Relevo en la Iglesia
No es f¨¢cil descifrar las claves internas que han llevado a los obispos espa?oles a elegir al frente de su Conferencia Episcopal al titular de la di¨®cesis de Bilbao, Ricardo Bl¨¢zquez, como sucesor del cardenal arzobispo de Madrid, Antonio Mar¨ªa Rouco Varela. Un solo voto impidi¨® a este ¨²ltimo su reelecci¨®n para un tercer y ¨²ltimo mandato de tres a?os, algo que s¨®lo consigui¨® en el pasado el cardenal Taranc¨®n y que exige superar el dif¨ªcil list¨®n de dos tercios de los 77 votantes. Los obispos parecen haber optado por reforzar una l¨ªnea de moderaci¨®n y di¨¢logo frente a otras alternativas m¨¢s duras e intransigentes, como la que parece representar el arzobispo de Toledo, Antonio Ca?izares, que obtuvo tres votos menos de los 40 conseguidos por Bl¨¢zquez.
Obispo de Bilbao desde 1995, recibido entonces con hostilidad por los nacionalistas vascos -con la expresi¨®n despreciativa de "un tal Bl¨¢zquez" se refiri¨® a ¨¦l Arzalluz-, el nuevo presidente pasa por ser una personalidad integradora y que, con el tiempo, ha llegado a mostrarse comprensivo con los postulados del nacionalismo moderado. Ello, quiz¨¢s, le haya valido los votos de los prelados vascos y catalanes, decantando a su favor una re?ida votaci¨®n que ha mostrado a una jerarqu¨ªa cat¨®lica dividida en dos mitades pr¨¢cticamente iguales.
Aparte de mostrarse sorprendido por su elecci¨®n, Bl¨¢zquez se ha apresurado a manifestar su deseo de di¨¢logo con el Gobierno, puesto en marcha tras el primer encuentro de alto nivel celebrado la semana pasada entre la vicepresidenta primera, Teresa Fern¨¢ndez de la Vega, y el hasta ahora vicepresidente de la Conferencia Episcopal, Fernando Sebasti¨¢n. En ese encuentro se reafirm¨® la voluntad de ambas partes "de mantener una relaci¨®n basada en el mutuo respeto". Pero para que esa relaci¨®n se mantenga estable y no est¨¦ sometida a tensiones necesita asentarse sobre el reconocimiento claro del actual Estado aconfesional como marco de esa relaci¨®n y la existencia de una sociedad espa?ola con m¨²ltiples sensibilidades en materia religiosa.
Desde esas premisas, el Gobierno, sea cual sea, no puede dejar de reconocer el peso espec¨ªfico de la Iglesia cat¨®lica en la sociedad espa?ola. Y la Iglesia no puede considerar como agresiones decisiones leg¨ªtimas del Gobierno, ni parapetarse tras los acuerdos de 1979, atribuy¨¦ndoles un valor normativo superior a la Constituci¨®n, para perpetuar privilegios inaceptables. En ese contexto, lo l¨®gico es que el di¨¢logo Iglesia-Estado -ayer mismo hablaron Zapatero y Bl¨¢zquez- tenga ¨¦xito y que las cuestiones que les afectan encuentren un tratamiento adecuado.
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