"La obsesi¨®n por vigilar un amor lo acaba destruyendo"
Con su tercera novela, que acaba de aparecer en el mercado, Los amores confiados (Alfaguara), Luis Garc¨ªa Mart¨ªn se ha cambiado de nombre. Esta historia de celos y de estragos amorosos la firma como Luisg¨¦ Mart¨ªn, un nombre por el que ya era conocido entre sus amigos y en el mundo literario. Licenciado en Filolog¨ªa Hisp¨¢nica, a Luisg¨¦ Mart¨ªn (Madrid, 1946), autor de dos novelas - La dulce ira y La muerte de Tadzio-, adem¨¢s de libros de relatos y cuentos, se le ve pl¨¢cido en una casa ordenada y muy soleada, en la que los relojes parecen algo m¨¢s que un elemento decorativo. Marcar el tiempo.
Pregunta. En Los amores confiados hay un cambio radical en su t¨¦cnica narrativa con respecto a sus dos anteriores novelas.
"Escribir me supone una terapia continua. Uno necesita contar y ordenarse ante s¨ª mismo esas cosas absurdas que te encuentras en la vida"
Respuesta. No s¨¦ si en la t¨¦cnica narrativa, lo que s¨ª creo es que hay un cambio en el lenguaje. Con Los amores confiados he vuelto a disfrutar escribiendo. Creo que es una novela m¨¢s legible, en la que pasan muchas cosas, en la que transpira mucha m¨¢s vida. Me da la impresi¨®n de haber perdido un poco de vista esos para¨ªsos est¨¦ticos en los que me hab¨ªa encerrado en las anteriores novelas y ahora he estado m¨¢s al pie de la calle.
P. ?De d¨®nde ha venido ese disfrute de estar al pie de la calle?
R. No lo s¨¦, creo que he escrito m¨¢s espont¨¢neamente. En los cuentos nunca, pero en las novelas he estado bastante agarrotado escribiendo, y con ¨¦sta he tenido la sensaci¨®n de que las palabras sal¨ªan solas, lo que luego es mentira, claro, pero s¨ª he sentido que las historias estaban por delante de m¨ª, que eran ellas las que me iban sacando y eso produce mucho placer.
P. Cuando le hablaba del cambio en la t¨¦cnica narrativa me refer¨ªa a que en Los amores confiados el narrador es usted mismo, con referencias reales y biogr¨¢ficas.
R. No s¨¦ si cuando empec¨¦ tuve la voluntad de corregirla posteriormente. Empec¨¦ a escribir en una primera persona que fuera yo, que fuera reconociblemente yo, con la ¨²nica intenci¨®n de cre¨¦rmelo mejor, para que ese tono narrativo fluyera mejor. No s¨¦ si en alg¨²n momento tuve dudas de que la gente iba a pensar si todo lo que estaba contando es real e iba a ser demasiado terrible. De hecho, ha habido alguna amiga ¨ªntima que me ha llamado alarmad¨ªsima. Me gust¨® c¨®mo quedaba ese tono y lo dej¨¦. Lo que s¨ª quiero es que el lector que no me conoce lo lea como si todo fuera verdad; otra cuesti¨®n es que haya cosas que lo son y otras que no.
P. ?Estamos ante una falsa biograf¨ªa, una biograf¨ªa novelada o una novela?
R. El prop¨®sito de la estructura era: 'os voy a contar mi vida vulgar, una historia que nos puede pasar a todos, de celos, de parejas, de novios, muy cotidiana, y como guinda literaria os voy a contar una historia que tiene mayor enjundia narrativa, con cr¨ªmenes, detectives, muy peliculera'.
P. Novelar sobre los celos, el adulterio, los amores... es un cl¨¢sico en la literatura mundial.
R. Los celos estar¨¢n siempre presentes en la literatura y de mil maneras diferentes. Biogr¨¢ficamente hay un arranque en el que narro una historia en carne propia y otra muy cercana, en la que ocurre exactamente sobre lo que en la novela pretendo reflexionar y es que el intento de proteger excesivamente un amor, la obsesi¨®n con vigilar un amor para que no se rompa lo acaba destruyendo.
P. ?Hay celos buenos y celos malos?
R. Eso dicen, pero lo mejor es que no los haya. Una de las dudas que siempre tengo y que es un tema recurrente y apasionante en mis conversaciones es si los celos o ese miedo que tenemos a la infidelidad o al adulterio es algo esencial del ser humano, de las relaciones humanas o es un tema de educaci¨®n. ?En una situaci¨®n ideal en la que nos educaran bien educados ser¨ªamos capaces de actuar razonablemente con nuestra pareja? ?Asumir¨ªamos un adulterio con la misma naturalidad con la que consentimos que nuestra pareja nos ponga los cuernos espirituales con amigos con los que tienen mayor confianza y con los que confiesan temas m¨¢s ¨ªntimos que un mero acto sexual? ?Es algo primitivo o fruto de una educaci¨®n religiosa?
P. En la novela hay una reflexi¨®n sobre la evoluci¨®n del amor. Hay una frase, puesta en su propia boca de narrador: "Ahora s¨¦ que el amor es una experiencia calmada y no una pasi¨®n terrible".
R. Lo que dice esa frase es real y lo he aprendido con la edad. Mi primer libro, El amor oscuro, es un libro de amor rom¨¢ntico, sobre lo que gravita todo, uno se justifica en el amor y el amor mueve monta?as. Lo que defiendo en Los amores confiados, y que he descubierto con la edad, es casi lo contrario. Al final lo que demuestra el amor a una persona es emocionarte una noche cuando te desvelas y le ves dormir a tu lado.
P. ?Se es m¨¢s feliz as¨ª?
R. No s¨¦ si se es m¨¢s feliz, s¨ª creo que es la ¨²nica forma de ser feliz. Aunque es un t¨®pico, esos fogonazos de felicidad que te vienen en un enamoramiento, esos momentos parecidos a un orgasmo, en lo que todo nos parece maravilloso, son situaciones muy felices, pero insostenibles en el tiempo. No cambio eso por un amor calmado, donde no se excluyen otro tipo de placeres que te da la edad.
P. Aunque siempre quedar¨¢ la duda sobre la verdad de lo que cuenta o novela, ha tratado temas temas muy ¨ªntimos.
R. Soy una persona terriblemente pudorosa y vergonzosa. Lo m¨¢s ¨ªntimo y lo m¨¢s oculto no lo he contado. En cualquier caso, lo que s¨ª est¨¢ claro es que hay muchas razones por las que escribo -ordenar el mundo, expresarme, contar historias...-, y tambi¨¦n porque me supone una terapia continua. Uno necesita contar y ordenarse ante s¨ª mismo esas cosas absurdas con las que se encuentra en la vida.
P. La novela plantea un l¨ªmite, un hilo muy fr¨¢gil entre la normalidad y la monstruosidad.
R. Me produce mucha curiosidad ese tipo de personajes que vemos diariamente en los telediarios que matan a 15 o 16 personas y las entierra en el jard¨ªn y sus vecinos dicen de ¨¦l que es una persona muy normal, simpatiqu¨ªsimo, que compraba el pan todos los d¨ªas.. Esa paradoja entre la monstruosidad y lo que entendemos por normalidad me interesa mucho.
Babelia
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