La Constituci¨®n y Porto-Davos
Seguimos d¨¢ndole al manubrio de la Constituci¨®n Europea, a cuyo bullicio yo mismo contribuir¨¦ el pr¨®ximo viernes 18 con un ¨²ltimo debate en el C¨ªrculo de Bellas Artes con Carlos de Cabo, Diego L¨®pez Garrido, ??igo M¨¦ndez de Vigo y Carlos Taibo con ocasi¨®n de la presentaci¨®n del libro que he coordinado, El reto constitucional de Europa. Pero toda esta agitaci¨®n medi¨¢tica y los tan cuantiosos medios gubernamentales puestos a su servicio no logran perturbar la aburrida indiferencia pol¨ªtica de la gente ni sacudir el tedio institucional en que se hunden todas las iniciativas p¨²blicas y colectivas que tienen lo europeo como referente. ?Sabemos cu¨¢ntos lectores de EL PA?S ojean, siquiera sea transversalmente, las, por lo dem¨¢s excelentes p¨¢ginas de presentaci¨®n/publicidad del Tratado constitucional que el diario nos ofrece cada d¨ªa? Seguramente menos de un centenar. Lo que m¨¢s all¨¢ de la inadecuaci¨®n del medio -cada d¨ªa se compran menos diarios en el mundo, aunque Espa?a y EL PA?S sean una excepci¨®n, y cada d¨ªa se lee menos informaci¨®n pol¨ªtica- revela que la campa?a y su prop¨®sito -"la Constituci¨®n es necesaria para que exista Europa"- yerran el tiro, pues los Espa?oles saben que Europa forma irremediablemente parte de su realidad cotidiana, individual y com¨²n. Por eso las exhortaciones a la movilizaci¨®n constitucional, las amenazas catacl¨ªsmicas para la construcci¨®n europea, si no nos abrazamos a este tratado, no encuentran eco.
Llevamos casi un a?o funcionando con el Tratado de Niza, el euro y Schengen cumplen adecuadamente sus funciones, y las multinacionales europeas, con algunos de sus grandes presidentes c¨®modamente procesados, siguen viento en popa. Lo dem¨¢s, las disfunciones mundiales, y sobre todo la regresi¨®n ¨¦tica y social europea que problematiza nuestro modelo de organizaci¨®n econ¨®mica y pol¨ªtica y fragiliza tan radicalmente nuestras sociedades, no entran en la problem¨¢tica constitucional que las subsume en el inventario ritual de la letan¨ªa ¨²nica de principios y valores, recogidos en las dos primeras partes que se quiere que sirvan de p¨®cima m¨¢gica curalotodo. Muchos esper¨¢bamos y seguimos esperando que la voluntad de dotarnos -con este Tratado o sin ¨¦l y con otros- de un nuevo marco institucional en el que pudieran integrarse progresiva y diferenciadamente todos los pa¨ªses de la gran Europa, nos sirviera para reducir confusiones y reconstruir el paradigma de una sociedad de progreso. Pues si parece claro el agotamiento de la propuesta hist¨®rica de la socialdemocracia, no lo es menos que su aflautamiento en las variantes de la Tercera V¨ªa de Blair o del republicanismo acad¨¦mico es pura diversi¨®n electoral que apenas se diferencia del neoconservadurismo bush-thatcheriano, antag¨®nico del esp¨ªritu social europeo. ?Qu¨¦ tiene que ver la afortunadamente ahora contestada Directiva de Servicios del se?or Bolkenstein con el proyecto b¨¢sico de la Uni¨®n Europea? ?stos son tiempos de consenso blando, de confusi¨®n un¨¢nime, en los que todo parece caber en todo y los contrarios se hermanan / ocultan en sus contrarios. Condi Rice nos predica el fin de las dictaduras y la democratizaci¨®n del mundo a la par que nos empuja a la guerra permanente y a su diaria efectivizaci¨®n preventiva. En la que seguimos estando. Bush, campe¨®n de las libertades, no pierde una ocasi¨®n para acabar con ellas (Jean-Claude Paye, La fin de l'Etat de droit. La lutte antiterroriste, de l'Etat d'exception ¨¤ la dictature, La Dispute, Par¨ªs 2004).
Los Foros de Davos y de Porto Alegre han confirmado sus objetivos, al mismo tiempo que han pagado tributo a la recuperaci¨®n consensual de todos en todo. Y as¨ª los de Davos no se han ocupado de hacer imposible el funcionamiento perverso de la vida econ¨®mica -Enron, Parmalat, Bolsa de Nueva York, etc¨¦tera- enalteciendo los comportamientos empresariales ¨¦ticos, sino que se han pasado demag¨®gicamente al otro campo, declarando asumir sus objetivos: lucha contra la pobreza, promoci¨®n de la solidaridad, etc¨¦tera. En Porto Alegre no caben esas conversiones taumat¨²rgicas, y la versi¨®n 2005 del Foro no la ha producido tampoco. Pero a lo que s¨ª que hemos asistido ha sido a una inevitable OPA por parte de Lula que se ha traducido en una cierta normalizaci¨®n institucional del altermundialismo. Lo que si desde una consideraci¨®n geopol¨ªtica mundial puede ser positivo, a plazo medio amenaza con la creaci¨®n de Porto-Davos. Que ser¨ªa lamentable.
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