A ver cu¨¢ndo quedamos
A ver cu¨¢ndo quedamos. Te llamo cualquier d¨ªa de estos. Nos vemos y tomamos un caf¨¦. La vida se ha convertido en un ajetreo condicionado por la acumulaci¨®n incontrolable de obligaciones, ocupaciones y tareas que nada tienen que ver con nuestro universo personal. Hace pocas d¨¦cadas, los avances tecnol¨®gicos hicieron concluir a algunas almas c¨¢ndidas que se acercaba la civilizaci¨®n del ocio. Lo ¨²nico que ha llegado, sin embargo, es la civilizaci¨®n del no tener tiempo para nada, quiz¨¢s porque, gracias a tanta tecnolog¨ªa, se nos presume con margen y energ¨ªas para hacer mayor n¨²mero de cosas por minuto. Lo que nos importa, lo que verdaderamente importa, asoma por las rendijas de una apretada agenda y nos obliga a renovar la firme declaraci¨®n de buenas intenciones. Un tr¨¢mite a deshoras nos encara de forma imprevista con aquel viejo amigo al que no hemos visto hace a?os. Y es entonces cuando, de nuevo, formulamos esos deseos ocultos que nunca vemos el momento de concretar. A ver cu¨¢ndo quedamos. Te llamo cualquier d¨ªa de estos. Nos vemos y tomamos un caf¨¦.
La vida viene programada por tantos apremios laborales y burocr¨¢ticos que lo bueno, lo agradable, queda sometido a la casualidad, al encuentro imprevisto. Esta semana se ha celebrado el D¨ªa Internacional de la Mujer y, entre varias formas de demagogia, lenguaje pol¨ªticamente correcto, opiniones discutibles y profusi¨®n de arrobas igualitarias que destripan el lenguaje, tambi¨¦n asoman formas de lucidez. Entre ellas est¨¢ cierto escepticismo femenino ante el precio que todos tenemos que pagar por cualquier ¨¦xito en el ¨¢mbito p¨²blico, y mucho tendr¨ªamos que aprender los hombres de cierta escala de valores femenina que empieza a pesar tambi¨¦n en las relaciones laborales.
Hoy la mujer se integra en el trabajo, pero se resiste a abandonar por ello su dimensi¨®n personal, o a condicionarla hasta l¨ªmites absurdos. La mujer se niega a subordinar toda su existencia a los prolongados horarios que asumen naturalmente los varones. A menudo los hombres tambi¨¦n critican ese sometimiento social, como si siempre fuera una presi¨®n externa, pero habr¨ªa que considerar tambi¨¦n hasta qu¨¦ punto no son ellos mismos los que asumen de buen grado esa enajenaci¨®n vital. No se trata s¨®lo de que nos absorba una empresa o un trabajo: es que a menudo nos absorbe nuestra propia ambici¨®n, una extra?a inclinaci¨®n masculina por entregarse a proyectos p¨²blicos, a iniciativas, sean estas cuales sean, que les alejan de su c¨ªrculo privado, aquel que para toda persona deber¨ªa ser su mayor prioridad.
Hoy no son extra?os los casos de grandes ejecutivas que asumen puestos de responsabilidad como una etapa temporal en sus vidas, o que se muestran inflexibles a la hora de abandonar sus relaciones personales por obligaciones de trabajo, o que llegan a un punto en que, lisa y llanamente, se sienten muy cansadas, dan un giro a su vida, y asumen de pronto un modelo m¨¢s amable. Estas decisiones son a¨²n extravagantes en el mundo masculino, y en ello juegan conceptos culturales at¨¢vicos, prejuicios instalados, cierta perversi¨®n masculina que se sustenta en la idea de que el valor de un hombre no se demuestra tanto en la vida ¨ªntima, en las relaciones personales, como en su capacidad de conquistar continentes ajenos a su hogar.
A ver cu¨¢ndo quedamos. A ver si nos vemos un d¨ªa de estos. Constante aplazamiento de lo propio, de lo privado. Hijos cuyo itinerario educativo viene s¨®lo acompa?ado por la figura materna, porque el padre siempre est¨¢ muy lejos, est¨¢ siempre en la empresa, o viajando, o reuni¨¦ndose, o enredado en comidas de trabajo. Hay padres por delegaci¨®n, exiliados en remotas oficinas, amparados en la excusa de grandes responsabilidades para no ocuparse de las responsabilidades verdaderas, las importantes, las que pueden hacernos algo m¨¢s felices o algo m¨¢s ausentes.
Posiblemente el feminismo est¨¦ ayudando a mudar ciertas prioridades, a que los hombres comprendan la importancia de cosas m¨¢s sencillas, a que todos empecemos a ralentizar una carrera que s¨®lo puede llevarnos a acabar definitivamente locos. Aprender todo esto no parece f¨¢cil. Pero sin duda saldr¨ªamos ganando.
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