Toreo temerario y sin gusto

Domingo L¨®pez Ch¨¢vez alborot¨® con su toreo temerario, pero carece de gusto y adem¨¢s continuamente atropella la raz¨®n. Al tercero, de nombre Don Juan, aplaudido en el arrastre, lo salud¨® de hinojos con cuatro escalofriantes largas cambiadas que calentaron m¨¢s el ambiente, y en su quite por chicuelinas se enrosc¨® al adversario. El burel ten¨ªa pocos recorridos pero, como humillaba, le baj¨® la pa?osa y, despatarrado, traz¨® un muleteo de garra en series de derechazos. Por exceso de confianza en un desplante le perdi¨® la cara al codicioso y fiero oponente, siendo zarandeado sin consecuencias. Todo un contraste fueron sus banderilleros Pepe Luna y Patricio Ochoa, que con miedo cubrieron desastrosamente el segundo tercio.

El salmantino volvi¨® a recibir de hinojos a Conquistador, que hizo quinto, aplaudido en el arrastre. Tambi¨¦n volvi¨® a ejecutar la chicuelina en su quite. Su trasteo lo inici¨® caminando de rodillas con comprometidos pases por alto. Aprovechando el largo recorrido del codicioso y fiero corn¨²peta, con soltura le dio cuatro tandas de redondos y una de naturales. Se adorn¨® con dosantinas y manoletinas.

Aparatosa voltereta

Mala suerte la de Antonio Urrutia pues, adem¨¢s de haberle tocado el lote m¨¢s complicado en el cuarto, ingres¨® en la enfermer¨ªa. Con decisi¨®n lance¨® al violento y descarado segundo. Como se hab¨ªa lucido L¨®pez Ch¨¢vez al quitar por navarras, Urrutia le dio la r¨¦plica al ajustarse por gaoneras. Despu¨¦s de meterlo a la sarga, y sin inmutarse porque el bicho desarroll¨® sentido, lo aguant¨® y, exponiendo, le instrument¨® mandones naturales, pero el enemigo se raj¨® y ya no pudo hacer nada el experimentado diestro.

Al manso cuarto, pitado en el arrastre, el hidroc¨¢lido le dio las tablas y con mucha entrega lo lidi¨®. Al iniciar el descabello, aunque el morlaco estaba muy herido, le dio aparatosa voltereta y, al caer sobre el hombro izquierdo, le ocasionaron contusiones en dicho hombro y en el t¨®rax del mismo lado. A sus subalternos Fernando Grajales y Javier Escalante les invadi¨® el p¨¢nico al banderillear. A esta bestia la remat¨® L¨®pez Ch¨¢vez.

Mario Zulaica desaprovech¨® a Caballero, un bravo astado con el que confirm¨® su alternativa. Su trabajo con la pa?osa fue retirado y no le templ¨® sus pases a la noble res. En cambio, en el descompuesto sexto el potosino, en medio de un vendaval que produjo una cortina de arena y bajo una tenue lluvia, se qued¨® quieto pero no motiv¨® emoci¨®n alguna.