Paisaje despu¨¦s de la reyerta
Me refiero al paisaje que ofrece la pol¨ªtica catalana tras el altercado sostenido hace unos d¨ªas, en el Parlament, por el presidente de la Generalitat y el l¨ªder de la oposici¨®n. Es imposible dilucidar qui¨¦n de ambos estuvo peor en este lamentable episodio. Ambos carecieron de sentido institucional, se dejaron llevar por un arrebato, actuaron con ira y comprometieron el futuro pol¨ªtico inmediato de Catalu?a. Su enfrentamiento recuerda la Ri?a a garrotazos, el fresco que pint¨® Francisco de Goya y que, trasladado luego a tela, se exhibe en El Prado. En ¨¦l, dos mocetones enterrados hasta las rodillas luchan con aviesa ferocidad sin poder eludir los golpes. Esta imagen me trajo a la memoria una boutade de Josep Pla, quien afirmaba que si un queso de bola se parte por la mitad, una mitad es de bola y la otra tambi¨¦n. Por lo que, si pudi¨¦semos cortar la Pen¨ªnsula por el Ebro subiendo luego hasta el Pirineo por la Franja, una parte ser¨ªa Espa?a y la otra tambi¨¦n. Es decir, que si bien debe admitirse que no existe un oasis catal¨¢n, no es menos cierto que el problema de la percepci¨®n de comisiones por la adjudicaci¨®n de obra p¨²blica con destino a la financiaci¨®n de los partidos pol¨ªticos no es una exclusiva catalana, sino que constituye una pr¨¢ctica que se halla imbricada en la vida pol¨ªtica espa?ola, a todos los niveles de la Administraci¨®n. La financiaci¨®n torticera de los partidos es una lacra compartida por todos y directamente proporcional, en su volumen, a la participaci¨®n de cada uno de ellos en la pol¨ªtica de gesti¨®n.
Dicho lo cual, deben a?adirse dos puntualizaciones. En primer lugar, que la financiaci¨®n ilegal es compatible con la m¨¢s pulcra actuaci¨®n personal de la mayor parte de los pol¨ªticos. Y, en segundo t¨¦rmino, que la corrupci¨®n pol¨ªtica no sobresale si se la compara con los niveles de corrupci¨®n existentes en otros ¨¢mbitos de la vida econ¨®mica y financiera del pa¨ªs. Sin olvidar tampoco que los m¨¢s atrevidos divulgadores de la corrupci¨®n pol¨ªtica no resistir¨ªan, tal vez, una inspecci¨®n relativamente rigurosa de su declaraci¨®n de renta. Y es que, en el fondo, id¨¦ntica es la ra¨ªz de la financiaci¨®n ilegal y del fraude fiscal: el incumplimiento de la ley. No pretendo minimizar la gravedad del problema existente en toda Espa?a, desde el inicio de la democracia, en torno a la financiaci¨®n de los partidos. S¨®lo pretendo encuadrarlo en su contexto para evitar que los pescadores en r¨ªo revuelto insistan en el desprestigio de la pol¨ªtica y de los pol¨ªticos, y en una pretendida omert¨¤ catalana encubridora de una sentina bajo la apariencia de un oasis. En suma, ni oasis ni sentina, sino una realidad compartida con toda Espa?a y cuyo alcance puede concretarse as¨ª.
- A. Protagonistas. 1. El presidente de la Generalitat. Se ceg¨® y utiliz¨® como arma arrojadiza en un debate concreto un asunto cuya generalidad y gravedad -la financiaci¨®n de los partidos- exige un tratamiento espec¨ªfico. El Gobierno tripartito lleva un a?o en el poder, tiempo m¨¢s que suficiente para haber afrontado este asunto con reposo y rigor. El presidente no eligi¨® bien ni el momento ni el tono. Respir¨® por el orgullo herido y recul¨® con premura. Debilit¨® su autoridad. 2. El l¨ªder de la oposici¨®n. Respondi¨® a bote pronto, en t¨¦rminos inadmisibles. Era dif¨ªcil empeorar el desatino presidencial, pero lo consigui¨®. Por ello, teniendo en cuenta que pocas son las ocasiones que se presentan -en una vida- de acertar de lleno y no cometer grandes errores, Artur Mas desaprovech¨® una de estas ocasiones aquel fat¨ªdico d¨ªa.
- B. Reacciones ulteriores. 1. La moci¨®n de censura presentada por el Partido Popular. Es explicable. Plantea en sede parlamentaria un problema que est¨¢ en la calle y otorga a los populares un protagonismo del que carecen en Catalu?a, al tiempo que les sirve, m¨¢s que para desgastar al Gobierno tripartito, para discutir a CiU su primogenitura en la derecha. Josep Piqu¨¦ es listo. Por ello eludir¨¢, sin duda, vestirse con la t¨²nica blanca de las vestales. 2. La querella presentada por CiU. Una decisi¨®n errada, que judicializa la vida pol¨ªtica catalana por un tiempo indeterminado, de la mano de quienes era menos esperable que lo hiciesen. Aunque tambi¨¦n fue la derecha catalana la que -hace poco m¨¢s de 70 a?os- impugn¨® ante el Tribunal de Garant¨ªas Constitucionales una ley aprobada por el Parlamento catal¨¢n -la Ley de Contratos de Cultivo-, lo cual desencaden¨® un proceso que origin¨® los hechos del 6 de octubre de 1934. Son cuestiones distintas, pero ambas muestran cierta proclividad conservadora a desplazar a los tribunales de justicia un contencioso pol¨ªtico catal¨¢n. No quiero creer, por ¨²ltimo, que esta reacci¨®n responda al despecho ocasionado por la p¨¦rdida de un poder considerado por algunos como naturalmente propio. El poder no se adquiere por usucapi¨®n.
- C. Frentes abiertos. 1. La atenci¨®n y el resarcimiento de los damnificados por el hundimiento. Se est¨¢ acometiendo a buen ritmo y con resultados satisfactorios. Debe reconocerse. 2. Revisi¨®n del sistema de adjudicaci¨®n, realizaci¨®n y control de la obra p¨²blica. Tiene que afrontarse sin prisa pero sin pausa. Sin hacer tabla rasa de lo que hay, pero corrigiendo las disfunciones de que adolece, que son conocidas y graves. 3. Regulaci¨®n del sistema de financiaci¨®n de los partidos. Es una asignatura pendiente de nuestra democracia, cuya demora en afrontarla debilita a la pol¨ªtica y a los pol¨ªticos. 4. Reforma del Estatuto y del sistema de financiaci¨®n. Para que puedan plantearse con garant¨ªa de ¨¦xito es imprescindible un respaldo mayoritario de la sociedad catalana, es decir, un consenso, a ser posible, de todos los partidos catalanes. Este consenso, que era dif¨ªcil pero no imposible hace un par de semanas gracias a la presi¨®n social en sentido unitario, est¨¢ ahora comprometido. ?sta es la consecuencia m¨¢s grave de la reyerta: haber erosionado la voluntad de consenso, el capital m¨¢s preciado de la sociedad catalana. Un capital acumulado durante largos a?os de ampliaci¨®n del ¨¢mbito del catalanismo pol¨ªtico, gracias a una efectiva voluntad integradora que ha puesto el acento de la reivindicaci¨®n nacional catalana tanto en las cuestiones de intereses como en las estrictamente identitarias. Por ello, pese al desd¨¦n de otros nacionalismos m¨¢s abruptos, esta es la fortaleza de Catalu?a: que el catalanismo no ha escindido a la sociedad catalana en dos. ?Qu¨¦ pasar¨¢ ahora? Todo es posible, pero hace falta grandeza de ¨¢nimo para admitir que no hay redenci¨®n sin expiaci¨®n, y que ¨¦sta comienza con el reconocimiento de sus errores por todos los responsables. ?Ser¨¢n capaces?
Juan Jos¨¦ L¨®pez Burniol es notario.
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