Apag¨®n en el instituto
El apag¨®n por falta de pago en el Instituto Llu¨ªs Vives es s¨®lo un episodio muy llamativo de un sistema de ense?anza en primaria y secundaria en el que ni con la mejor voluntad se puede educar a ni?os y adolescentes
El efecto llamada
Es muy f¨¢cil para la derecha acebe?a afirmar que la regularizaci¨®n de los inmigrantes acrecienta el denominado efecto llamada, a saber, que si se les proporciona empleo y papeles, cada vez ser¨¢ mayor el n¨²mero de los que vendr¨¢n. El aut¨¦ntico efecto llamada no es otro que la desesperaci¨®n, esa que hace que sus v¨ªctimas corran graves peligros en alta mar y en barcos en mal estado para alcanzar nuestras costas o que prefieran estrellarse en los arrecifes antes que seguir llevando la inhumana vida que llevan en sus pa¨ªses de origen. Claro que todo eso debe ser regulado y que es ut¨®pico sugerir una pol¨ªtica de fronteras abiertas sin m¨¢s. Pero ahora mismo, una ciudad como Madrid quedar¨ªa paralizada en muchos de sus servicios b¨¢sicos de no ser por el trabajo de los inmigrantes, y para nadie es un secreto que abunda el peque?o empresario agr¨ªcola que aprovecha la ilegalidad para pagar veinte malditos euros por jornadas de doce horas de trabajo.
Ense?anzas
Est¨¢ ocurriendo tambi¨¦n en los colegios p¨²blicos. Legionarios de Cristo, kikos, Hijos de Dios, Opus Dei y otras sectas religiosas de la ultraderecha al servicio de la catequesis cat¨®lica que reina con el se?or Wojtyla se infiltran en la primaria p¨²blica, provistos en general de una descendencia numerosa, a raz¨®n de un cr¨ªo por a?o, por aquello de la felicidad evang¨¦lica de las familias numerosas. Cada vez es m¨¢s dif¨ªcil encontrar directivas de Ampa y otras pulgas ajenas a ese prop¨®sito de silenciosa infiltraci¨®n, donde el laicismo brilla por su ausencia pr¨¢ctica y de donde ni?os de cinco a?os que no asisten a clases de religi¨®n llegan a casa diciendo que todos somos hermanos porque todos somos hijos de Dios. Esa infame tentativa de reclutamiento apost¨®lico, nada improvisada por otra parte, atenta contra los derechos del ni?o y contra los de los padres que nada quieren saber de esa catequesis de matute. Que se sepa.
Desastres varios
No es desd¨¦n por la estad¨ªstica y su err¨¢tica constancia, pero hay ocasiones en las que, al acabar el d¨ªa, uno ve el mundo como un lugar donde no suceden m¨¢s que desastres de la m¨¢s diversa ¨ªndole, como si de pronto se produjera una aglomeraci¨®n insensata de desgracias que llevan a desear que llegue cuanto antes la hora de irse a dormir. En el Carmelo de Barcelona, tan querido por Juan Mars¨¦, se hunden las casas por las obras del metro, casi una veintena de j¨®venes mueren asfixiados al lado de Morella en el interior de una bella casa de campo, un desdichado de poco m¨¢s de 20 a?os no ve otro remedio que terminar con el desd¨¦n de la chica a la que pretende en vano peg¨¢ndole dos tiros antes de darse muerte. Todo en medio del invierno m¨¢s fr¨ªo desde hace mucho tiempo, como si el car¨¢cter g¨¦lido de estas fechas quisiera usurpar el prestigio del calor como causante de los m¨¢s severos desajustes de conducta.
Sabios de televisi¨®n
Tampoco hac¨ªa falta designar un comit¨¦ de presuntos expertos en la cosa televisiva para terminar recomendando que el Estado enjugue la enorme deuda de RTVE y que en el futuro corra con el 50% de su financiaci¨®n, a cambio de rebajar en un tercio sus ingresos publicitarios. Una televisi¨®n p¨²blica, ?debe estar exenta de publicidad, cuando esas inserciones cubren la casi totalidad del presupuesto de las privadas? O se atribuye a la publicidad una influencia notable en la desviaci¨®n del mensaje televisivo, o no se entiende que el ciudadano deba correr con el grueso de los gastos de un servicio que, por definici¨®n, ser¨¢ todo lo p¨²blico que se quiera, pero rara vez neutral en sus contenidos. Si esa so?ada neutralidad va a estar siempre en entredicho, mejor que la industria de la cosm¨¦tica y del autom¨®vil contribuyan tambi¨¦n a cubrir el despilfarro.
Aqu¨ª no se va nadie
Si la presidenta de la Acad¨¨mia Valenciana de la Llengua deber¨ªa de haber presentado su dimisi¨®n irrevocable ante la furibunda intromisi¨®n en un pleno de Alejandro Font de Mora, ahora ser¨ªa este curioso personaje quien deber¨ªa largarse, ya que finalmente se ha aprobado un dictamen que viene a poner las cosas m¨¢s o menos en su sitio y que, con ligeras variantes, viene a refrendar el que con tanta vehemencia como malas maneras abort¨® en su d¨ªa nada menos que el conseller de Educaci¨®n. Y aunque Francisco Camps insista, para la galer¨ªa de presuntos rezagados, que el valenciano es valenciano y siempre lo ser¨¢, bienvenido sea un consenso que tal vez permita ocuparse por fin de las cosas serias. Por ejemplo, que el Instituto Llu¨ªs Vives, tan presente en la historia de Valencia, no sufra nuevos cortes de luz por impago, como si de chabola de indigentes se tratara.
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