C¨®digos contra Cupido en la oficina
Algunas empresas, sobre todo de origen anglosaj¨®n, imponen normas cuando surgen romances entre empleados
Las empresas pueden ser un lugar muy proclive para establecer relaciones sentimentales. Enamorarse de un colega conlleva riesgos y conflictos potenciales, como ha demostrado la dimisi¨®n del presidente de Boeing esta semana. Las empresas tratan de paliar estos riesgos con c¨®digos ¨¦ticos y de conducta que en ocasiones regulan estos aspectos. En Espa?a ¨¦stos no est¨¢n a¨²n muy extendidos.
El 26% de las espa?olas y el 20% de sus colegas varones reconoc¨ªa haber tenido alg¨²n romance en el trabajo en una reciente encuesta 'on line'
Shakespeare bien podr¨ªa sustituir las calles de Verona por despachos, salas de reuni¨®n, correos electr¨®nicos clandestinos y mesas de trabajo si volviera a escribir su Romeo y Julieta. Las relaciones sentimentales entre empleados est¨¢n llenas de amenazas (reales o imaginadas), conflictos (personales y profesionales), miedos... Todo sazonado con una pizca de audacia y mucha clandestinidad. Como en un buen drama rom¨¢ntico, todo son problemas. Para los empleados como para su empresa.
Pese a ello, por lo menos el 26% de las espa?olas y el 20% de los espa?oles reconoc¨ªa haber tenido alg¨²n romance laboral en una reciente encuesta del portal de Internet Monster. Estos resultados indican que los espa?oles son, sin embargo, menos dados a este flirteo que otros profesionales europeos. En Suecia, Noruega y Reino Unido, esos porcentajes superan el 50%. Seg¨²n otro estudio de Human and Legal Resources en el Reino Unido, el 66% de un millar de encuestados admite haber tenido una relaci¨®n con un colega.
En el caso de Harry Stonecipher, consejero delegado de Boeing, la aventura ha terminado con su despido de la firma aeron¨¢utica despu¨¦s de que sus correos amorosos fueran filtrados al presidente de la compa?¨ªa.
"El problema en una relaci¨®n surge cuando una de las partes tiene responsabilidad sobre la otra, ya que el resto de los empleados lo puede ver mal", opina Ezequiel, nombre ficticio de un empleado de 30 a?os de una multinacional que ha pasado los dos ¨²ltimos a?os guardando celosamente en la clandestinidad su relaci¨®n con una subordinada. "El c¨¦sar tiene que ser justo y parecerlo", sentencia.
Esa necesidad de guardar la imagen es la que ha llevado a Boeing a despedir a su m¨¢ximo ejecutivo. En su c¨®digo ¨¦tico, el gigante aeron¨¢utico establece que "los empleados no tendr¨¢n ninguna conducta o actividad que pueda poner en cuesti¨®n la honestidad de la compa?¨ªa, su imparcialidad y reputaci¨®n". En Boeing han considerado que la relaci¨®n de Stonecipher perjudicaba a la firma porque ¨¦ste est¨¢ casado y tiene dos hijos.
Una medida de este tipo, extra?a a ojos europeos, es necesaria "en funci¨®n de lo que quieras transmitir al mercado", se?ala Juan Ignacio Sanz, profesor de leyes en la escuela de negocios Esade. Y desde luego en Boeing, acosada por varios esc¨¢ndalos y a la que Stonecipher lleg¨® por su integridad.
"En Europa, lo privado no salpica a lo profesional, pero en EE UU, si mantienes una relaci¨®n extramatrimonial, representa una falta de decoro y puede perjudicar a la empresa", dice Sanz. En EE UU "venden tanto la ¨¦tica y la pureza de los gestores y directivos como el producto en s¨ª mismo, cuando en Europa esto son cuestiones irrelevantes", coincide Fernando Bay¨®n, director de la consultora Eurotalent.
Obligaci¨®n de comunicar
Desde hace a?os, las empresas, sobre todo anglosajonas, tienen c¨®digos de conducta para sus profesionales que a veces entran en el terreno personal. El de Deloitte, por ejemplo, obliga a sus empleados a "comunicar al superior correspondiente las relaciones personales que surjan entre miembros de la firma o entre ¨¦stos y empleados de un cliente, con el fin de prevenir eventuales riesgos de independencia y/o conflictos de inter¨¦s".
"Tenemos una media de edad de 28 a?os, gente joven que trabajan y viajan juntos muchas horas al d¨ªa; es l¨®gico que acaben produci¨¦ndose relaciones entre ellos", reconoce Juan Manuel Irusta, director de formaci¨®n de la auditora. As¨ª que desde el primer d¨ªa que llegan a la firma dejan las cosas claras asegurando que "nadie tendr¨¢ ning¨²n problema porque se enamore de su jefe, simplemente que dejar¨¢ de ser su jefe" porque se le cambiar¨¢ de departamento, dice Irusta.
En McKinsey hay una pol¨ªtica similar y se proh¨ªben las relaciones entre empleados de diferente categor¨ªa, explica un portavoz. Otras firmas se muestran inc¨®modas al hablar del tema.
De momento estos c¨®digos no han cuajado en las empresas espa?olas, aunque ¨¦stas son cada vez m¨¢s proclives a "establecer valores concretos que deben respetar sus empleados", dice Bay¨®n. "El rigor moral va llegando a las empresas espa?olas como una mancha de aceite", coincide Juan Ignacio Sanz, de Esade. Con c¨®digos o sin ellos, la oficina parece terreno abonado para el romance. "Es mala idea liarse con alguien del trabajo, pero a veces no hay m¨¢s remedio. Si te pasas la vida en la empresa, no vas a ligar con nadie que est¨¦ fuera de estas cuatro paredes", sentencia Ezequiel.
Relaciones bajo control
Cupido podr¨¢ campar a sus anchas en los despachos, pero las empresas quieren tener las espaldas cubiertas si se encuentran en mitad de un fuego cruzado. Un informe de 2004 del bufete de abogados Fox Williams entre 1.300 empresas brit¨¢nicas indicaba que el 20% de ellas ten¨ªa pol¨ªticas para regular las relaciones sentimentales entre personal de plantilla.
Una nueva pr¨¢ctica ha comenzado a extenderse en los ¨²ltimos a?os, seg¨²n recog¨ªa un art¨ªculo publicado en febrero en la revista estadounidense The National Law Journal: los contratos cupido o contratos de amor que se establecen entre las partes implicadas en la relaci¨®n. En estos contratos se dicen cosas como "quiero tener esta relaci¨®n contigo y entiendo que t¨² quieres mantenerla conmigo... Como sabes, tenemos una pol¨ªtica en la empresa sobre el acoso, y quiero que sepas que soy consciente de ella y que nunca dejar¨¦ que la ruptura de nuestra relaci¨®n influya en mis decisiones sobre tu empleo". La empresa se guarda de esta forma las espaldas ante posibles demandas de acoso de un empleado contra un superior con el que haya mantenido una relaci¨®n.
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