C¨®mo estropear a Aldrich

Robert Aldrich est¨¢ de moda, como muchos de sus compa?eros de la llamada generaci¨®n de la violencia, integrada por autores de la val¨ªa de Sam Peckinpah, Don Siegel, Richard Fleischer o Sam Fuller. Lo malo es que los j¨®venes que planean en la actualidad nuevas versiones de algunas de sus pel¨ªculas no acaban de comprender d¨®nde resid¨ªa su talento: en una visi¨®n casi suicida de la vida, en otorgar un toque eminentemente sucio a sus ambientes y algo enfermizo a sus historias, y en indagar en el lado m¨¢s oscuro de sus personajes. El director John Moore y el guionista Edward Burns acaban de estropear toda la carga de profundidad y buena parte de los hallazgos narrativos de Aldrich con su nueva versi¨®n de El vuelo del F¨¦nix, pel¨ªcula de 1965 protagonizada en su d¨ªa por James Stewart.

Con un filme que pr¨¢cticamente cuenta lo mismo que su original (un avi¨®n se estrella en el desierto y sus pasajeros deciden fabricar otro m¨¢s peque?o con los pocos restos que han quedado sin destruir), resulta llamativo c¨®mo lo ¨²nico que se puede salvar de ¨¦l es su m¨ªnimo entretenimiento. El reflexivo retrato de personajes trazado por Aldrich se ve hundido por un aire de usar y tirar falsamente juvenil en el que predominan las exposiciones de m¨²sculos y de testosterona. La magn¨ªfica utilizaci¨®n de las elipsis en el filme original se desecha en aras de la explicitud. Y, por ¨²ltimo, aunque la sorpresa final sobre las peculiaridades del personaje del ingeniero aeron¨¢utico se revelan en el mismo momento, en la nueva versi¨®n se da una innecesaria pista anterior que puede fastidiar la sorpresa.

Est¨¢ casi a punto una nueva versi¨®n de Rompehuesos y se planean otras de ?Qu¨¦ fue de Baby Jane? y de Doce del pat¨ªbulo, todas producidas, al igual que El vuelo del F¨¦nix, por William Aldrich, hijo (de 60 a?os) de Robert. El concepto vivir de las rentas toma cuerpo en ¨¦l.