Espa?a tirita
La Pen¨ªnsula sufre la mayor ola de fr¨ªo de los ¨²ltimos 25 a?os
Jos¨¦ Manuel L¨®pez no hab¨ªa visto nunca en sus 44 a?os de vida en Roquetas de Mar (Almer¨ªa) dos fen¨®menos con los que ha podido asombrarse en las dos ¨²ltimas semanas: el puerto de Roquetas te?ido de blanco "como un cuadro, con sus barquitos nevados", y los invernaderos echando humo como si se hubieran incendiado: "La granizada que cay¨®, que fue de campeonato, hundi¨® varios de los invernaderos, de modo que el hielo se pegaba a la mata con el pl¨¢stico entre medias: de resultas de este cambio de temperatura sal¨ªa vapor de agua, que se escapaba por las roturas del pl¨¢stico metros m¨¢s all¨¢, y, por el humo que sal¨ªa, parec¨ªa que ard¨ªa todo".
El invierno que desde finales de diciembre sufre Espa?a deja temperaturas que en algunos casos saltan a las efem¨¦rides. Por ejemplo, en la madrugada del 1 de marzo (el d¨ªa m¨¢s helador), ?vila registr¨® 13 grados bajo cero, una temperatura que jam¨¢s hab¨ªa tenido esta ciudad en marzo desde que se tiene noticia. Aunque el dato esconde una peque?a trampa: los expertos de la secci¨®n de Climatolog¨ªa del Instituto Nacional de Meteorolog¨ªa advierten de que este fr¨ªo se dio "pocas horas despu¨¦s de salir del mes de febrero". En febrero, los abulenses pasaron mucho m¨¢s fr¨ªo en 1945, por ejemplo, cuando el 17 de ese mes el term¨®metro marc¨® 20,4 grados bajo cero. "Es decir, que hemos pasado una buena ola de fr¨ªo, de las peores en 25 a?os, pero tampoco ha sido la peor en Espa?a ni de lejos", recuerda Carlos Almarza, jefe de la secci¨®n de Climatolog¨ªa del Instituto Nacional de Meteorolog¨ªa.
Estos estudiosos guardan las temperaturas registradas en Espa?a desde el ¨²ltimo tercio del siglo XIX. Y el r¨¦cord absoluto, en cuanto a capitales de provincia, lo ostenta Teruel, que el 28 de enero de 1952 estuvo a 21,5 grados bajo cero. En Madrid, nunca se pas¨® tanto fr¨ªo como el 1 de febrero de 1895. Ese d¨ªa, los term¨®metros instalados en el Observatorio Astron¨®mico del parque del Retiro registraron 10 grados negativos.
Y sin embargo, durante esta semana, debido a las nevadas, ha habido miles de ni?os sin colegio, cientos de vuelos cancelados en el aeropuerto de Barcelona, trenes averiados en Alar del Rey (Palencia) o miles viajeros bloqueados en las carreteras de Andaluc¨ªa.
Adem¨¢s de duro, el invierno est¨¢ resultando extra?o: muy pocas lluvias hasta finales de diciembre y a partir de ah¨ª, olas de fr¨ªo consecutivas (hasta seis contando la que atravesamos actualmente) que dejan al personal aterido. ?C¨®mo se explica eso? El jefe de la secci¨®n de Predicci¨®n del Instituto Nacional de Meteorolog¨ªa, ?ngel Rivera, guarda en su archivo la situaci¨®n de la atm¨®sfera durante todo este tiempo, jornada a jornada. Y destaca que desde el oto?o persiste un anticicl¨®n al oeste de la Pen¨ªnsula que bloquea la entrada de aire procedente del atl¨¢ntico, el aire h¨²medo que, generalmente, trae las lluvias en invierno y las temperaturas, fr¨ªas, pero m¨¢s normales. Este anticicl¨®n se desplaza a veces, cabeceando, pero sin llegar a marcharse del todo. Y as¨ª, deja hueco para que las corrientes del aire del norte se cuelen y campeen por la Pen¨ªnsula Ib¨¦rica como "un expreso ¨¢rtico", en palabras de Rivera. En las sucesivas olas de fr¨ªo que Espa?a est¨¢ soportando, estos vientos del norte han venido desde Groenlandia (m¨¢s h¨²medos y con nieve) o de Siberia (m¨¢s secos). Conclusi¨®n: llueve relativamente poco, nieva mucho y hace mucho fr¨ªo.
Rivera conf¨ªa en que la primavera desplace por fin el anticicl¨®n bloqueador y permita que las corrientes atl¨¢nticas llenen de lluvia la Pen¨ªnsula. ?Tiene este invierno extremo algo que ver con el cambio clim¨¢tico? "Es dif¨ªcil saberlo, eso se logra tras muchos estudios, pero a m¨ª me han llamado la atenci¨®n las altas temperaturas a las que llegaba el aire procedente de ?frica en la pasada ola de calor, hace dos a?os, y lo fr¨ªo que ha llegado ahora. No es una certidumbre cient¨ªfica, pero es una intuici¨®n de alguien que lleva estudiando la atm¨®sfera m¨¢s de 25 a?os: da la impresi¨®n de que ahora el clima se comporta de forma m¨¢s brusca, con m¨¢s energ¨ªa", se?ala Rivera. La misma extra?eza algo atemorizada que siente a veces este cient¨ªfico la experiment¨® Jos¨¦ Manuel L¨®pez hace d¨ªas al contemplar su pueblo congelado por la granizada: "Era la primera vez en que ve¨ªa Roquetas de Mar as¨ª. Me cost¨® reconocer mi pueblo".
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