Europa y el islam, un a?o despu¨¦s de Madrid
Los atentados del 11 de marzo de 2004 en Madrid fueron la se?al de que Europa se hab¨ªa convertido en un campo de batalla importante dentro de la guerra en el coraz¨®n del islam iniciada el 11 de septiembre de 2001. Para los militantes e ide¨®logos islamistas de todo tipo, el devenir de los millones de ciudadanos europeos de origen musulm¨¢n, actuales y futuros, j¨®venes y surgidos de medios desfavorecidos en su inmensa mayor¨ªa, es un reto pol¨ªtico crucial. Desde los m¨¢s radicales, como Bin Laden, Zawahiri y sus afiliados, hasta los Hermanos Musulmanes, con toda su esfera de influencia y sus derivaciones m¨¢s afables, desde el telepredicador de Al Yazira Yussef al Qardaui hasta Tariq Ramad¨¢n, todos luchan por ganar su confianza y proclamarse sus representantes. ?Comparten estos millones de ciudadanos nuevos los valores y las lealtades que constituyen la identidad europea actual -con su diversidad y sus contradicciones, pero tambi¨¦n con su unidad esencial-, y van a contribuir, a partir de sus condiciones de vida en nuestras sociedades -democr¨¢ticas, pluralistas, pero no igualitarias-, al aggiornamento del islam para poder arrebatar a los ide¨®logos islamistas la interpretaci¨®n que hacen de ¨¦l? ?O, por el contrario, son estos ¨²ltimos quienes lograr¨¢n construir, en el propio territorio europeo, bastiones desde los que cercar un continente que, ya en dos ocasiones, con la Reconquista espa?ola en el siglo XV y la derrota otomana ante Viena en 1683, ha rechazado los ataques de la yihad?
El atentado de Madrid, cometido por j¨®venes inmigrantes de origen marroqu¨ª y financiado por militantes de Al Qaeda, parece inclinar la balanza hacia la segunda posibilidad. La muerte por apu?alamiento, en octubre de 2004, del realizador de v¨ªdeo Theo van Gogh, autor de un documental que su presunto asesino consider¨® ofensivo para el islam, parece indicar la misma cosa. Por el contrario, la masiva movilizaci¨®n de los ciudadanos franceses de origen o credo musulm¨¢n para apoyar a Christian Chesnot y Georges Malbrunot -secuestrados en Irak en agosto y liberados en Navidad, y cuya supervivencia hab¨ªan condicionado los secuestradores a la abolici¨®n de la ley sobre el car¨¢cter laico de la escuela p¨²blica- habla a favor del compromiso decisivo de los musulmanes europeos contra el islamismo radical.
?Qu¨¦ criterios nos permiten valorar la actual correlaci¨®n de fuerzas? ?Qu¨¦ pol¨ªticas pueden aplicar tanto los Estados como la Uni¨®n Europea? ?Qu¨¦ estrategia tienen los islamistas de diversas tendencias para alcanzar sus objetivos?
Al leer las reivindicaciones del grupo islamista que cometi¨® los atentados de Madrid, y que estaba suficientemente al tanto de la vida pol¨ªtica espa?ola para cometerlos en el momento de las elecciones legislativas y alterar su resultado, se observa que, en medio de la verborrea habitual sobre la ca¨ªda de Occidente, figuran amenazas concretas contra Espa?a, respecto a la que los yihadistas anuncian que van a empezar a "arreglar viejas cuentas". En su lenguaje, eso quiere decir que la pen¨ªnsula Ib¨¦rica no es m¨¢s que la antigua Andaluc¨ªa musulmana, una tierra arrebatada al islam que hay que recuperar cueste lo que cueste; sus habitantes no musulmanes son usurpadores y, por consiguiente, "es l¨ªcito derramar su sangre". Es decir, se justifica una matanza de inocentes como la que produjeron los explosivos en los trenes.
Es evidente que, para la inmensa mayor¨ªa de los ciudadanos europeos de origen musulm¨¢n, esta visi¨®n del mundo es una aberraci¨®n; pero basta con que unas cuantas docenas de individuos adoctrinados en las ideas salafistas-yihadistas radicales est¨¦n convencidos y sean capaces de adquirir explosivos para que mueran cientos de personas y, como consecuencia, los musulmanes europeos se conviertan en rehenes de la sospecha. Porque ¨¦se era otro objetivo de los yihadistas: los atentados -empezando por el del 11 de septiembre-, al agudizar las sospechas, han aumentado las desavenencias y han favorecido el apostolado de los islamistas -en este caso, moderados- que son hoy, en Europa, los principales productores de catequesis musulmana. Cu¨¢ntos musulmanes desamparados, desgarrados entre su rechazo a la violencia y la sospecha que le¨ªan en la mirada de los dem¨¢s, han acudido a los apoyos religiosos que encontraban en una especie de repliegue comunitario fomentado por los Hermanos Musulmanes y sus seguidores.
Estos musulmanes no propugnan la violencia: algunos consideran que Europa es una tierra del islam -por la presencia de ciudadanos europeos musulmanes- y exigen que dichos ciudadanos puedan vivir con arreglo a los criterios y las normas de la ley isl¨¢mica, la sharia. Otros, conscientes del efecto negativo de esta expresi¨®n en la opini¨®n p¨²blica no musulmana, precavida frente al proselitismo, prefieren decir que Europa es tierra de predicaci¨®n (da'wa) o tierra de shahada, un t¨¦rmino ¨¢rabe que significa "testimonio" y "profesi¨®n de fe isl¨¢mica". Para estos ¨²ltimos, el objetivo es formar una "comunidad", definida en funci¨®n de criterios de identidad religiosa llevados al extremo, que negocie con los poderes p¨²blicos una condici¨®n de "minor¨ªa" y construya un espacio pol¨ªtico balcanizado, en el que el apoyo electoral a una u otra corriente pol¨ªtica dependa de las concesiones que haga cada una para favorecer la influencia de los islamistas sobre sus correligionarios.
?Es una fatalidad este encadenamiento? La movilizaci¨®n de los ciudadanos musulmanes en Francia, durante todo el oto?o, en apoyo de los dos periodistas rehenes de los yihadistas en Irak, precisamente mientras los secuestradores hac¨ªan chantaje con la ley sobre la laicidad en la escuela -que proh¨ªbe llevar prendas y signos religiosos, entre ellos el hijab-, demuestra lo contrario. Ahora bien, eso supone que las autoridades lleven a cabo una pol¨ªtica en¨¦rgica en cuanto a la integraci¨®n pol¨ªtica, social y cultural, la igualdad de oportunidades y la plena participaci¨®n democr¨¢tica de nuestros compatriotas europeos de origen musulm¨¢n, en su mayor¨ªa procedentes de medios desfavorecidos, si bien se est¨¢ viendo un extraordinario fen¨®meno de movilidad social ascendente, sobre todo entre las mujeres j¨®venes.Ante la ley sobre la laicidad, los Hermanos Musulmanes y sus compa?eros de viaje en el movimiento altermundialista y ecologista organizaron manifestaciones contra una legislaci¨®n "liberticida", un lema con capacidad de unir fuerzas m¨¢s all¨¢ de las fronteras comunitarias. Para los Hermanos es un desaf¨ªo crucial, porque el velo es un criterio decisivo a la hora de ver su influencia sobre sus correligionarios y, por tanto, justificar su pretensi¨®n de negociar en nombre de ellos con los poderes p¨²blicos. Los ciudadanos franceses musulmanes, al proclamar que estaban a favor de la liberaci¨®n de sus dos compatriotas periodistas, desautorizaron a los Hermanos, que no pudieron llevar a cabo las acciones que ten¨ªan pensadas contra la aplicaci¨®n de la ley. Del mismo modo que han manifestado su rechazo absoluto de los salafistas-yihadistas y el chantaje que ejercen sobre Europa desde el tri¨¢ngulo sun¨ª de Irak o desde otros lugares.
Un a?o despu¨¦s de Madrid, la pelota est¨¢ en el campo de las autoridades pol¨ªticas europeas: no hay ninguna fatalidad de la yihad o de los islamistas en nuestros pa¨ªses, pero es preciso hacer todo lo necesario para fomentar la adhesi¨®n de nuestros conciudadanos de origen musulm¨¢n a los valores que constituyen Europa, que son los que permitir¨¢n el aggiornamento del islam.
Gilles Kepel es profesor de Ciencias Pol¨ªticas en la c¨¢tedra de Oriente Medio Mediterr¨¢neo de la Universidad de Par¨ªs, y autor, entre otros libros, de Fitna. Guerra en el coraz¨®n del islam (Paid¨®s). Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
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