?Son seguros nuestros rascacielos?
Una se?ora que el lunes se acerc¨® al paseo de la Castellana para observar en persona el gigantesco mu?¨®n tiznado en que se ha convertido el edificio Windsor exclam¨® con una mueca de espanto: "?Qu¨¦ horror! ?Deber¨ªan estar prohibidos!". ?Tiene raz¨®n esta se?ora? ?Deber¨ªan estar prohibidos los rascacielos? ?Son peligrosos para los que viven o trabajan en ellos? ?Para los que pasan por debajo cada d¨ªa? La inmensa tea del Windsor que ardi¨® durante el s¨¢bado por la noche y la madrugada del domingo en el coraz¨®n financiero de Madrid record¨® a muchos la hecatombe de las Torres Gemelas de Nueva York. Y el horror de los cientos de personas que quedaron atrapadas en las plantas m¨¢s altas sin m¨¢s salida que buscar una muerte r¨¢pida lanz¨¢ndose al vac¨ªo.
A un par de kil¨®metros del lugar donde hoy agoniza el edificio Windsor est¨¢n naciendo cuatro colosos de m¨¢s de 200 metros de altura cada uno
"Hay 600.000 posibilidades m¨¢s de morir aplastado en la carretera que abrasado en un rascacielos", dice el catedr¨¢tico Ricardo Aroca
Y, sin embargo, el fen¨®meno de los gigantes de cristal, hormig¨®n y acero es imparable en Espa?a: a un par de kil¨®metros del lugar donde hoy agoniza el Windsor, en el mismo paseo de la Castellana, est¨¢n naciendo cuatro colosos de m¨¢s de 200 metros de alto cada uno (el doble justo que el edificio incendiado el s¨¢bado) y m¨¢s de 45 plantas. Las cuatro moles transformar¨¢n el perfil norte de la capital y albergar¨¢n oficinas y habitaciones de hotel. En Barcelona, a un costado de la Diagonal, los arquitectos Jean Nouvel y Ferm¨ªn V¨¢zquez ultiman el edificio Agbar, de 144 metros. Y no es el ¨²nico rascacielos que se construir¨¢ en los pr¨®ximos a?os en esta ciudad. Ni en Benidorm, donde se levanta el que hoy por hoy es el edificio m¨¢s alto de Espa?a, el hotel Bali, de 210 metros.
En el despacho del arquitecto que dise?a una de estas nuevas torres de la Castellana, Carlos Rubio Carvajal, se habla mucho todav¨ªa del incendio del Windsor. "Hombre, no hemos cambiado nada de las medidas de seguridad previstas; pero, despu¨¦s de lo ocurrido, que impresiona, pues hemos hecho un buen repaso de todo", asegura. El enorme hotel de m¨¢s de 600 habitaciones dise?ado por Rubio Carvajal contar¨¢ con las m¨¢s modernas medidas anti-incendios: compartimentos estancos, blindajes especiales para aislar completamente las plantas, rociadores incluso en las cornisas para atacar el fuego desde el exterior, escaleras de evacuaci¨®n protegidas del fuego con tama?o suficiente como para permitir que suba un bombero mientras baja la gente... "Adem¨¢s, la estructura est¨¢ compartimentada de tal manera que un incendio, por muy grande que fuera, s¨®lo afectar¨ªa a un tercio del edificio", a?ade el arquitecto.
Nada seguro
El catedr¨¢tico de Construcci¨®n de la Escuela T¨¦cnica Superior de Arquitectura de Barcelona, Ignacio Paricio, sostiene que los rascacielos espa?oles "son seguros". Pero a?ade: "Aunque nada es absolutamente seguro y el coste de cada incremento de seguridad aumenta en proporci¨®n exponencial. Estamos poco acostumbrados a la intr¨ªnseca fragilidad de todas nuestras actuaciones". Este experto matiza que el peligro se esconde m¨¢s en algunos rascacielos ya en pie, "que necesitan una reforma desde el punto de vista de la seguridad", que en estos nuevos gigantes mucho m¨¢s altos que se levantan en la actualidad.
El caso del Windsor, de 106 metros, inaugurado en 1979, es paradigm¨¢tico: no contaba con rociadores autom¨¢ticos y las llamas se extendieron por todo el edificio sin que nada actuara de cortafuegos. No es el ¨²nico rascacielos de Madrid que carece de estas medidas. De hecho, la mitad de los construidos en la capital carece de aspersores; entre ellos, el Edificio Espa?a, de 117 metros, levantado en 1953, y la Torre de Madrid, de 1957.
Jos¨¦ Luis Castillo, oficial de bomberos del Ayuntamiento de Madrid y uno de los hombres que pele¨® contra las llamas que devoraron al Windsor el pasado fin de semana, tambi¨¦n alerta contra este tipo de edificios m¨¢s antiguos. "Los que se construyen ahora, aunque no me gusten mucho como bombero, tienen unas aceptables defensas contra el fuego. Otra cosa son los que se hicieron hace tiempo", asegura.
En los ¨²ltimos 25 a?os no ha muerto nadie por un incendio declarado en un rascacielos en Espa?a. En 1990, en Madrid, las llamas que nacieron de la combusti¨®n de unas hojas de eucalipto arrojadas a unas vasijas de vapor alcanzaron las paredes de madera de una sauna situada en la planta 29 del edificio Torre Europa, inaugurado en 1985. El gimnasio de lujo contiguo result¨® afectado, pero el fuego, gracias a la compartimentaci¨®n aislante del inmueble, se circunscribi¨® al piso 29. El desalojo de urgencia llen¨® la calle, en octubre, de ejecutivos en albornoz o en toalla y yuppies en ch¨¢ndal, pero s¨®lo una persona (un ex diputado) result¨® herida. Nueve a?os m¨¢s tarde, los bomberos de Barcelona consiguieron atajar un violento incendio declarado en la planta 12 del rascacielos situado en la plaza de Urquinaona, de 23 pisos e inaugurado en 1970. Las llamas redujeron a cenizas tres plantas, pero nadie result¨® herido.
Ricardo Aroca, catedr¨¢tico de Estructuras de la Escuela T¨¦cnica Superior de Arquitectura de Madrid y decano del Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid, tiene otras estad¨ªsticas: "Hay 600.000 veces m¨¢s posibilidades de morir abrasado en un rascacielos que aplastado en un coche en la carretera". Este experto alerta contra la "demonizaci¨®n un tanto b¨ªblica" que este tipo de construcciones gigantescas acarrea, debido a la majestuosidad est¨¦tica de su concepci¨®n y ejecuci¨®n. Y se?ala que los rascacielos tienen unas ventajas pr¨¢cticas: "Permiten que unos equipos numerosos de personas trabajen en un espacio pr¨®ximo, por ejemplo". Este catedr¨¢tico recuerda que la tan denostada "densidad" que provocan los rascacielos puede ser aprovechada: "Es la diferencia entre una ciudad alargada, extendida, como Los ?ngeles, con sus autopistas y sus atascos, y otra con m¨¢s rascacielos, m¨¢s densa, pero m¨¢s habitable, como es Nueva York".
Aroca no es el ¨²nico arquitecto que sospecha que algo del mito de la Torre de Babel late en las cr¨ªticas a los rascacielos: "Hay quien ve algo de apocal¨ªptico en esto del Windsor, una especie de castigo divino al hombre por el ansia de elevaci¨®n y la vanidad del ser humano que desaf¨ªa los cielos", sostiene el arquitecto Ferm¨ªn V¨¢zquez, autor, junto con Jean Nouvel, del edificio Agbar de Barcelona. "No hay que tomar lo del Windsor como un caso general. Lo principal es la evacuaci¨®n: que el edificio aguante mientras dure la evacuaci¨®n", a?ade. La Torre Agbar, "que no permitir¨ªa que un incendio se propagase como en el caso del Windsor", cuenta, adem¨¢s de todas las medidas anti-incendios citadas anteriormente, "con un dise?o especialmente pensado para disipar los humos".
El oficial de bomberos Castillo empez¨® a trabajar el domingo pasado a la una de la madrugada. Y s¨®lo dej¨® su puesto 14 horas despu¨¦s. Su principal preocupaci¨®n no era que el Windsor se desplomara. "Era que mis hombres, subidos a un brazo articulado de m¨¢s de 40 metros de alto, muy cerca de las llamas, no resultaran heridos. M¨¢s all¨¢ de una planta octava no tenemos control absoluto de un incendio. Y el Windsor comenz¨® a arder en la planta 21. Yo invitar¨ªa a alguien a subirse en un brazo articulado de 40 metros. La m¨¢s m¨ªnima brisa lo balancea. Recuerda mucho a un insecto peque?o en una espiga o una flor".
En Espa?a no ha habido muertos por incendios en un rascacielos. Pero en noviembre de 1996, en Hong Kong, 39 personas fallecieron al arder el Garley, de 16 plantas. Muchas de ellas se arrojaron al vac¨ªo de pura desesperaci¨®n. El edificio, de mediados de los setenta, no contaba con ning¨²n sistema anti-incendios.
El catedr¨¢tico Aroca sabe que nada es infalible. Pero a?ade: "Es cierto que, dada su altura, los bomberos no pueden hacer gran cosa si se declara un incendio en un rascacielos, que est¨¢ abandonado a su suerte, que depende de s¨ª mismo, como un barco en alta mar que comenzara a arder. Pero por eso no vamos a prohibir barcos en alta mar".
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