron avisados. Por eso, cuando se produjo el estallido, salieron corriendo a la calle con c¨¢maras, tel¨¦fonos con c¨¢maras, con todo lo que sirviera para tomar im¨¢genes. Pero, una vez tomadas las fotos, no pudieron regresar al edificio hasta casi la una de la tarde, ya que toda la zona estaba acordonada por la polic¨ªa.
La explosi¨®n barri¨® el despacho de Armenteros, as¨ª como las oficinas de atenci¨®n al cliente de Bull, sitas en la planta baja. "Mi despacho ha quedado destrozado y la planta baja, m¨¢s", afirma Armenteros: "Al principio ha sido el caos, gente corriendo, gritando, cristales cayendo. Hab¨ªa mucha gente sangrando, muy aparatoso, con cortes y cosas as¨ª". El herido m¨¢s grave en la empresa es "el chico de las piezas", es decir, un joven encargado de mover cajas y ordenadores, quien, no estaban muy seguros, tiene o un corte profundo o una rotura abierta de pierna.
Todos salieron corriendo por el paseo de Las Cuatro Estrellas, la trasera de la Ribera del Sena. En el edificio tambi¨¦n tiene sus oficinas la empresa Steria, una consultora de inform¨¢tica francesa. "Hemos seguido las instrucciones de los responsables de evacuaci¨®n", informaba Jos¨¦ Camacho, director de Tecnolog¨ªa.
El coche bomba hab¨ªa sido visto por la ma?ana por varios empleados de Bull. "Yo llegu¨¦ como a las 8.55 y el coche estaba aparcado donde suelo aparcar yo y pens¨¦ que el sitio me lo hab¨ªa quitado otro compa?ero que, adem¨¢s, no hab¨ªa apurado el espacio hasta la entrada del garaje", asegur¨® Vicente Gozalbo, empleado de Bull. Tras la explosi¨®n, Gozalbo, que estaba en su despacho de la segunda planta, mir¨® por la ventana y vio "c¨®mo del coche sal¨ªa un intenso humo, no hab¨ªa llamas, era un amasijo de hierro negro y hab¨ªa un olor muy fuerte a vinagre".
Los trabajadores de Bull se felicitan especialmente por la suerte de sus 20 compa?eros del servicio de atenci¨®n al cliente, cuyas ventanas est¨¢n a cuatro metros del punto de estallido. La onda expansiva atraves¨® toda la sala y sali¨® por las puertas sitas en el punto opuesto, en la avenida de la Capital de Espa?a Madrid, cuyas puertas de cristal estaban destrozadas y el metal, abombado.
Bull tiene unos 7.800 empleados en todo el mundo y su cifra de negocios es de 1.265 millones de euros. "?Da?os?, no lo s¨¦, ahora s¨®lo estamos contentos de que no ha sido m¨¢s", dec¨ªan directivos de Bull. El edificio no ha sufrido da?os estructurales pero las cristaleras se han roto a capricho.
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