Un r¨¦gimen en peligro
200 intelectuales sirios piden la salida del Ej¨¦rcito, mientras el Gobierno de Bachar el Asad intenta controlar la situaci¨®n
La revoluci¨®n de los cedros en curso en L¨ªbano puede impulsar la democracia en ese pa¨ªs, pero corre tambi¨¦n el riesgo de desestabilizar al presidente sirio, Bachar el Asad. "Antes [de estos acontecimientos] Siria era fr¨¢gil, pero ahora est¨¢ en peligro", afirma el acad¨¦mico Patrick Seale, autor de varios libros sobre el r¨¦gimen baazista. EE UU e Israel parecen querer aprovechar la protesta libanesa para derrocar al r¨¦gimen de Damasco sin emplear los medios militares que Washington us¨® en Irak.
Consciente de los riesgos que le acechan, El Asad intenta recabar apoyos diplom¨¢ticos ¨¢rabes mientras hace concesiones. En las entrevistas que otorga, deja claro que est¨¢ dispuesto a retirar a sus 14.000 soldados de L¨ªbano; sus servicios secretos parecen haber contribuido a la captura del hermastro de Sadam Husein, y el lunes concluy¨® un acuerdo con Jordania en el que le entrega una franja de territorio en disputa.
"Demasido tarde y demasiado poco" cede Damasco, opina Seale en una conversaci¨®n desde Londres. Prev¨¦ que tendr¨¢ que hacer otros gestos, como sacar de Beirut al general Rustom Ghazal¨¦, jefe de sus servicios secretos en L¨ªbano, y, acaso, sacrificar al presidente liban¨¦s, Emile Lahoud, su principal valedor.
No est¨¢ claro que baste para satisfacer a sus adversarios de la oposici¨®n libanesa y, sobre todo, a un presidente George W. Bush que aprovecha esta protesta para alcanzar sus propios objetivos. "El futuro de Oriente Pr¨®ximo se juega ahora m¨¢s en las calles de Beirut que en las de Bagdad", escribe en el diario Financial Times Denis Ross, ex emisario norteamericano en la regi¨®n.
Beirut es importante no s¨®lo porque, seg¨²n Bush, all¨ª hay "una oportunidad de que florezca la democracia" sino porque puede servir de trampol¨ªn para amedrentar a Siria, oblig¨¢ndola a colaborar a fondo en la lucha contra la rebeli¨®n iraqu¨ª, e incluso para derrocar a su r¨¦gimen. "Los neoconservadores [de EE UU] quieren acabar con el baazismo sirio", asegura Seale.
El Asad cede para poder sobrevivir. La p¨¦rdida del control sobre L¨ªbano ser¨ªa un rev¨¦s importante. Pero a¨²n ser¨ªa peor que un L¨ªbano liberado del yugo de Damasco firme una paz por separado con Israel y deje a Siria sola frente a su enemigo hist¨®rico.
Aunque atraviesa un mal momento, a Damasco le quedan a¨²n algunas cartas que jugar en L¨ªbano. Sus servicios secretos est¨¢n tan infiltrados en los centros de poder en Beirut que, por mucho que su c¨²pula sea renovada, siempre podr¨¢n desestabilizar al pa¨ªs que les acoge.
La segunda gran baza se llama Hezbol¨¢, un partido pol¨ªtico y una milicia chi¨ª que puede alistar hasta 25.000 hombres en armas. Nadie tiene en L¨ªbano, ni siquiera el Ej¨¦rcito regular, tal capacidad de movilizaci¨®n.
Siria y Hezbol¨¢ son los dos blancos de la resoluci¨®n 1559 del Consejo de Seguridad de la ONU, aprobada en septiembre, que exige la retirada de las tropas sirias y el desarme de la milicia chi¨ª. No en balde ha sido la ¨²nica fuerza ¨¢rabe capaz de infligir una derrota a Israel hace cinco a?os. El Consejo Superior Chi¨ª tach¨® ayer la resoluci¨®n de "proyecto que provoca enfrentamientos", al tiempo que advirti¨® de que "destruir la relaci¨®n [entre Beirut y Damasco] tendr¨¢ repercusiones negativas para ambos pa¨ªses".
Dentro de Siria los sucesos de L¨ªbano suscitan reacciones contrapuestas. Las agresiones contra parte de los 300.000 inmigrantes sirios, ilustradas con im¨¢genes de televisi¨®n, indignan a la poblaci¨®n. Pero, paralelamente, en un pa¨ªs d¨®nde no hay libertad de expresi¨®n, 60 intelectuales se arriesgaron el 22 de febrero -y otras 140 firmas se a?adieron despu¨¦s, seg¨²n Seale- a hacer un llamamiento instando a la retirada de las fuerzas sirias de L¨ªbano.
No se han se?alado detenciones entre los que suscribieron el documento pero las concesiones de El Asad en pol¨ªtica exterior no han tenido su parang¨®n de puertas para dentro. "El Gobierno sirio ha restringido las libertades ganadas a pulso, censurando con m¨¢s dureza algunas publicaciones e incrementado la presi¨®n sobre las figuras de la oposici¨®n", se?alaba ayer The New York Times. "Y las gentes de Damasco esperan que vaya a peor".
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