"Calla o hago que te expulsen"
El hermano del inmigrante muerto en una obra de Granada detalla su ilegal situaci¨®n laboral y las amenazas de la constructora
Hay accidentes muy tristes, pero el de Carlos ?scar Romero lo fue especialmente. Este obrero boliviano sin papeles cay¨® de un andamio de ocho metros de altura el pasado lunes y nunca se recuper¨® del golpe. Los compa?eros de su obra de Maracena (Granada) -todos extranjeros y sin permiso de residencia- huyeron sin prestarle ayuda mientras se le escapaba la vida, y los due?os de su empresa negaron que perteneciera a la plantilla. En medio de su agon¨ªa, uno de los constructores amenaz¨® a su hermano con hacer lo imposible para expulsarlo de Espa?a si denunciaba las irregularidades. La Guardia Civil los detuvo el jueves por contratar a un inmigrante irregular, negarle su ayuda tras el siniestro y tratar de esconderlo mediante coacciones.
El sue?o espa?ol de ?scar dur¨® s¨®lo seis meses. Tras terminar sus estudios de electricista, este joven de 20 a?os dej¨® la casa de su padre en Buenos Aires (Argentina) para buscar en Granada la oportunidad que le negaba aquel pa¨ªs. A mediados de agosto se reuni¨® con su hermano Agust¨ªn en su peque?o apartamento del barrio de La Chana, donde viv¨ªa con su mujer y su hija hace dos a?os. Encontr¨® su primer empleo en la campa?a de recogida de tabaco a los pocos d¨ªas de aterrizar.
Dos semanas despu¨¦s de empezar a trabajar, un compatriota se ofreci¨® para recomendarle en la constructora Robles y Santiago, SL, especializada en la instalaci¨®n de ascensores en bloques de pisos. "Ten¨ªan varias obras en los alrededores de Granada y otras en la costa para las que necesitaban mano de obra urgente", recuerda su hermano Agust¨ªn. El enchufe surti¨® efecto y la empresa le ofreci¨® un puesto como asistente de obra el pasado septiembre. ?scar trabaj¨® ininterrumpidamente para ¨¦sta hasta el pasado 14 de febrero, cuando se precipit¨® al vac¨ªo.
Se levantaba a las 7.00 para acudir en bicicleta hasta el punto de reuni¨®n con sus jefes, desde donde ¨¦stos distribu¨ªan a los trabajadores en furgonetas por las distintas obras de la provincia. Por una jornada de diez horas durante seis d¨ªas a la semana, el boliviano percib¨ªa 700 euros al mes. "?l estaba contento porque le encantaba la construcci¨®n y con el sueldo pod¨ªa hacer su vida. Pero en realidad lo trataban como un esclavo", dice Agust¨ªn, que trabaj¨® con su hermano una semana para despedirse despu¨¦s debido a la escasez del salario, la presi¨®n de los jefes y la falta de condiciones de seguridad. "Yo he estado antes con otras empresas pero en casi todas me sobreproteg¨ªan por estar irregular", contin¨²a el hermano de ?scar. "En Robles y Santiago te machacaban. Ni siquiera te daban ropa, casco o guantes, sino que eras t¨² el que ten¨ªas que comprarlo".
Agust¨ªn asegura que intent¨® convencer a su hermano para que, como ¨¦l, dejara el empleo. "Ten¨ªa que haberle insistido m¨¢s porque tal vez as¨ª, esto se hubiera evitado", dice llev¨¢ndose las manos a la cara. Pero ?scar se sent¨ªa c¨®modo y no se quejaba, seg¨²n Agust¨ªn. Ni siquiera cuando la empresa le obligaba a trabajar cada s¨¢bado.
El hermano del obrero muerto no comprende c¨®mo pudieron obligarle a subir hasta esa altura con su categor¨ªa laboral. "Soy oficial de primera porque trabajo en la construcci¨®n desde hace 20 a?os y s¨¦ que un asistente de obra s¨®lo prepara los materiales, los pone al alcance de los alba?iles y hace la mezclas de hormig¨®n y cemento", dice. "Mi hermano, con 20 a?os, no ten¨ªa ninguna experiencia pero alguien le oblig¨® a trabajar ah¨ª arriba, donde s¨®lo est¨¢n los m¨¢s cualificados", asegura.
Dos d¨ªas despu¨¦s de empezar a instalar ascensores, el patr¨®n exigi¨® a ?scar que le entregara el pasaporte. Seg¨²n Agust¨ªn, ¨¦ste obedeci¨® por miedo a perder su trabajo y desobedeciendo los consejos de su hermano. "Le dije que jam¨¢s deb¨ªa hacerlo, que estaba loco", prosigue Agust¨ªn. "?se es tu ¨²nico documento y sin ¨¦l no existes", dice que le advirti¨® entonces. La Guardia Civil lo encontr¨® el pasado jueves en el despacho del gestor de la empresa, que dijo a los agentes que lo guardaba para regularizarlo en el proceso de normalizaci¨®n en marcha. Pero Agust¨ªn no se lo cree, porque su hermano no hubiera podido obtener los papeles. "Lleg¨® a Espa?a fuera de plazo, y nunca me pidi¨® los certificados de empadronamiento y penales", se?ala. "Si se lo hubieran ofrecido me lo habr¨ªa dicho, porque ¨¦l no sab¨ªa qu¨¦ hab¨ªa que hacer ni d¨®nde", afirma.
La noche del pasado lunes, Agust¨ªn subi¨® a la UCI del hospital de Traumatolog¨ªa de Granada para conocer el ¨²ltimo parte sanitario de su hermano. El m¨¦dico le explic¨® que ?scar se encontraba en coma irreversible y que no hab¨ªa ninguna esperanza de que sobreviviera a sus lesiones. "Baj¨¦ desesperado para llamar a mi se?ora y decirle que viniera urgentemente", recuerda. "Estaba buscando un tel¨¦fono p¨²blico cuando se me acercaron los dos empresarios. Uno de ellos me pregunt¨® c¨®mo estaba y me pidi¨® que tuviera paciencia, como si realmente estuviera preocupado. Pero el otro me dijo: 'Mira, si pasa cualquier cosa, no hables de esto a nadie y no cuentes lo que sabes, porque, si no, te voy a hacer expulsar", asegura.
Agust¨ªn acudi¨® el jueves por ¨²ltima vez a la casa cuartel para recoger la bicicleta con la que su hermano sali¨® hacia el trabajo para no volver m¨¢s. La que le ense?aron los agentes -vieja y con algunos desperfectos- no era la que ?scar se acababa de comprar. El accidente de Maracena fue tan triste como miserable, un desalmado se la hab¨ªa robado.
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