El sue?o de la anarqu¨ªa
A los cien a?os del nacimiento de Federica Montseny, la escritora y dirigente anarquista sigue siendo un personaje de perfiles difusos para muchos espa?oles, habi¨¦ndose centrado el inter¨¦s por su figura en la condici¨®n excepcional de primera ministra de la historia de Espa?a, entre noviembre de 1936 y mayo de 1937. En ruptura con su tradicional antipoliticismo, la CNT-FAI pas¨® a ejercer un poder pol¨ªtico en Arag¨®n y en zonas de Catalu?a, poniendo de relieve, en contra de las f¨¢bulas de cine tipo Ken Loach, la cercan¨ªa entre anarquismo y jacobinismo. Y tuvo que aceptar una participaci¨®n gubernamental, en que los cuatro ministros propuestos por la CNT, uno de ellos Federica, supieron asumir su dif¨ªcil responsabilidad.
FEDERICA MONTSENY. LA INDOMABLE
Susanna Tavera
Temas de Hoy. Madrid, 2005
352 p¨¢ginas. 22 euros
UNA ANARQUISTA EN EL PODER
Irene Lozano
Espasa. Madrid, 2005
430 p¨¢ginas. 23 euros
Este periodo es objeto de atenci¨®n en dos recientes biograf¨ªas de Federica Montseny, la de la historiadora Susanna Tavera en Temas de Hoy y la de la periodista Irene Lozano en Espasa Calpe. Susanna Tavera ve en su gesti¨®n una mezcla de luces y sombras, ya que la voluntad de innovaci¨®n fue contrarrestada por la improvisaci¨®n, las limitaciones impuestas por la guerra y la inexperiencia administrativa. Irene Lozano, con un relato m¨¢s complejo y rico en episodios personales, coincide en el juicio general relativo al bloqueo de las reformas previstas. El proyecto de autorizaci¨®n del aborto, ya acordado por la Generalitat en Catalu?a, y la atenci¨®n a los refugiados fueron dos de los temas principales de su gesti¨®n inacabada. Las cr¨ªticas persistieron. Entrar en un gobierno era tanto como mancillar la pureza originaria.
No hay tanta luz en ambos libros sobre lo que constituye el otro momento crucial de la vida de Federica Montseny: su vehemente participaci¨®n entre 1931 y 1933 en la ofensiva contra los dirigentes moderados de la CNT, los llamados "trentistas" por el manifiesto que hicieran p¨²blico muy pronto contra el riesgo de radicalizaci¨®n. Tanto Susanna Tavera como Irene Lozano narran, cada una con su estilo, esa secuencia en que una joven de menos de treinta a?os, muy conocida en medios anarquistas pero sin experiencia concreta de lucha, se lanz¨® contra quienes intentaban convertir a la CNT en una fuerza decisiva dentro del movimiento obrero en tiempos de la Rep¨²blica.
S¨®lo que contar no basta, aunque permita mantener el tono de simpat¨ªa que hacia Federica Montseny se respira en ambas obras. Sus acusaciones contra el secretario de la Regional catalana, Emilio Mira, fueron un modelo de c¨®mo se destruye la imagen de un hombre, sin dato alguno, s¨®lo con "la convicci¨®n moral" de que era un tipo despreciable. En su ?Yo acuso! y art¨ªculos sucesivos hubo un componente v¨¢lido: la denuncia, eso s¨ª en tono demag¨®gico, contra las torturas y la violencia practicadas por las fuerzas de seguridad republicanas.
No tuvo lugar un debate, sino el descabezamiento del anarcosindicalismo cenetista . Y ello en nombre de una expectativa infundada de revoluci¨®n a corto plazo, donde el levantamiento de unos cuantos lugares deb¨ªa generar una expansi¨®n en mancha de aceite para la proclamaci¨®n del comunismo libertario. Se trataba de una visi¨®n ampliamente compartida entonces en medios anarquistas, que ten¨ªa por primera misi¨®n acabar con la Rep¨²blica y abrir paso a la utop¨ªa del libre desenvolvimiento de la nueva humanidad. Montseny fue al mismo tiempo la pluma y la palabra encargada de impulsar la realizaci¨®n de la profec¨ªa de otro anarquista autoritario: Bakunin. De modo mucho m¨¢s terminante de lo que las dos autoras de las biograf¨ªas muestran. A sangre y fuego: "Morir¨¢n, moriremos quiz¨¢ muchos, muchos, muchos! (...) ?Qu¨¦ importa! Adelante, pues, por encima de las tumbas. Cuando las tierras, las almas son est¨¦riles, la sangre, el abono humano las hacen fecundas". Es un art¨ªculo-manifiesto que ni Tavera ni Lozano recogen, tampoco Pere Gabriel en su antolog¨ªa, y que como muestra de irracionalidad adquiere plena significaci¨®n si pensamos en lo que en privado y posteriormente escribi¨® la autora sobre esa estrategia insurreccional. "No tienen ellos la culpa de algunas locuras hechas", escribi¨® Federica en carta a Progreso Fern¨¢ndez de enero de 1933 citada por Tavera. Ellos, no; Federica, lo mismo que Garc¨ªa Oliver y su c¨ªrculo, s¨ª, y m¨¢s al darse cuenta de un error cuyo precio fueron muchos muertos y el desplome de la Confederaci¨®n.
Historiar es explicar, no s¨®lo
narrar. Y esta observaci¨®n ser¨ªa asimismo v¨¢lida si aspiramos a entender la peculiar personalidad revolucionaria de la biografiada, revelada de forma transparente en su novela La Victoria, de 1925. Federico Urales se cre¨ªa perfecto. Por su parte, Federica, encarnada en el personaje de Clara, se contempla a s¨ª misma como una personalidad superior en virtud de su inteligencia y moralidad, as¨ª como del ideal que profesa, capaz de proyectarse desde arriba sobre la realidad social. Una actitud que prolonga la peculiar posici¨®n de propagandistas-tutores que asumieran sus padres, Federico Urales y Soledad Gustavo, desde su atalaya privilegiada de las ediciones de la Revista Blanca, siempre con un conflicto de fondo con el movimiento sindical cenetista. Despu¨¦s de la guerra tal posici¨®n ser¨¢ mantenida en Toulouse por la pareja Germinal-Federica, a quienes mi amigo Jos¨¦ Mart¨ªnez, el director de Ruedo Ib¨¦rico, llamaba con cordial iron¨ªa la familia real.
Los aspectos humanos y la relaci¨®n inmediata con la acci¨®n pol¨ªtica de Federica se encuentran reflejados con notable acierto en los dos libros objeto de estas reflexiones. Brillante el de Irene Lozano en el plano literario, con el recurso a los flash-backs que nos liberan de la linealidad propia de las biograf¨ªas tradicionales. Bien documentado y preciso el de Susanna Tavera. Ambos nos introducen al conocimiento de una de las personalidades m¨¢s poderosas en la historia de la izquierda espa?ola.
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