Epopeya personal
LO QUE comenz¨® siendo un "apunte jocoso" inspirado por una breve estancia de Thomas Mann en la ciudad suiza de Davos, junto a su mujer Katia, y concebido como una contrapartida a la seriedad de Muerte en Venecia (1912); lo que pretend¨ªa ser el retrato del amor de un burgu¨¦s en oposici¨®n a aquel otro del artista, termin¨® convirti¨¦ndose en un proyecto monumental que absorbi¨® a su autor durante uno de los periodos m¨¢s cr¨ªticos de su vida: los a?os de su cambio ideol¨®gico en los que pas¨® de ser "apol¨ªtico" y defensor de la revoluci¨®n conservadora a republicano y dem¨®crata. La novela creci¨® lentamente hasta transformarse, m¨¢s que en la epopeya espiritual de un personaje anodino (Castorp), en el fresco de una verdadera "comedia humana".
Todo lo que Mann le¨ªa, ve¨ªa y experimentaba deb¨ªa formar parte del libro; desde la mitolog¨ªa y el espiritismo hasta la m¨²sica (su fascinaci¨®n por el gram¨®fono inspira uno de sus m¨¢s c¨¦lebres episodios); pero tambi¨¦n sus conocimientos cient¨ªficos ad hoc y, naturalmente, sus propias obsesiones vitales: el erotismo reprimido, esencialmente fant¨¢stico, o un morboso inter¨¦s por la muerte y sus formas. Todo ello se refleja en esta obra de arte -artificiosa donde las haya-, sin olvidar las convulsiones ideol¨®gicas de la ¨¦poca, reflejadas en esas conversaciones -a veces tediosas y confusas- entre Naphta y Settembrini ante el atento Castorp, que parecen aclaraciones del propio autor consigo mismo.
La novela se las trae, pues est¨¢ llena de ambig¨¹edades, s¨ªmbolos y paralelismos. Mann aconsej¨® a un grupo de estudiantes en Princenton que habr¨ªa que leerla no dos veces sino diez, y con el l¨¢piz en la mano; s¨®lo as¨ª, un esforzado lector-int¨¦rprete podr¨¢ extraerle su jugo y desentra?ar sus trabazones. Quiz¨¢ no sea para tanto; si bien, en apariencia comprensible, nada en ella es inocente ni sencillo; los elementos m¨¢s triviales -un l¨¢piz, un reloj o un vestido- se transforman en objetos cargados de sentido; lo cotidiano se hace m¨¢gico. La novela fascina precisamente cuando asumimos su dificultad: las aclaraciones generales expresadas a la ligera -"relato de aventuras", "canto a la vida", "la filosof¨ªa de Schopenhauer hecha literatura"- siempre se quedar¨¢n cortas.
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