Teresa Wright, el esp¨ªritu de la edad dorada de Hollywood
El nombre de Teresa Wright quiz¨¢ diga poco a los j¨®venes aficionados al cine. Sin embargo, en los a?os cuarenta y buena parte de los cincuenta fue una estrella de prestigio, representante del viejo esp¨ªritu hollywoodiense, el de los grandes estudios, el de los directores luego reivindicados por los j¨®venes de Cahiers du cin¨¦ma, el de los productores megal¨®manos como Samuel Glodwyn y David O'Selznick. Un cine, claro est¨¢, hoy desaparecido.
Teresa Wright falleci¨® el pasado domingo en New Haven, a los 86 a?os, a causa de un ataque cardiaco. Nacida Muriel Teresa Wright el 27 de octubre de 1918 en Nueva York, pronto mostr¨® querencia hacia las tablas del teatro; con 20 a?os se present¨® a una prueba para participar en la obra Nuestra ciudad, de Thornton Wilder. Logr¨® el papel de suplente de Dorothy McGuire, a quien m¨¢s tarde sustituir¨ªa en una gira por Nueva Inglaterra en 1939, lo que har¨ªa posible su despegue cinematogr¨¢fico con la llamada de Samuel Goldwyn en 1940.
Una actriz de gran belleza, dotada de poderosos recursos dram¨¢ticos
Sin embargo, es entonces cuando se manifiestan su car¨¢cter y su compromiso art¨ªstico: quien era una debutante exige incluir en el contrato una cl¨¢usula que estipula que no se prestar¨¢ a trucos de promoci¨®n como la difusi¨®n de rumores sobre romances o apariciones en traje de ba?o en las revistas. Y su debut no puede ser m¨¢s espectacular: a las ¨®rdenes de William Wyler interpreta a la hija de Bette Davis en La loba (1941), trabajo que le supone una inmediata propuesta al Oscar como mejor actriz de reparto. El a?o siguiente logra una doble candidatura por dos interpretaciones memorables, como actriz principal en El orgullo de los yanquis, de Sam Wood, en la que comparte cartel nada menos que con Gary Cooper, y como actriz de reparto, donde resulta vencedora, en La se?ora Miniver, de nuevo a las ¨®rdenes de Wyler. As¨ª, tras participar en s¨®lo tres pel¨ªculas, Teresa Wright se revela como una actriz de inenarrable belleza, al tiempo que de poderosos recursos dram¨¢ticos, una de esas actrices irrepetibles por las que a¨²n suspiran los directores del nuevo milenio.
En 1943 es el mism¨ªsimo Alfred Hitchcock quien le proporciona una de las cimas de su carrera, en La sombra de una duda (donde su cach¨¦ super¨® al del consagrado Joseph Cotten). Despu¨¦s de coincidir nuevamente con Gary Cooper en Casanova Brown, de Sam Wood, regresa a las manos de William Wyler para participar con Fredric March y Dana Andrews en una de las m¨¢s grandes pel¨ªculas norteamericanas de los a?os cuarenta, Los mejores a?os de nuestra vida, en la que estallar¨ªa una vez m¨¢s como un soplo de magia en la pantalla. Wright tambi¨¦n prob¨® el aroma del western en la magistral Pursued (1947), de Raoul Walsh, donde se lanzaba a los brazos de Robert Mitchum. Tras finalizar su contrato con Samuel Goldwyn, sacudi¨® de nuevo los c¨®digos de Hollywood al publicar una declaraci¨®n en la que daba su bienvenida a otros productores que la pagar¨ªan menos pero la tratar¨ªan con m¨¢s respeto. Son a?os en los que contin¨²a acompa?ando a los nombres m¨¢s importantes de Hollywood, los a?os de Hombres (1950), a las ¨®rdenes de Fred Zinnemann y en compa?¨ªa de un emergente Marlon Brando, de Something to live for (1952), de George Stevens, interpretada junto con Ray Milland y Joan Fontaine; tambi¨¦n de The actress (1953), con Spencer Tracy, a las ¨®rdenes de Cukor.
Durante los a?os siguientes, Wright comenz¨® a ser encasillada en papeles de mujeres hogare?as. Firme como de costumbre, mostr¨® su desagrado y abandon¨® oficialmente el cine en 1959 para dedicarse a la televisi¨®n, donde cosech¨® notables ¨¦xitos y dos candidaturas a los Premios Emmy. Adem¨¢s, regres¨® a las tablas del teatro para sentar c¨¢tedra en obras tan dispares como La heredera, El zoo de cristal y Largo viaje del d¨ªa hacia la noche. El cine s¨®lo la disfrutar¨ªa desde entonces en espor¨¢dicos filmes, indignos de su talento, hasta que Coppola hizo posible su ¨²ltima aparici¨®n en la pantalla con un peque?o papel en Leg¨ªtima defensa, en 1997. En los ¨²ltimos a?os Wright s¨®lo concedi¨® breves apariciones p¨²blicas, siempre relacionadas con sus a?ejas pel¨ªculas, como discursos en simposios sobre Hitchcock y una participaci¨®n, a¨²n esplendorosa con 84 a?os, en la 75? ceremonia de entrega de los Oscar de 2003. Teresa Wright ha muerto, pero su aura de belleza a¨²n explota en los viejos cl¨¢sicos, en las pel¨ªculas donde nacen los sue?os.-
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