Berlusconi se autorretrata
Silvio Berlusconi no deja de sorprender a propios y extra?os. El primer ministro italiano se ha declarado muy molesto porque el presidente de la Rep¨²blica, Carlo Azeglio Ciampi, haya sugerido sus reservas a una ley que, por decirlo de forma cort¨¦s, conviene mucho al jefe del Gobierno y a su abogado y ex ministro de Defensa, Cesare Previti, condenado en 2003 a 11 a?os de c¨¢rcel por soborno judicial en la compra de una firma estatal de alimentaci¨®n, y en el que tambi¨¦n estuvo envuelto el l¨ªder de Forza Italia. El pasado diciembre la justicia italiana concluy¨® que Berlusconi hab¨ªa sobornado, pero que el delito ha prescrito.
La nueva ley aprobada por el Parlamento reduce dr¨¢sticamente el periodo de prescripci¨®n de delitos, entre ellos, por supuesto, el que ha determinado la condena de Previti. Berlusconi sabe mucho de leyes a medida. Y las ha sabido vender con ¨¦xito en pasados a?os. Pero hay ocasiones en las que la obscenidad de una idea en beneficio propio puede convertirse en afrenta del pr¨®jimo. Como tal parece haber interpretado Ciampi esta ley que garantizar¨ªa la impunidad retroactiva del brazo derecho de Berlusconi.
A nadie se le pueden ocultar las presiones a las que el presidente est¨¢ siendo sometido para rubricar el texto aprobado por el Parlamento. Un jefe de Estado con m¨ªnimas competencias como el italiano tiene muchas dificultades para mostrar su oposici¨®n a una ley aprobada por la mayor¨ªa de los representantes populares. Pero si tiene alg¨²n sentido el procedimiento constitucional que exige su firma es precisamente el de que una autoridad moral haga valer su cargo frente a lo que considera un desafuero.
El pulso en Italia est¨¢ echado. Llega a un a?o de las legislativas en las que el candidato de la coalici¨®n de centro izquierda, Romano Prodi, aspira con posibilidades a volver a Palazzo Chigi y tambi¨¦n a 13 meses de que el veterano Ciampi, ex primer ministro y ex gobernador del Banco de Italia, abandone el Quirinal. Berlusconi intentar¨¢ ganar para que su peculiar f¨®rmula de cosechar riqueza y poder casi absoluto no acabe en la picota p¨²blica. Ciampi no lo tendr¨¢ f¨¢cil en su tarea de evadirse del oprobio de colaborar. Por eso merece un respeto que quiz¨¢ no puede extenderse a quienes han ayudado a Il Cavaliere a hacer esta ley tan especial para su ¨ªntimo colaborador.
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