"Hola, mam¨¢, necesito maquillaje"

Durante 20 a?os nadie de la familia pudo adivinar que Sarah Scantlin quer¨ªa que le compraran maquillaje. La mujer, de 38 a?os, no pod¨ªa dec¨ªrselo. Con graves secuelas cerebrales tras un atropello que sufri¨® a los 18 a?os, todo el sistema de comunicaci¨®n de Sarah se hab¨ªa reducido a un limitado c¨®digo: un parpadeo para decir no, y dos para indicar que s¨ª. ?sa ha sido toda su relaci¨®n con quienes la rodeaban en el Centro de Salud Golden Plains de Hutchinson (Kansas), en Estados Unidos, donde estaba ingresada.

La recuperaci¨®n de Sarah ha sido tan asombrosa que los m¨¦dicos no le encuentran una explicaci¨®n. "Quiz¨¢ en este tiempo se han restaurado algunos circuitos neuronales", opina su m¨¦dico, Bradley Scheel.

Sarah empez¨® a hablar en enero, pero no quiso dec¨ªrselo a su familia hasta poder hacerlo con fluidez. La madre, Betsy Scantlin, se enter¨® por tel¨¦fono. "Hola, mam¨¢", fue lo primero que escuch¨®. "?Sarah, eres t¨²?", pregunt¨® incr¨¦dula. "S¨ª", contest¨® Sarah roncamente. Betsy no se explica c¨®mo pudo seguir la conversaci¨®n. "?C¨®mo est¨¢s?, pregunt¨® casi mec¨¢nicamente. "Bien". "?Necesitas algo?". "Necesito maquillaje". En ese punto la entereza de la madre se rompi¨®, y tuvo que pedir a la enfermera que estaba con su hija que le repitiera la respuesta, seg¨²n relat¨® en la fiesta que dieron con su hija y el personal m¨¦dico para celebrarlo, la semana pasada.

Hablar es la mayor mejor¨ªa que pod¨ªa esperar Sarah. Inmovilizada de cuerpo entero, ni siquiera puede sujetar el tel¨¦fono. "Estoy asombrado de lo primordial que resulta poder comunicarse", dijo entre l¨¢grimas su padre, Jim Scantlin. "Tenemos a Sarah de vuelta, y es el mejor regalo del mundo", a?adi¨®.