El caudillo del fanatismo
Abu Dahdah, a quien los expertos policiales consideran el autor intelectual del 11-M, exhibe en prisi¨®n su frialdad, serenidad y extraordinarias dotes de comunicaci¨®n
En el para¨ªso me encontrar¨¦ con nuestro profeta y con los ap¨®stoles. En el para¨ªso....". La noche del 13 de noviembre de 2001, en los calabozos del cuartel de Canillas, un enorme complejo policial en el barrio madrile?o de Hortaleza, un detenido por su presunta relaci¨®n con una c¨¦lula de Al Qaeda oy¨® esta canci¨®n religiosa ¨¢rabe. Una melod¨ªa y una voz que le resultaron familiares. La hab¨ªa o¨ªdo antes en boca de Imad Eddin Barakat, Abu Dahdah, un comerciante de ropa sirio al que conoci¨® en Lavapi¨¦s. Un tipo muy popular en ese barrio de Madrid.
El hombre que cantaba aquella noche y Abu Dahdah parec¨ªan la misma persona. Y en realidad lo eran. El detenido sali¨® pronto de dudas. "Cre¨ª que est¨¢bamos los dos solos, pero cuando los dem¨¢s oyeron la canci¨®n comenzaron a gritar y se dijeron sus nombres: "?Soy tal!, ?soy cu¨¢l! Yo me qued¨¦ callado. Estaba muy asustado".
"Es inteligente y tiene gran capacidad de autocontrol". El fiscal pide para ¨¦l 62.512 a?os de prisi¨®n
Tras la matanza se le mantuvo aislado nueve meses en una c¨¢rcel de Le¨®n y ha perdido 30 kilos
"Es muy calculador. Un c¨ªnico incre¨ªble. Hasta se nos ofreci¨® a colaborar despu¨¦s del 11-M"
En su celda lee un libro titulado 'El derecho penal del enemigo' y varias sentencias judiciales
Los once detenidos de aquella redada, la segunda contra islamistas radicales en Espa?a despu¨¦s del 11-S, permanecieron incomunicados durante cinco d¨ªas al aplic¨¢rseles la ley antiterrorista. Algunos estuvieron hasta siete jornadas sin ver a sus familiares y con largos interrogatorios en presencia de un abogado de oficio. Pero Abu Dahdah, 42 a?os, natural de Alepo, una parte de Siria que ha dado buenos cantantes, no dej¨® de entonar sus c¨¢nticos religiosos y mantuvo la calma.
Su ca¨ªda no le sorprendi¨® demasiado. Antes de que le detuvieran ya sab¨ªa que la polic¨ªa le segu¨ªa los pasos. "Estoy enfermo [vigilado]", le dijo a Falid Hilali, 36 a?os, un marroqu¨ª que semanas antes del 11-S le confes¨® por tel¨¦fono que entrenaba con aviones y ten¨ªa un objetivo. Un tipo que se hab¨ªa formado como muyahidin en Afganist¨¢n y al que Abu Dahdah defin¨ªa como "una bomba". El sirio y todo su grupo, m¨¢s de veinte personas, estaban siendo controlados por los hombres y mujeres de la Unidad Central de Informaci¨®n Exterior de la polic¨ªa desde hac¨ªa siete a?os. Una eterna investigaci¨®n judicial en la que se pincharon m¨¢s de 200 tel¨¦fonos.
Han pasado cuatro a?os y cuatro meses desde aquella noche en los calabozos de Canillas y Abu Dahdah, casado con una madrile?a y padre de seis hijos, espera en prisi¨®n junto al resto de los detenidos la celebraci¨®n de un juicio que se iniciar¨¢ en las pr¨®ximas semanas. Al sirio nacionalizado espa?ol se le acusa de ser cooperador necesario en la planificaci¨®n del 11-S, de ser el principal dirigente de Al Qaeda en Espa?a y de reclutar muyahidines para enviarlos a campos de entrenamiento terrorista. El fiscal pide para ¨¦l 62.512 a?os de prisi¨®n. De la c¨¦lula que comenz¨® a dirigir en 1995 salieron algunos de los instigadores y autores de los atentados de Casablanca y del 11-M. Como Sarhane ben Abdelmajid, El Tunecino, un licenciado en Econ¨®micas de 36 a?os, o Jamal Zougam, de 30, el marroqu¨ª que regentaba un locutorio en Lavapi¨¦s. Hasta una docena de sus disc¨ªpulos aparecen directa o indirectamente implicados en las dos matanzas.
Abu Dahdah es hijo de un general del Ej¨¦rcito sirio, pero la posici¨®n acomodada de su familia le sirvi¨® de poco. Su afiliaci¨®n a los Hermanos Musulmanes, la corriente que fund¨® el profesor egipcio Hassan al Banna en 1928, y la muerte un compa?ero de su instituto le empujaron a huir de su pa¨ªs. Desde entonces jam¨¢s ha regresado. Se refugi¨® en Jordania, luego en Egipto, Francia y Espa?a. Aqu¨ª se cas¨® con Marisa, una joven madrile?a que para seguirle dej¨® su trabajo en el cine y en un laboratorio. Se convirti¨® al islam, cubri¨® su pelo con un pa?uelo y desde entonces cree a ciegas en la inocencia de su marido. "Todo es mentira, s¨®lo es una v¨ªctima de Bush", dice convencida.
Al presunto dirigente de Al Qaeda en Espa?a algunos de sus correligionarios le apodaban El Gordo. Lleg¨® a pesar m¨¢s de 90 kilos, pero ahora ha perdido 30, seg¨²n asegura su abogado, Jacobo Teijelo. "No solamente ha perdido peso, sino altura, al disminuir la masa muscular", asegura este letrado, que ha expuesto ante una delegaci¨®n de la organizaci¨®n humanitaria Human Rights Watch las condiciones carcelarias de su defendido.
El pasado 12 de abril, un mes despu¨¦s del 11-M, Abu Dahdah fue trasladado de prisi¨®n. Dej¨® el centro de Soto del Real (Madrid), donde hab¨ªa permanecido tres a?os, y fue enviado a la c¨¢rcel de Le¨®n. Ha estado en un m¨®dulo de aislamiento de diez personas, a las que durante alg¨²n tiempo no vio, en r¨¦gimen cerrado y especial. Se le aplic¨® el primer grado, lo que supone menos libertad de movimientos y m¨¢s cacheos. Una medida excepcional en un preso preventivo, seg¨²n reconocen fuentes penitenciarias. "Al principio estaba solo por precauci¨®n. Luego sal¨ªan cuatro a pasear, pero a ¨¦l no le gusta mezclarse con los dem¨¢s", asegura el director del centro.
El sirio ha vivido durante nueve meses en una celda de dos metros cuadrados por cuatro con una cama de hormig¨®n, ducha y v¨¢ter. Se levantaba a las ocho de la ma?ana, desayunaba, com¨ªa y cenaba en su cub¨ªculo. Veinte horas diarias dentro de la celda y cuatro para pasear, casi siempre solo, en un patio ciego de 60 metros cuadrados con muros de ocho metros de altura y alambre. "No ve¨ªa el cielo. Estaba aislado de todos y s¨®lo escuchaba los ruidos y voces de los otros presos de la galer¨ªa. Me ha contado que hablaba solo y discut¨ªa consigo mismo. Primero se iba a un lado y daba una versi¨®n y luego al otro a dar la contraria", relata su letrado.
Las pasadas navidades, Abu Dahdah regres¨® a la prisi¨®n de Soto del Real, al m¨®dulo 3 de preventivos, un centro donde se ha ganado el respeto de los funcionarios. "Es inteligente y tiene una gran capacidad de autocontrol. Es fr¨ªo y calculador. Jam¨¢s se ha quejado por un cacheo. Adem¨¢s, tiene un extraordinario poder de comunicaci¨®n. Admite que conoc¨ªa a algunos de los del 11-S, pero dice que no tiene nada que ver con aquello. Cuenta su versi¨®n de una forma muy veros¨ªmil. Parece cre¨ªble", asegura uno de ellos.
El presunto jefe de Al Qaeda en Espa?a trat¨® a varias de las personas que formaban la c¨¦lula de Hamburgo en la que estaba Mohamed Atta y los pilotos suicidas. Said Bahaji, un miembro del comando que finalmente no pudo participar en el ataque, ten¨ªa su tel¨¦fono y direcci¨®n en su agenda. El juez Baltasar Garz¨®n asegura que Abu Dahdah y Amer el Azizi, un ex muyahidin marroqu¨ª que logr¨® huir de una redada policial, les prestaron ayuda durante la cumbre de Tarragona, semanas antes del ataque.
Durante su estancia en prisi¨®n el sirio espa?ol ha exhibido su autocontrol. En una ocasi¨®n medi¨® ante los presos musulmanes de Soto del Real que se amotinaron porque faltaban raciones de comida ¨¢rabe. "No es una discriminaci¨®n contra nosotros. No es una persecuci¨®n. Solamente faltan raciones y tenemos que esperar a que las traigan de la cocina. Si no las traen debemos comer igual, porque el Cor¨¢n dice que hay que estar alimentado en situaciones extremas", les dijo. "Pero no les convenci¨®", apostilla un funcionario.
La ¨²nica vez que perdi¨® su temple fue en una discusi¨®n sobre religi¨®n. "Un preso le coment¨® algo sobre el catolicismo y entonces salt¨®", cuenta una autoridad penitenciaria. Abu Dahdah reza en la c¨¢rcel cinco veces al d¨ªa, pero no hace ostentaci¨®n de su religiosidad.
La religi¨®n es algo muy importante para este hombre de cara redonda y ojos saltones al que la polic¨ªa califica como el cerebro de Al Qaeda y sus grupos asociados en Espa?a. Est¨¢ enfrentado a los imanes de las dos principales mezquitas de Madrid, la de Abu Baker y la de la M-30, a los que considera "blandos" y alejados de la corriente salafista y wahabita que ¨¦l mismo propugna. "?Se puede robar a los cristianos?", le pregunt¨® en una ocasi¨®n al im¨¢n egipcio Moneir, el cl¨¦rigo de la mezquita m¨¢s grande de la capital y una de las mayores de Europa.
En el terreno religioso y fuera de la prisi¨®n era menos discreto, seg¨²n relatan los que le conocieron. "Me vio fumar y le molest¨® el humo. Odiaba a la gente que fuma. Me dijo que la religi¨®n prohib¨ªa todo lo que hace da?o al cuerpo como el alcohol, el tabaco o las drogas. Luego vio a mi perro en casa y me ech¨® otra bronca. Dec¨ªa que no era una criatura pura, que ten¨ªa microbios en la saliva. Que me lo quitara. Era un verdadero fan¨¢tico", cuenta un ¨¢rabe que lo trat¨®.
El barrio de Lavapi¨¦s, en el coraz¨®n de Madrid, es un formidable crisol de culturas donde han levantado sus negocios centenares de inmigrantes emprendedores. Aquel territorio era el escenario preferido de este hombre que se mov¨ªa por sus estrechas calles como pez en el agua. El restaurante El Alhambra, donde los ex muyahidin Said Berraj y Azizi relataban a sus ¨ªntimos sus haza?as en Afganist¨¢n, el locutorio de su amigo Zougam, las tiendas de ropa Zizu y Udin de Said Chedadi y las peluquer¨ªas de la calle Tribulete eran paradas obligatorias de Abu Dahdah para hablar y discutir sobre la yihad. De algunos de estos comercios sali¨® dinero para financiar el 11-M, seg¨²n asegura ahora el juez Juan del Olmo.
Todo el mundo conoce all¨ª a Abu Dahdah, un tipo que recorr¨ªa a pie las tiendas de los sirios, marroqu¨ªes y chinos para comprar saldos de marca con descuentos de hasta el setenta por ciento. "Entro en los mercados, ofrezco mis muestrarios y la gente conf¨ªa en m¨ª. No tengo almac¨¦n ni nada. Trabajo de todo: ropa, coches, miel, alfombras. As¨ª vivo y vivo bien", dijo el presunto jefe de Al Qaeda al fiscal Rubira y al juez Garz¨®n en su declaraci¨®n. Seg¨²n el sirio, con aquellas ventas pod¨ªa mantener a su familia, pagar los colegios de sus hijos y viajar sin descanso por todo el mundo. A su amigo el fan¨¢tico cl¨¦rigo palestino Omar Mahmood Toman, Abu Qutada, el hombre de Osama Bin Laden en Europa, lo visit¨® m¨¢s de veinte veces en su casa de Londres. El matrimonio y sus hijos dorm¨ªan en su residencia. "S¨®lo es como un cura aqu¨ª. Nunca he hecho nada malo", dice su esposa cuando se le pregunta por Qutada.
Pero desde que fue detenido su nombre se ha borrado de la mente de casi todos los comerciantes del barrio de Lavapi¨¦s. Casi nadie se atreve a hablar de ¨¦l por miedo a ser detenido. "Estas redadas son una persecuci¨®n a los musulmanes. Ninguno de los que murieron en Legan¨¦s hizo nada. Todo es una invenci¨®n de la polic¨ªa y de la prensa", dice convencido el hermano de uno de los imputados por el 11-M en su negocio de la calle Tribulete.
En la calle Juanelo, muy cerca de la plaza de Tirso de Molina, Abu Dahdah era muy popular. "Compraba pantalones Dokers y polos de Lacoste y los vend¨ªa a amigos y conocidos. No comerciaba en mercadillos. Tambi¨¦n tra¨ªa coches de Alemania", relata Tarik, un joven dependiente marroqu¨ª. ?Qu¨¦ opina de ¨¦l? "Les ha podido ayudar [a los autores del 11-S] de una manera indirecta, pero sin saber lo que hac¨ªa. Conozco a mucha gente que fue a Bosnia a luchar y el Gobierno espa?ol entonces no dec¨ªa nada", responde.
En la prisi¨®n, Abu Dahdah ha cambiado. Se aleja de los dem¨¢s presos y vive su tragedia personal solo. No hace deporte y lee sentencias y El derecho penal del enemigo un libro que le ha llevado su abogado. Una actitud diferente a cuando estaba en libertad. Entonces era un pastor, un proselitista charlat¨¢n y acogedor. La lectura de las decenas de conversaciones en ¨¢rabe que le grab¨® la polic¨ªa con sus disc¨ªpulos lo demuestra. Seg¨²n los investigadores las reuniones en su casa con radicales islamistas de toda Europa eran interminables.
De la lectura del sumario en el que est¨¢ imputado, se desprende que los suyos le admiraban y respetaban. Algunos, incluso le tem¨ªan. Acompa?aba al aeropuerto a los hombres que enviaba a los campos terroristas de Afganist¨¢n, Bosnia, Indonesia o Chechenia. Les aguardaba a su regreso y se ocupaba de algunos heridos, como Selaheddin Benyaich, El Tuerto, cuando regresaban a descansar. "Era el jefe de un gran familia. Casi todo giraba en torno a ¨¦l", opina uno de los agentes que le vigilaron.
Abu Dahdah ha mantenido su inocencia en todas sus declaraciones judiciales, en estos cuatro a?os ha prestado varias, y exhibido ese car¨¢cter fr¨ªo y cerebral del que hablan los que le conocen. "Es muy calculador. Un c¨ªnico incre¨ªble. Hasta se nos ofreci¨® a colaborar despu¨¦s del 11-M. Nos dec¨ªa que s¨®lo era un buen musulm¨¢n, que condenaba el terrorismo y la violencia, pero los v¨ªdeos, revistas y libros encontrados en su casa no son los de un pacifista. Son los de un yihadista", asegura una fuente judicial de la Audiencia Nacional.
Su primera declaraci¨®n judicial, recogida en m¨¢s de 100 folios, es un fiel retrato de su personalidad, aunque su abogado le disculpa, ya que acababa de ser detenido. "Es normal que al principio lo negara todo. Luego ha hablado y dado explicaciones convincentes. Sobre todo en las comisiones rogatorias", dice Teijelo.
El sumario acredita su estrecha relaci¨®n con el sirio Mustaf¨¢ Setmarian y Mohamed Saleh, los fundadores de la c¨¦lula espa?ola de Al Qaeda, que luego llegaron hasta la c¨²pula de esa organizaci¨®n terrorista, pero cuando Garz¨®n y Rubira le preguntaron por ellos sus respuestas fueron evasivas. Tanto que el juez le respondi¨® airado: "Usted, cada vez que le pregunto por lo que hacen los que son sus amigos no tiene ni idea, pero ha estado hablando con ellos permanentemente". Neg¨® conocer a Abu Zubaida, uno de los lugartenientes de Bin Laden, pero las grabaciones telef¨®nicas demuestran que el propio Saleh le dio una vez su tel¨¦fono. Tampoco revel¨® el nombre de Shakur, el muyahidin que le confes¨® semanas antes del 11-S que entrenaba con aviones. Niega conocer a Bin Laden y haber visitado Afganist¨¢n, pero en sus campos terroristas las tropas brit¨¢nicas hallaron documentos con su nombre. "Entonces, cualquiera que quisiera verle [a Bin Laden] pod¨ªa hacerlo", le dijo al juez.
?Es este hombre tan importante como aseguran Garz¨®n, Rubira y el comisario Rafael G¨®mez Menor, el polic¨ªa que investig¨® a esta c¨¦lula durante siete a?os? Cuando un diputado de la comisi¨®n del 11-M pregunt¨® a este ¨²ltimo qui¨¦n era el cerebro de la matanza de Atocha, el agente, el mayor experto en terrorismo islamista de la polic¨ªa, contest¨® as¨ª: "Si por autor intelectual entendemos la persona que ha conformado todo un grupo, que ha preparado a todo un grupo, que les ha adiestrado ideol¨®gicamente, que les ha enviado a prepararse militarmente y de forma terrorista a Afganist¨¢n, ¨¦se es Abu Dahdah, sin lugar a dudas. Hay muchos indicios y muchas conexiones".
Una autoridad judicial de la Audiencia Nacional a?ade acerca de ¨¦l: "Estuvo a?os alimentando el odio entre los miembros de su grupo, habl¨¢ndoles, confundi¨¦ndoles, instig¨¢ndoles. Es un aut¨¦ntico pastor, el alma y el cerebro del grupo. No es una casualidad que el 11-S, Casablanca y el 11-M tuvieran directa o indirectamente alguna relaci¨®n con ¨¦l y su entorno".
Una opini¨®n muy distinta de ¨¦l tiene su familia. En los meses posteriores a su detenci¨®n, Marisa retrataba as¨ª a su marido. "No ten¨ªa tiempo de hacer todo lo que dicen que ha hecho. Es un buen padre de familia, muy sociable y muy pac¨ªfico. Nada que ver con lo que se dice de ¨¦l". Ahora, semanas antes de la vista judicial, su esposa sigue pensando lo mismo. Defiende su inocencia y se siente v¨ªctima de una persecuci¨®n de la polic¨ªa, la justicia y la prensa. "?Adem¨¢s de su peri¨®dico, usted cobra de alguien m¨¢s por escribir esto? Seguro que s¨ª", se responde a s¨ª misma. Abu Dahdah ha declinado facilitar su versi¨®n a este peri¨®dico.
Seg¨²n su letrado, el sirio espa?ol est¨¢ deprimido y triste. "Me dice que cre¨ªa que hab¨ªa libertad en este pa¨ªs. Que no quiere quedarse en Espa?a cuando salga de la c¨¢rcel. La petici¨®n del fiscal parece una broma. Me tendr¨¢n que decir a qui¨¦n ha matado. No creo que sea condenado por el 11-S".
La familia del presunto jefe de Al Qaeda en Espa?a atraviesa serios problemas econ¨®micos. El ni?o mayor ha dejado los estudios y trabaja como repartidor. El matrimonio ha enviado a otros dos de sus seis hijos a Siria porque aqu¨ª no pod¨ªan costear sus estudios. Marisa ha perdido una ayuda social que recib¨ªa del Ayuntamiento. Le queda el apoyo de su familia espa?ola y la venta de alfombras.
MA?ANA, CAP?TULO 3: Setmarian, el hombre de Bin Laden en Madrid
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