La 'otra familia' de Mitterrand
Mazarine, la hija 'secreta' del ex presidente socialista franc¨¦s, cuenta en un libro su doble vida al margen del poder
Fran?ois Mitterrand es el ¨²ltimo pol¨ªtico que manten¨ªa el v¨ªnculo de credibilidad entre los franceses y la pol¨ªtica. Primero en tanto que arte de seducir, convencer y atemorizar; segundo en tanto que sutura entre lo posible y la utop¨ªa; tercero en la medida en que parec¨ªa capaz de reconciliar destino y convicciones. El ¨¦xito del filme de Robert Guediguian Le prommeneur du Champ de Mars (El paseante del Campo de Marte), que evoca los dos ¨²ltimos a?os de la vida del presidente (1981-1995) fallecido, coincide en el tiempo con la desconfianza que la Constituci¨®n europea despierta entre la opini¨®n p¨²blica gala y con la aparici¨®n, 12 d¨ªas despu¨¦s del estreno de la pel¨ªcula, de los 200.000 ejemplares de Bouche cousue (Boca cosida), libro de Mazarine, la hija que Mitterrand tuvo en 1974 de Anne Pingeot, es decir, al margen de su matrimonio con Danielle.
"Mam¨¢ se iba en bicicleta hacia el museo y pap¨¢ en coche al El¨ªseo"
Para Mazarine, Fran?ois Mitterrand era "ese hombre al que no hay que nombrar"
Mazarine cuenta en 234 p¨¢ginas la vida cotidiana de una pareja extra?a, pues, tal y como ella lo recuerda, cuando los padres se separaban para ir al trabajo, "mam¨¢ se iba en bicicleta hacia el museo y pap¨¢ en coche al El¨ªseo". Ella era conservadora en el museo d'Orsay, ¨¦l, presidente de la Rep¨²blica. Durante casi 20 a?os Mazarine vivi¨® en semi-clandestinidad, "sin necesidad de apellido porque mi nombre y el parecido me identifican".
Mazarine nace un 18 de diciembre de 1974 "en Avignon, porque es una de las ciudades m¨¢s bellas de Francia". La familia Pingeot "es de las que temen y respetan a pap¨¢ sin que se pueda decir que le quieran, pues no en vano ha seducido a una de las dos hijas mayores". Mitterrand, "ese hombre al que enseguida sabr¨¢ que no hay que nombrar", es elegido presidente cuando Mazarine tiene seis a?os. "El 10 de mayo de 1981, con mam¨¢, delante de un televisor min¨²sculo, vemos c¨®mo se celebra sin nosotras la fiesta de un futuro incierto".
El hombre que acude la mayor¨ªa de las noches al peque?o apartamento que ocupan Anne y Mazarine "prefiere huevos escaldados porque le permiten olvidar la obligaci¨®n de una suprema de pescado frita a la mantequilla blanca", es decir, busca escapar a los fastos del poder y fabricarse una familia como la de millones de franceses. Los domingos por la tarde, "tras pasar el fin de semana en Souzy, una residencia de la Rep¨²blica del agrado de mi padre y concebida precisamente como lugar de reposo de sus presidentes", la familia clandestina se separa de nuevo: "Pap¨¢ marchaba antes que nosotras. Iba a cenar a la rue de Bi¨¨vre [su domicilio con Danielle]. Como cada domingo. Luego ven¨ªa a casa".
A veces Fran?ois Mitterrand se exhib¨ªa junto a su hija. Siempre sin presentarla o decir qui¨¦n era. "Le gustaban L¨¦o Ferr¨¦, Jacques Brel y Barbara. Mam¨¢ vuelve a ser una jovencita cuando escucha a Barbara y pap¨¢ admira a la cantante. Me llev¨® dos veces a sus conciertos en el Ch?telet. Luego, igual que cuando iba al teatro, le gustaba ir a saludar a los int¨¦rpretes. Era un momento oficial-oficioso, que permit¨ªa ciertas transferencias. Hablaba de m¨ª como de 'Mazarine, a la que le agrada mucho lo que usted hace'. Yo me ruborizaba. Me avergonzaba del orgullo de pap¨¢ al mostrarme sin presentarme completamente". Cuando visita el palacio del El¨ªseo sale del mismo en coche "escondida en el asiento de atr¨¢s".
Un accidente, una ca¨ªda del caballo, pone en peligro la vida de Mazarine y descubre a Mitterrand la impotencia. "No hab¨ªa previsto esa eventualidad de un pap¨¢ que no puede ver a su hija enferma, que no puede ir al lugar donde se ha accidentado, abrazarla, tranquilizarla". Sus esfuerzos para protegerla de la curiosidad period¨ªstica, esfuerzos que, en parte, le llevaron a permitir e impulsar ilegales escuchas telef¨®nicas, acaban revel¨¢ndose vanos. En noviembre de 1994, una derecha que no soporta tener que esperar a que acaben los segundos siete a?os de mandato de un presidente enfermo, quiere provocar su dimisi¨®n y publica al fin, a trav¨¦s de la revista Paris Match, la prueba de la existencia de una hija ileg¨ªtima. "?Ahora atacan mi vida privada! No quiero que se publiquen esas fotos. Impedidlo", ordena en vano Mitterrand a sus amigos abogados. Las fotos le muestran saliendo del restaurante Le Divellec y poniendo, sol¨ªcito, una mano en la espalda de Mazarine. A partir de ah¨ª ella descubre lo que es ser "lo que ya no he dejado de ser, recept¨¢culo de vanidades min¨²sculas". El profesor de su academia de conducir intenta hacerla pasar el examen antes que otros alumnos "con una solicitud pegajosa que hace que ahora me sienta tambi¨¦n una conductora ileg¨ªtima".
El contacto con "la otra familia" no llega hasta el d¨ªa del entierro oficial de Fran?ois Mitterrand. "Hice el viaje con mis hermanastros y la perra Baltique en el avi¨®n militar que transportaba el cuerpo". El ruido de los motores ahoga toda conversaci¨®n. Luego descubrir¨¢ que "el 55% de los franceses aprob¨® que las dos familias estuvi¨¦semos en los funerales. Ignoraba que mi plaza estuviese sujeta a subasta. A¨²n no se ha publicado ning¨²n sondeo sobre la legitimidad de mi existencia. ?Hubiera debido beber la cicuta de condenarme la mayor¨ªa?".
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