Claridad de Rajoy
En un alarde de sinceridad, Rajoy se niega a hablar con Zapatero de reforma del Estado y de alguna variaci¨®n constitucional menor. Como su campa?a tiene una base fuerte en la acusaci¨®n de que Espa?a se desmorona por las reformas del partido socialista no puede hacerse c¨®mplice. Que no sea verdad es algo de poca importancia, y menos dicho por el PP, que tuvo la valent¨ªa de mentir de frente y con la fuerza de la embestida en el tr¨¢gico marzo pasado. ?Por qu¨¦ han de interrumpir ese estilo? Hab¨ªan visto el ejemplo en el actual padre de la democracia Bush, y le reeligieron. La mayor¨ªa de los espa?oles, llamando atrevidamente espa?oles a todos los que nacieron en la Espa?a administrativa y constitucional, no desean la desarticulaci¨®n del Estado que nos dej¨® Franco.
La Rep¨²blica hab¨ªa intentado algo en materia de estatutos. Y Franco cre¨® la "?Espa?a Una!", con los otros dos "gritos de rigor", o indispensables: Grande y Libre. En estos ¨²ltimos no tuvo demasiada suerte: m¨¢s bien perdi¨® las ¨²ltimas colonias del imperio caduco, y la libertad la dej¨® fuera. Todo percute en la realidad actual y en el comportamiento del PP, que tantas personas tiene en su seno educadas durante el franquismo, en escuelas, y bajo la patria potestad. La palabra socialista viene cargada desde entonces de una emoci¨®n negativa. Felizmente, el PSOE ha rechazado ya toda sospecha que le ligara a los tiempos de aquellos superhombres de entonces, Prieto y Largo, Besteiro y Araquistain y Negr¨ªn, y los militantes que dejaron su vida en las prisiones. Digo felizmente porque si no hubiera renunciado a La Internacional como himno, al pu?o en alto como saludo y a la socializaci¨®n como programa no habr¨ªa salido de los calabozos. El PP sabe reconocer los rojos donde est¨¦n, aunque no lo sean, y no quiere pactar con estos que hacen reformas contra la Espa?a eterna (?Isabel y Fernando!) y contra la religi¨®n, que es su manera de ser. ?C¨®mo reunirse con ellos, si no hay nada que discutir? Admirable firmeza: les llevar¨¢ a perder las elecciones de 2008, pero inasequibles al desaliento. Los siglos pasan, los reg¨ªmenes cambian, pero ellos son permanentes, los de siempre: no van a pactar con rojos, separatistas y ateos. Se lo demandar¨ªa Dios. Por lo menos.
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