Un crucero de pesadilla
Siete d¨ªas surcando el Mediterr¨¢neo a bordo del crucero m¨¢s r¨¢pido del mundo. Es todo lo que pudieron disfrutar los 474 pasajeros del buque Grand Voyager antes de verse sometidos a "36 horas de infierno, casi sin comer, con agua y sillas volando, y pensando que nos ¨ªbamos a pique".
Con estas palabras explic¨® ayer en el aeropuerto de Barajas Antonio Blanco, gallego residente en Londres, la peripecia vivida por los pasajeros y la tripulaci¨®n (787 personas en total) del barco, que zarp¨® de Barcelona el pasado d¨ªa 7 y que el domingo, a las 16.30, abandon¨® T¨²nez para regresar. Una gran brecha, tapada con gasas y esparadrapo, recorr¨ªa su cabeza.
El oleaje ya era muy fuerte antes de salir de T¨²nez, explicaron los afectados. Pero eso fue s¨®lo un aperitivo de lo que estaba por llegar. "Quiz¨¢ no debimos salir. El oleaje era brutal. Cada vez peor", explic¨® Alfonso Quintana, de Fuengirola (M¨¢laga). Los mareos, el mobiliario libre de sus anclajes y el miedo dominaron la eterna tarde y la noche del domingo.
Al amanecer, el capit¨¢n avis¨® a Barcelona de que la llegada del barco, prevista para las 11.30 del lunes, se retrasar¨ªa por el temporal. Eran las 7.45. En los 30 minutos siguientes, el Grand Voyager, zarandeado por "olas que saltaban por todas las cubiertas", busc¨® "un rumbo m¨¢s protegido", seg¨²n la nota publicada por Iberojet, la empresa responsable del crucero.
A las 8.25, una gran ola impact¨® sobre el puente de mando y rompi¨® uno de los cristales. "El agua que entra da?a todos los sistemas el¨¦ctricos y de comunicaciones", sigue el relato de la nota. En los 50 minutos siguientes, el buque permaneci¨® a la deriva, a merced de unas olas que, seg¨²n los viajeros, superaban los 20 metros. Fueron los peores momentos de la traves¨ªa. La megafon¨ªa tambi¨¦n se estrope¨®.
Los testimonios y las fotos de los pasajeros que ayer llegaron a los aeropuertos de Barcelona y Madrid dibujan un barco lleno de viajeros con los chalecos salvavidas puestos e intentando afianzarse en cualquier rinc¨®n. En los pasillos, mejor que en los salones, donde vol¨® absolutamente todo: vajilla, cristaler¨ªa, sillas, televisores, l¨¢mparas y hasta el piano de cola. La gente se amarr¨® con los manteles a las mesas, pero tambi¨¦n acabaron arranc¨¢ndolas del suelo por el propio peso, explic¨® Bego?a Rodr¨ªguez, de Bilbao, a su llegada a Barcelona. Una joven que viajaba sola permaneci¨® horas encerrada en su camarote porque el mobiliario roto le imped¨ªa abrir la puerta. David Duarte, de Barcelona, se llev¨® un tornillo de casi un palmo arrancado de cuajo de alguna pieza que no resisti¨® la fuerza de las olas.
El barco emiti¨® a las 9.15 la se?al urgente de SOS. Las autoridades francesas, en cuyas aguas navegaba entonces el Grand Voyager, enviaron dos remolcadores para rescatarlo. Tambi¨¦n llegaron a la zona helic¨®pteros y aviones de reconocimiento, pero optaron por no actuar. El ¨²nico contacto se produjo con el Gimmi, un buque gasero ingl¨¦s, que fue el que gui¨® al crucero. El cierre del puerto de Mah¨®n, en Menorca, oblig¨® al Grand Voyager, con parte de la propulsi¨®n restablecida, a dar media vuelta y dirigirse a Cagliari, en Cerde?a (Italia). Era el rumbo que, seg¨²n el capit¨¢n, mejor garantizaba la seguridad. As¨ª lo explica la nota.
Por fin, sobre las 6.15 de ayer, el buque lleg¨® a Cagliari, donde fueron hospitalizados seis pasajeros con fracturas. El resto, que viaj¨® en tres aviones fletados por Iberojet hasta Madrid y Barcelona, se recupera del susto en casa. A pesar de la pesadilla, no tienen m¨¢s que palabras amables hacia la tripulaci¨®n del Grand Voyager.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.