Cofrad¨ªas
Se acerca esa ¨¦poca del a?o en la que los andaluces no podemos circular por las calles de nuestras ciudades porque han sido tomadas al asalto por las cofrad¨ªas, por aquellos que creen que las procesiones son un acto religioso y sus creencias les llevan a participar en ellos y por los que ven las procesiones como una actividad fol-kl¨®rica, parte de las tradiciones de su ciudad. Todos toman las calles de una manera pac¨ªfica pero abrumadora, de forma tal que el tr¨¢fico se interrumpe, el libre tr¨¢nsito se ve alterado y el natural desarrollo de la vida ciudadana se modifica hasta puntos inusuales. Ruido, suciedad y par¨¢lisis ciudadana son algunos de los exponentes. Ser¨ªa ins¨®lito que una manifestaci¨®n de car¨¢cter religiosa paralizase la vida en cualquier otro pa¨ªs europeo, con la excepci¨®n de Grecia, Portugal, Irlanda y Polonia, que no parecen espejos donde mirarse. Estamos pues con la Europa del incienso y la casulla, con la Europa de los Fondos de Cohesi¨®n, la del PIB por debajo de la media, con la Am¨¦rica pobre. Con los pa¨ªses subdesarrollados, en definitiva.
En el mundo desarrollado es impensable la mezcla de religi¨®n y poderes p¨²blicos. All¨ª ser¨ªa ins¨®lito que una confesi¨®n religiosa tomase las calles al asalto, que unas agrupaciones religiosas reciban ayuda de los poderes p¨²blicos, que representantes de las ciudadanos participen oficialmente en manifestaciones religiosas. La separaci¨®n entre religi¨®n y Estado es absoluta. La religi¨®n forma parte, como no puede ser de otra manera, de la vida privada de la gente. Se practica en cada templo y en el seno de cada familia. Y cada iglesia se sostiene con las aportaciones voluntarias de sus fieles.
Aqu¨ª todo lo te?imos de folklore y tradici¨®n, sea la peregrinaci¨®n a la Virgen del Roc¨ªo o la estaci¨®n de penitencia de una hermandad. Nos preocupamos m¨¢s por mantos, varales, cirios, marchas procesionales, t¨²nicas y capirotes que de la vida ciudadana o incluso que de la ceremonia religiosa en s¨ª. Convertimos en literatura la prosa relamida de un preg¨®n, la afectaci¨®n en arte y a los hermanos mayores de las cofrad¨ªas en personajes principales de cada ciudad andaluza. La vida se para, la ciudad se ensucia con la cera de los cirios: es la tradici¨®n. Quien ose llevar la contraria pasa inmediatamente al cap¨ªtulo de ap¨®stata, resentido, malage y disc¨ªpulo de Satan¨¢s.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.