A la sombra de tres mujeres
La vida de Carlos de Inglaterra ha estado marcada por la reina Isabel, Diana y Camilla
La vida de Carlos de Inglaterra, heredero de la corona brit¨¢nica, ha estado siempre marcada por las mujeres. Su madre, Isabel II, lleva m¨¢s de medio siglo reinando y no parece tener intenci¨®n de abdicar en ¨¦l, manteni¨¦ndole en una espera tediosa y oscura, influyendo siempre de manera decisiva en su vida privada. Diana de Gales ha marcado su vida y da?ado su imagen de forma quiz¨¢s irreparable. Su relaci¨®n con Camilla, el amor de su vida, puede desbaratar el destino que le marcaron cuando vino al mundo: convertirse alg¨²n d¨ªa en Carlos III de Inglaterra.
La toma de decisiones no es uno de los puntos fuertes del pr¨ªncipe de Gales. Necesitado siempre de consejo, fue su madre la reina quien acab¨® forjando su destino cuando en 1996 le sugiri¨® la conveniencia de que se divorciara de Diana de Gales. Estaban ya separados, pero el constante goteo de detalles sobre la tortuosa relaci¨®n entre su hijo y su nuera decidi¨® a Isabel II a impulsar la decisi¨®n que a su hijo tanto le costaba tomar.
En las ¨²ltimas semanas ha ocurrido algo parecido, al decir de la prensa brit¨¢nica. Ha sido la reina la que ha acelerado la boda de Carlos y Camilla. Hace apenas unos a?os, los expertos en la realeza brit¨¢nica pronosticaban que la reina nunca dar¨ªa su aprobaci¨®n a ese matrimonio mientras ella estuviera en este mundo. Pero Carlos, que aunque indeciso es obstinado, hace ya tiempo que dej¨® claro que "Camilla no es negociable".
Estaba dispuesto a hacer lo que fuera necesario por modernizar la monarqu¨ªa y hacerla m¨¢s aceptable a los brit¨¢nicos del siglo XXI. Todo, menos renunciar a Camilla. Ya lo hab¨ªa hecho en el pasado, cuando en 1973 ella se comprometi¨® con el que ser¨ªa su primer marido, Andrew Parker Bowles. Carlos estaba en alta mar, cumpliendo sus obligaciones con la marina, y tard¨® varios d¨ªas en decidirse a felicitar a la mujer con la que hubiera querido casarse.
Tras la muerte de Diana, en 1997, Carlos y Camilla pasaron dos a?os sin dejarse ver en p¨²blico. Pero a partir de 1999, en una campa?a perfectamente calculada, fueron dejando claro que eran ya una pareja de hecho. La reina les dio la bendici¨®n p¨²blica en el verano de 2002, cuando Camilla se uni¨® a la familia real en los festejos por el 50? aniversario de la llegada de Isabel II al trono. Su presencia all¨ª s¨®lo se explicaba por su relaci¨®n con Carlos.
Sin embargo, siempre atormentado por las dudas, el pr¨ªncipe no acababa de decidirse a casarse. El recuerdo de Diana sigue muy vivo entre los brit¨¢nicos, y tem¨ªa que, si se casaba con Camilla, el rechazo popular arruinar¨ªa sus posibilidades de ce?ir la corona. Pero su relaci¨®n empezaba a ser un problema oficial. La presencia de Camilla junto a ¨¦l no siempre era bien aceptada, especialmente cuando topaban con el protocolo. El heredero lleg¨® a rechazar una invitaci¨®n a una boda en noviembre pasado cuando se le hizo saber que Camilla no s¨®lo no pod¨ªa sentarse junto a ¨¦l, sino que ni siquiera pod¨ªan llegar juntos a la ceremonia.
La reina y sus consejeros
A la reina y sus consejeros les empezaba a preocupar la posibilidad de que el protocolo derivara en crisis medi¨¢tica si el pr¨ªncipe Guillermo decid¨ªa casarse antes de que su padre hubiera regularizado su situaci¨®n personal. ?Cu¨¢l ser¨ªa el papel de Camilla en esa ceremonia? Peor a¨²n, ?qu¨¦ ocurrir¨ªa si, por los azares del destino, la reina mor¨ªa antes de que Carlos y Camilla se hubieran casado? Por mucho que los tiempos y el establishment brit¨¢nico hayan cambiado, la posibilidad de que el heredero se casara con Camilla una vez ce?ida la corona se parec¨ªa demasiado al deseo de Eduardo VIII de casarse con otra divorciada, Wallis Simpson, que le llev¨® a la abdicaci¨®n en 1936.
Isabel II y su hijo acordaron estas navidades que el matrimonio ten¨ªa que celebrarse cuanto antes. Carlos, dicen que hincando una rodilla en el suelo, le pidi¨® la mano a Camilla unos d¨ªas despu¨¦s. El arzobispo de Canterbury, Rowan Williams, dio su aprobaci¨®n al enlace por lo civil, pero no religioso; lo contrario hubiera ido contra el esp¨ªritu de las orientaciones de la Iglesia de Inglaterra, que condiciona las segundas nupcias de divorciados a que su relaci¨®n no haya sido causa de la ruptura del primer matrimonio.
El primer ministro, Tony Blair, fue informado el viernes 4 de febrero de que la reina le consultar¨ªa sobre ello en su audiencia de los mi¨¦rcoles. Se acord¨® que el compromiso se anunciar¨ªa el 14 de febrero, d¨ªa de San Valent¨ªn. La boda se celebrar¨ªa el 8 de abril. Un calendario perfecto para Blair: le dejaba este fin de semana libre para ocupar los diarios con el congreso de primavera del Partido Laborista y le cerraba de maravilla el calendario electoral: el d¨ªa 6 de abril anunciar¨ªa la convocatoria de elecciones para el 5 de mayo; las cuatro semanas oficiales de campa?a empezar¨ªan justo despu¨¦s de la boda. Una filtraci¨®n a la prensa oblig¨® a adelantar el anuncio al jueves pasado.
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