Puro teatro
La intervenci¨®n de grandes artistas en el dise?o de espect¨¢culos teatrales ha sido una constante a lo largo de la historia. Baste recordar, por ce?irnos al curso de la modernidad, las incursiones en ese terreno de los constructivistas rusos y los futuristas; o de Picasso, Mir¨® y Dal¨ª, entre los maestros espa?oles de la vanguardia. Una tradici¨®n que sigue impregnando el presente: hace apenas semanas pod¨ªamos contemplar en Madrid una muestra sobre las creaciones esc¨¦nicas de Eduardo Arroyo, tras la que ahora nos llega esta soberbia revisi¨®n de la labor desarrollada en ese ¨¢mbito por Jaume Plensa, un nombre clave en el panorama de nuestra escultura de las dos ¨²ltimas d¨¦cadas.
En rigor, hay algo natural, casi como una predestinaci¨®n, en el salto de Plensa hacia el campo del teatro a mediados de los noventa. No en vano, el devenir de su trabajo escult¨®rico, en su el¨¢stica y heterog¨¦nea invenci¨®n metaf¨®rica, en las apropiaciones materiales y espaciales, como en su misma entra?a po¨¦tica, ha venido manifestando, y de manera creciente, una elocuente pulsi¨®n escenogr¨¢fica. Nada m¨¢s l¨®gico, pues, que dicho salto.
JAUME PLENSA
'?pera, teatro y amigos'
Museo Colecciones ICO
Zorrilla, 3. Madrid
Hasta el 25 de abril
Y, prueba de ello, es el hecho de que una de sus colaboraciones dram¨¢ticas nace precisamente de la invitaci¨®n a trasladar a la escena, con tan s¨®lo las obligadas adaptaciones operativas, una instalaci¨®n preexistente del artista. M¨¢s all¨¢ de ese proyecto, el resto de las creaciones esc¨¦nicas del artista catal¨¢n corresponden a la fruct¨ªfera relaci¨®n desarrollada con La Fura dels Baus, en la concepci¨®n de una serie de montajes oper¨ªsticos. Complicidad que germina a partir de evidentes rasgos coincidentes entre sus respectivas est¨¦ticas, pero que suma, con la incorporaci¨®n de Plensa, un m¨¢s complejo, d¨²ctil y elevado umbral de excelencia al fogoso imaginario de La Fura.
Pero el acierto mayor de esta
fascinante muestra es ante todo el desarrollo de una articulaci¨®n estructural y un dise?o expositivo, que no dudan en aplicar recursos dram¨¢ticos, al fin y al cabo consustanciales a la naturaleza de sus contenidos, que alcanzan a hacer evidente a ojos del espectador el flujo que va de la invenci¨®n germinal en los bocetos del escultor al espect¨¢culo final que colma sus sentidos, as¨ª como las piezas del mecanismo interior que hace esa magia posible. Y todo ello, como manda el canon cl¨¢sico, en tres actos. O en tres espacios si prefieren: el primero, que enfrenta los dibujos de Plensa a la proyecci¨®n de los montajes respectivos; el segundo, con vestuario y componentes escenogr¨¢ficos de las distintas obras, y el ¨²ltimo, con las maquetas realizadas a posteriori para la exposici¨®n que detallan el artificio puesto en pie para cada proyecto. Lo dicho, puro teatro. Y, del mejor, sin duda.
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