En favor de Maragall
Es dif¨ªcil recordar un episodio en el que se hayan generalizado los insultos personales con tal intensidad como el que en la actualidad tiene a Maragall como protagonista. De entre todas, me parecen especialmente sorprendentes las descalificaciones que recibe de gente como Piqu¨¦, Acebes, Zaplana y Felip Puig. ?Qu¨¦ parte de su trabajo como pol¨ªticos les otorga esa altura moral que les permite lanzarse sin freno hacia excesos verbales como los que tenemos que escuchar? Har¨ªan bien en recordar que lo hecho por Maragall en Barcelona le ha supuesto un reconocimiento y respeto internacional del que ellos carecen. Las maragalladas, salidas de tono para ellos, son para muchos afortunadas excepciones de un gui¨®n pol¨ªtico tan pobre y devaluado que parece un cuento para ni?os no especialmente inteligentes. Maragall no sigue la partitura, asume riesgos y, por tanto, de vez en cuando se equivoca. Ahora bien, cuando lo hace, aunque sea con la boca peque?a, rectifica. Ellos no. Desarrollan su papel con tal eficacia que nunca se equivocan, probablemente porque en su vida han asumido el riesgo que comporta intentar hacer algo que en un futuro pueda ser recordado con orgullo. En estas horas tristes, un abrazo, Pasqual. No te mereces la que te est¨¢ cayendo.
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