El Bar?a gana al son de M¨¢rquez
El equipo azulgrana aprovecha el miedo de Osasuna en la primera mitad para afianzar su liderato con un gol de Eto'o
Despistado por los ¨²ltimos empates, el Bar?a anunciaba los habituales periodos depresivos que o bien amenazan al equipo o bien se instalan en el entorno. A priori, el Sadar no parec¨ªa el gabinete psicol¨®gico m¨¢s adecuado para el tratamiento de un afecci¨®n m¨¢s virtual que real. En Pamplona se practica el tratamiento de choque, es decir, poco div¨¢n y mucho esfuerzo, m¨¢s hacer que hablar. Pero sorprendentemente el Bar?a encontr¨® el tratamiento m¨¢s adecuado en el lugar m¨¢s inesperado. Confundido por los ¨²ltimos resultados se encontr¨® con un rival alborotado, ¨¦ste s¨ª confundido por lo que pareci¨®, en la primera mitad, un exceso de pizarra mal digerida. Ahora marcaban al hombre, ahora no, yo s¨ª, t¨² no y en tanto aclaraban qu¨¦ hacer con su lugar en el partido, el Bar?a se encontr¨® con el bal¨®n y sesenta metros para jugar, para pensar. Llov¨ªa a mares en El Sadar, pero Osasuna no tronaba como sol¨ªa. Raz¨®n tiene su entrenador cuando afirma que al equipo rojillo la Liga se le hace demasiado larga y a estas alturas est¨¢ bajo de gasolina. Su afamada presi¨®n en las grandes citas le dur¨® diez minutos escasos. Luego, lleg¨® el tiempo de M¨¢rquez, y m¨¢s tarde el de Vald¨¦s, el tiempo de los secundarios que no aparec¨ªan en el gui¨®n de Osasuna, obsesionado por las figuras blaugranas.
OSASUNA 0 - BARCELONA 1
Osasuna: El¨ªa; Exp¨®sito, Cu¨¦llar, Cruchaga, Clavero; Mu?oz, Pu?al; Ortiz (Valdo, m.54) (David L¨®pez, m. 68), Aloisi (Web¨®, m. 54), Delporte; y Morales.
Barcelona: V¨ªctor Vald¨¦s; Belletti, Puyol, Oleguer, Sylvinho; Xavi, M¨¢rquez (Gerard, m. 46), Deco; Iniesta, Eto'o y Ronaldinho.
Gol: 0-1. M. 39. Deco le quita el bal¨®n a Mu?oz y mete un pase en profundidad a Eto'o, que remata cruzado. Elia toca, pero no lo suficiente y la pelota se cuela tras dar en el poste.
?rbitro: Fern¨¢ndez Borbal¨¢n. Amonest¨® a Delporte, Ortiz, Clavero, M¨¢rquez, Xavi y Puyol.
Unos 17.500 espectadores en El Sadar. Los jugadores del Barcelona llevaron brazalete negro en memoria de su ex entrenador Rinus Michels, fallecido el jueves.
M¨¢rquez disfrut¨® de una autopista que le erigi¨® en mariscal de campo, con unos galones que no suele lucir habitualmente. El mexicano puso el ritmo, movi¨® el bal¨®n, marc¨® los tiempos e incluso se permiti¨® el lujo de alcanzar el ¨¢rea en varias ocasiones, vaselina incluida a pase de Ronaldinho. M¨¢rquez fue el enemigo invisible de Osasuna. Nadie cont¨® con ¨¦l y el jugador mexicano, para escarnio de su compatriota Javier Aguirre, en el banquillo de Osasuna, desarm¨® y encajon¨® a un Osasuna timorato, muy alejado de la versi¨®n racial que le distingue.
M¨¢rquez disfruto de su libertad 45 minutos. Una contractura le dej¨® en el vestuario, ocupando su lugar Gerard, ya con un talante infinitamente m¨¢s defensivo, una vez que el Bar?a hab¨ªa encontrado el gol a la tercera oportunidad (Iniesta hab¨ªa rematado al larguero y a M¨¢rquez le sobraron mil¨ªmetros para hacer gol), en una asociaci¨®n perfecta entre Deco y Eto'o.
El gol fue una fruta que madur¨® por la l¨®gica de la naturaleza: quien tiene el bal¨®n, quien ataca, quien es capaz de mirar a los ojos del portero tiene infinitamente m¨¢s posibilidades de ganar que quien no lo hace. Osasuna jugaba con su medio campo incrustado en la defensa y confiado a la envergadura de Morales, que sin ser un futbolista distinguido hizo un soberbio encuentro. M¨¢s que a la defensa del Bar?a, sufri¨® su soledad, es decir la sensaci¨®n de trabajo bald¨ªo.
Osasuna y el Bar?a cambiaron en la segunda mitad. El Bar?a, porque perdi¨® a M¨¢rquez; Osasuna, porque la entrada de Valdo y Web¨®, am¨¦n de un ligero ejercicio de rabia, m¨¢s que de actitud, le permiti¨® descubrir que V¨ªctor Vald¨¦s es un gran portero, de esos que no se descomponen en el mano a mano. Osasuna ya no era el equipo autosubestimado que incluso resultaba chabacano en las faltas que comet¨ªa, sino algo m¨¢s parecido al esp¨ªritu que defiende. Pero tropez¨® con las manos de Vald¨¦s que desvi¨® tres ocasiones manifiestas de Morales, Delporte y David L¨®pez . El partido se hab¨ªa roto y asemejaba un correcalles. Al Bar?a le pudo el exceso de individualismo para haber machacado al contragolpe, suerte en la que casi siempre disfrut¨® en superioridad. En cierto modo jug¨® con fuego, en el alambre de un nuevo empate que le hubiera llevado al punto de esquizofrenia que se acostumbra en estos casos. En pleno descuento, el bal¨®n cay¨® en los pies de David L¨®pez en la diagonal entre los dos picos del ¨¢rea, dispar¨® bien, cruzado, seco, pero ah¨ª estaba Vald¨¦s para estirar el brazo y alejar el bal¨®n unos cent¨ªmetros de la red. Al Bar?a se le hel¨® el coraz¨®n en esa jugada. Pero claro, su enfermedad era virtual y la de Osasuna es real. Diagn¨®stico: falta de gasolina, confusi¨®n de ideas, miedo a volar y una sensaci¨®n de derrota que le corre por las venas. El Bar?a obtuvo el alta en El Sadar y Osasuna, sin una victoria en 2005, pidi¨® cita para un psic¨®logo mientras la grada arremete contra Aguirre, culpable al parecer de tener lo que tiene.
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