Mujeres e igualdad
Han cambiado las leyes y el discurso feminista se considera pr¨¢cticamente asimilado por la sociedad. ?Qui¨¦n negar¨ªa hoy el derecho a la igualdad? Y sin embargo, la realidad sigue lejos de las proclamas y lejos tambi¨¦n de lo que estipulan leyes trabajosamente modificadas gracias al impulso del feminismo. Pese a que las mujeres est¨¢n mejor preparadas que nunca, su presencia en los ¨®rganos de decisi¨®n es puramente testimonial, incluso en los pa¨ªses desarrollados y en aquellos ¨¢mbitos en que su curr¨ªculo es claramente superior al de los hombres. Que en Espa?a s¨®lo haya un 2% de mujeres en los consejos de administraci¨®n de las grandes empresas que conforman el Ibex indica hasta qu¨¦ punto es fuerte la resistencia.
Pero todav¨ªa es m¨¢s llamativo en la Universidad, la sanidad o la judicatura, donde ellas son mayor¨ªa en muchos de sus ¨¢mbitos. Si el 60% de todos los licenciados son mujeres y tienen mejores notas, ?por qu¨¦ s¨®lo hay un 12% de catedr¨¢ticas y entre los 72 rectores que hay en Espa?a s¨®lo 4 son mujeres?
Las 53 medidas aprobadas el viernes por el Gobierno socialista para favorecer la igualdad de oportunidades en el ¨¢mbito laboral son un paso muy necesario para que los avances legislativos no queden en el limbo de las buenas intenciones. Pero deber¨¢n concretarse m¨¢s, y en algunos casos extenderse, pues si quedan limitadas a la funci¨®n p¨²blica, su capacidad de transformaci¨®n ser¨¢ muy escasa.
Es de esperar que la ley de igualdad que prepara el Ejecutivo tenga la ambici¨®n y la firmeza que las espa?olas esperan. Porque el camino a la igualdad est¨¢ siendo demasiado lento y penoso, seg¨²n se acaba de constatar en la apertura de la Conferencia Mundial sobre la Mujer, que se celebra en Nueva York para revisar el cumplimiento de los compromisos de Pek¨ªn de hace 10 a?os. El informe de la ONU concluye que si bien se ha avanzado legislativamente desde aquella cita, las pr¨¢cticas discriminatorias persisten y son generalizadas.
Es cierto que se han dado pasos, como el mayor acceso femenino a la educaci¨®n, el hecho de que 129 pa¨ªses hayan adoptado legislaciones contra la violencia de g¨¦nero o que el n¨²mero de parlamentarias haya subido ligeramente del 11,3% al 15,7%. Pero es evidente que en algunos ¨¢mbitos incluso se ha retrocedido: si en 1995 hab¨ªa 12 jefas de Estado, ahora s¨®lo son ocho. Sigue aumentando la pobreza femenina, los abortos y los embarazos no deseados, y el sida, que golpe¨® primero especialmente a los hombres, azota ahora m¨¢s a las mujeres: en algunos lugares de ?frica, 9 de cada 12 j¨®venes infectados son mujeres.
Ha pasado demasiado tiempo desde que se formularan las pol¨ªticas de igualdad en relaci¨®n con los resultados alcanzados. Aquellos objetivos siguen estando todav¨ªa demasiado lejos. Parece, pues, llegado el momento de hacer un alto y preguntarse si, adem¨¢s de ser una cuesti¨®n de justicia, la sociedad puede permitirse seguir prescindiendo de o despilfarrando tanto talento, tanta ilusi¨®n y tanta energ¨ªa. Si podemos aceptar que la mitad de la poblaci¨®n se vea abocada a la frustraci¨®n colectiva.
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