Dos autoras para una novela "deslumbrante"
Las escritoras argentinas Graciela Montes y Ema Wolf ganan el Alfaguara con 'El turno del escriba'
A?o 1298, G¨¦nova: el viajero veneciano Marco Polo (1254-1324), y el olvidado escriba y "casi escritor" Rustichello de Pisa se encuentran en la celda de una prisi¨®n en la que ambos han ca¨ªdo despu¨¦s de ser apresados en sendas batallas. Rustichello lleva 14 a?os en la c¨¢rcel y nadie quiere pagar su rescate. Marco Polo es su salvaci¨®n: el escriba se convertir¨¢ en autor del relato de sus magn¨ªficos viajes (Milione, o El libro de las maravillas), y al leer esa obra los pr¨ªncipes cristianos le devolver¨¢n la libertad.
Hacia 1999, Buenos Aires: Graciela Montes y Ema Wolf, dos amigas de mediana edad, veteranas escritoras de relatos infantiles y juveniles, toman una cerveza en el bar Marco Polo. Montes sugiere de refil¨®n que escriban algo sobre Marco Polo. Poco a poco, la idea toma forma y se ponen a la tarea. Escribir¨¢n la historia de Rustichello y Marco Polo, y el protagonista ser¨¢ el escriba, el que escribe para salvarse.
No fueron a G¨¦nova para ambientarse, "porque la gracia consist¨ªa en no ir"
La idea surgi¨® en el bar Marco Polo, donde las dos amigas quedaban a tomar cerveza
28 de febrero de 2005, Madrid: Graciela Montes y Ema Wolf ganan el VIII Premio Alfaguara con la novela El turno del escriba. El fallo del jurado, presidido por Jos¨¦ Manuel Caballero Bonald, define la obra como "la recreaci¨®n de una ¨¦poca fascinante de la humanidad, la de los descubrimientos y la atracci¨®n por lo desconocido, que trasciende el marco hist¨®rico para convertir su escritura deslumbrante en un acto de libertad".
Y a?ade: "Los personajes centrales son el escriba Rustichello y el viajero Marco Polo, que coinciden en la c¨¢rcel en la G¨¦nova del siglo XIII. La novela transforma el espacio cerrado del calabozo en un arca donde caben el mundo real y el de los sue?os".
?sta es, a grandes rasgos, la sorprendente historia del Premio Alfaguara de Novela 2005, cuyo final se desvel¨® ayer en la sede madrile?a del Grupo Santillana cuando Silvia Hopenhayn, escritora y cr¨ªtica argentina (y secretaria de un jurado en el que tambi¨¦n estaban el cineasta Fernando Le¨®n de Aranoa, los escritores espa?oles Ana Mar¨ªa Moix y Manuel Rivas, el autor peruano Iv¨¢n Thays y el director general de Santillana, Juan Gonz¨¢lez), desvel¨® que la novela ganadora, que lleg¨® firmada con el ir¨®nico seud¨®nimo de Mark Twin (gemela, en ingl¨¦s) hab¨ªa sido escrita ?al alim¨®n! por Graciela Montes y Ema Wolf.
Gran asombro general, pero hab¨ªa datos suficientes para pensar que no era broma: el jurado, que hab¨ªa decidido por mayor¨ªa entre siete de las 649 novelas presentadas, aparec¨ªa global y genuinamente fascinado por la "calidad literaria y art¨ªstica" (Caballero Bonald) de El turno del escriba; el presidente del Grupo PRISA, Jes¨²s de Polanco, felicitaba efusivamente por tel¨¦fono a las ganadoras. Y al otro lado del tel¨¦fono hab¨ªa, efectivamente, dos autoras, y aunque era bien dif¨ªcil distinguirlas por la voz, las dos estaban locas de contentas por el premio (edici¨®n y gira promocional de casi un a?o por toda Latinoam¨¦rica, 175.000 d¨®lares y una escultura de Mart¨ªn Chirino) y se turnaban escrupulosamente (para eso sirve ensayar) la palabra.
Ambas, por riguroso orden, contaron los entresijos del nacimiento de esta novela a dos talentos y cuatro manos, un empe?o, aclararon, que no piensan de momento repetir ("aunque mantenemos contacto permanente") y en el que jam¨¢s hubieran osado caer si se hubiera tratado "de una novela autobiogr¨¢fica o de poes¨ªa l¨ªrica" y no, como es el caso, de una novela hist¨®rica.
Primero, cont¨® Montes, estuvieron mucho tiempo leyendo y document¨¢ndose (sobre Marco Polo y Rustichello, sobre la G¨¦nova medieval y las Rep¨²blicas Mar¨ªtimas, sobre el pensamiento, la mentalidad y la vida cotidiana de la ¨¦poca); antes de ponerse a escribir, a?adi¨® Wolf, se pusieron de acuerdo sobre la voz y el tono que dar¨ªan al narrador; despu¨¦s, aclar¨® Montes, escribieron "cada una un cap¨ªtulo", "tratando de renunciar a nuestros tics y man¨ªas" y "m¨¢s como lectoras que como escritoras", matiz¨® Wolf, y al fin corrigieron "mucho, y de forma muy cr¨ªtica", asegur¨® Montes.
Unas veces, contaron, trabajaban en casa de una y otras en la de la otra; otras se enviaban correos electr¨®nicos, o se le¨ªan cosas por tel¨¦fono; las dos familias "nos tuvieron mucha paciencia", dijeron juntas, y por supuesto no fueron (ni hab¨ªan ido antes) a G¨¦nova para ambientarse, "porque la gracia consist¨ªa precisamente en no ir".
Por lo que contaban, y por el entusiasmo con que lo contaban, ven¨ªan de vivir una aventura en toda regla (sin salir casi de casa), un sue?o como el de Rustichello: las dos estaban "conmovidas" porque su reto enorme ("transmitir el placer que sentimos al descubrir una ¨¦poca espl¨¦ndida que desconoc¨ªamos por completo, esa Italia fascinante y esos personajes igual de fascinantes, rellenando los muchos huecos que la historiograf¨ªa no pudo llenar con la conjetura, la imaginaci¨®n y la palabra") hab¨ªa acabado as¨ª de bien.
La sensaci¨®n es que se hab¨ªa premiado (de manera totalmente libre y a ciegas sobre la autor¨ªa real, seg¨²n recalc¨® varias veces Caballero Bonald) el valor, el rigor, el aliento narrativo y la fe en el poder salvador de la literatura de estas dos autoras, premiadas y prol¨ªficas, pero no demasiado conocidas en su pa¨ªs y casi an¨®nimas en el resto, cuyas notas biogr¨¢ficas dicen, apenas: Graciela Montes (Buenos Aires, 1947) es profesora en Letras por la Facultad de Filosof¨ªa y Letras de la Universidad de Buenos Aires, editora y traductora (entre otros, de Mark Twain). Ema Wolf (Carapachay, Buenos Aires, 1948) se licenci¨® en Lengua y Literatura Moderna por la Facultad de Filosof¨ªa y Letras de la Universidad de Buenos Aires, y es escritora y periodista.
Durante el fallo del premio, retransmitido en directo por una veintena de emisoras de radio en Espa?a y Am¨¦rica, las felicit¨® asombrada y c¨¢lida Laura Restrepo, la ganadora del a?o pasado, y todos los miembros del jurado les mostraron su admiraci¨®n -por el humor, las descripciones y las filigranas (Moix) o por la labor de encaje de la novela (Rivas)-, y una veintena de periodistas les preguntaron igual de asombrados todo tipo de cosas, y todos parec¨ªan fascinados por la empresa alcanzada y por la humildad sabia de estas dos escritoras etiquetadas hasta ahora como autoras de literatura infantil, que de repente se desmelenan (como Rustichello), deciden que es su turno y se embarcan en la recreaci¨®n hist¨®rica y novelesca de aquella Europa ferozmente cristiana, comerciante y guerrera, escribiendo p¨¢rrafos como ¨¦ste, que quiz¨¢ hable tambi¨¦n de su hoy lejano pero decisivo encuentro en el bar Marco Polo de Buenos Aires: "Entonces, si Marco Polo, el viajero, contaba, y si ¨¦l, Rustichello, el escriba, sosten¨ªa el esfuerzo, y reun¨ªa papel y tinta y luz y ganas, acabar¨ªan por tener un libro. No una copia de otro esta vez, sino un libro nuevo, capaz de deslumbrar a los reyes y a sus cortesanos y a sus caballeros, y a las mujeres de los reyes, los cortesanos y los caballeros. Un libro con tales y tan admirables noticias, tan nutritivas reflexiones y tan gratos entretenimientos que todos caer¨ªan rendidos a los pies del escritor y se pelear¨ªan por tenerlo en su corte y muy probablemente le obsequiar¨ªan no s¨®lo un caballo enjaezado y una princesa de nombre Violante, sino tambi¨¦n un castillo en Provenza, como los que hab¨ªa recibido el desdichado Sordillo".
Al final, Jes¨²s de Polanco invit¨® a brindar por el ¨¦xito comercial de la novela, "una vez que el literario parece garantizado".
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.